Arturo Formoso tiene 12 años y una capacidad de aprendizaje elevada que lo ha convertido en un experto en el funcionamiento de los motores a temprana edad.
Sin embargo, desde bebé sus padres notaron que su comportamiento era particular: no se relacionaba con los demás, los ruidos fuertes le molestaban y se alteraba cuando su rutina cambiaba.
Estas “cualidades” de su personalidad le provocaron problemas al ingresar al kínder, al extremo que el centro educativo dijo no “poder atenderlo”.
Arturo tiene el síndrome de Asperger, un trastorno neurológico que afecta la habilidad de un individuo –con capacidad cognitiva normal e incluso superior a la de sus pares– para interactuar y vincularse con otros.
Aunque el Ministerio de Educación Pública (MEP) desconoce cuántos escolares matriculados en la escuela tienen Asperger, se sabe que uno de cada 300 niños es diagnosticado con este síndrome en el mundo.
Esto quiere decir que 244 niños de los 73.144 que nacieron en el país el año pasado podrían sufrir este trastorno, el cual requiere una atención especial de los maestros para ayudar a los menores a adaptarse a la escuela y relacionarse con el entorno.
“Los niños con Asperger tienen su forma particular de ver el mundo y el sistema educativo no toma en cuenta eso”, señaló Lucy Azofeifa, presidenta de la Asociación Costarricense de Familias con Síndrome de Asperger.
Ella señaló que estos pequeños son vistos regularmente como un “problema” por la maestra y los compañeros.
“Su personalidad los hace vulnerables a agresiones de otros menores y, en algunos casos, los centros educativos dicen no tener alternativas para ellos”, destacó.
La Asociación reúne a 100 familias ticas que tienen uno o más miembros con Asperger. Ellos impulsan un proyecto con la Universidad de Costa Rica (UCR) para mejorar las condiciones educativas de sus hijos en el 2009.
Poco conocimiento. Se sospecha que el síndrome de Asperger tiene un origen genético, pero se desconoce cuáles son los genes involucrados en su desarrollo.
Algunos médicos consideran el trastorno como un autismo leve. “Hay problemas de comunicación entre el sistema límbico del cerebro (estructuras que dirigen las emociones y el comportamiento) y la corteza prefrontal del cerebro (que regula aspectos como el sentido común)”, explicó el psiquiatra Luis Diego Herrera Amighetti.
Otros especialistas asocian el síndrome con el trastorno obsesivo, compulsivo y bipolar y el desarrollo de tics.
La capacidad cognitiva normal de los niños con Asperger hace que no necesiten asistir a un aula especial, pero sí de ayuda “extra” para adaptarse al sistema.
“Estos niños no desarrollan la necesidad de interactuar con las personas, por lo que suelen aislarse. Y cuando se relacionan y juegan con otros son dominantes. Ambas actitudes son consideradas como un problema”, dijo David Luna, médico neurólogo.
Luna agregó que un individuo con Asperger no comprende los códigos sociales. Por ejemplo, toman literal la frase “te voy matar” cuando alguien les hace una broma.
Además, ellos se apegan a rutinas –como comer siempre en un mismo plato– y cuando estas se modifican reaccionan de una manera negativa con un “berrinche”.
El médico Luna destacó, además, que estos menores suelen apasionarse por ciertos temas y convertirse en verdaderos expertos.
“Si les gustan los dinosaurios solo quieren aprender y hablar de eso, lo cual choca con la rutina de la clase y la relación con su compañeros”, explicó Luna.
El médico, que presenta Asperger, destacó que tienden a ser demasiados “sinceros” con los demás, lo cual provoca choques con quienes los rodean. Luna cuenta, como anécdota, que de pequeño se negó a ayudar a la directora de la escuela, quien le pidió colgar una maceta. Él le dijo que era “estudiante y no conserje”.
“Eso era lo que pensaba y estaba muy angustiado por llegar rápido a la biblioteca y encontrar la palabra que buscaba”, comentó.
Un cambio. Kattya Arroyo es madre de un niño de 8 años con Asperger.
“El ingreso de mi hijo Josué al kínder fue un calvario. Desde un inició lo clasificaron como un niño inquieto”, dijo Arroyo.
Ella contó que sus compañeros lo golpeaban, pero la maestra justificaba la agresión ante la personalidad del pequeño.
“Nos dimos cuenta de la agresión y la actitud negativa de la maestra por un video. Cuando reclamamos la escuela se negó y nos dijeron que Josué no se ajustaba a la normas del aula y que no tenía cabida allí”, añadió.
Su mala experiencia con el sistema educativo es una de las tantas que registra la Asociación.
Por ello, esta agrupación se alió con la Vicerrectoría de Acción Social de la Universidad de Costa Rica.
El objetivo es crear un proyecto para ayudar a los padres a entender mejor el síndrome y capacitar a los maestros de los niños.
Se trata de un trabajo comunal universitario (TCU) que reunirá a 25 estudiantes de carreras como Educación, Medicina y Psicología en el 2009.
“La idea es brindar material didáctico y mejorar el conocimiento de los padres de la Asociación sobre el síndrome de Asperger”, dijo Mercedes Barquero, doctora y profesora de la Escuela de Medicina de la UCR, quien dirige el TCU.
“Además, podremos asistir y capacitar las escuelas de los niños que así lo necesiten en el próximo curso lectivo”, señaló la doctora Barquero.