Hace 20 años, el Hospital Nacional de Niños (HNN) no veía un solo paciente con diabetes tipo 2. Hace 15, comenzaron a llegar los primeros, pero los diagnósticos eran esporádicos, incluso no eran asunto de todos los años. Hoy, este centro médico tiene en control a 25, y hay que sumar los que, por su edad, ya acuden a hospitales de adultos.
“Podríamos estar hablando de unos 40 casos de chicos de entre los 10 y menos de 15 años con ese diagnóstico en los últimos años, muchos pasaron a hospital de adultos. Pero esto sigue. Aproximadamente, cada año estamos viendo unos cuatro diagnósticos nuevos”, precisó Erick Richmond Padilla, jefe de Endocrinología del HNN.
La cifra puede parecer baja, sin embargo, es una enfermedad que no debería verse en menores de edad. En la diabetes tipo 2, el paciente nace con el páncreas sano y funcional, pero que los malos hábitos que se prolongan por años lo van dañando, luego se complican otros órganos.
“La gran, gran mayoría de los 500 pacientes que tenemos en consulta es por diabetes tipo 1, con características muy diferentes de enfermedad. Ellos deben inyectarse insulina porque su cuerpo no produce la suficiente o necesaria, pero sí hemos visto un aumento en los tipo 2 y eso preocupa”, destacó.
La diabetes tipo 2 comienza, como muy temprano, cuando la persona llega a la pubertad, por eso los más jóvenes tienen 10 años. Los adolescentes a los que se les diagnostica el padecimiento a los 15, 16 o 17 años no se ven en el HNN porque ya son atendidos en hospitales de adultos.
“El páncreas va fallando por el exceso de grasa. La grasa genera un daño en el páncreas hasta que la insulina que el páncreas produce ya es inefectiva. Eventualmente, el páncreas deja de producir insulina. Es un proceso de daño constante sobre la función del páncreas. La calidad y la cantidad de insulina cada vez es más insuficiente y ahí comienza a ser necesaria la medicación”, subrayó.
Si esto no se corrige puede ir dañando otros órganos, como los ojos, el corazón y los riñones.
La antesala a la diabetes tipo 2
A estos 25 pacientes del hospital pediátrico se les deben añadir varias decenas de niños que ya tienen obesidad o son prediabéticos (es decir, ya tienen niveles altos de glucosa en sangre, pero no para ser considerados diabéticos y podrían prevenirlo) y que son atendidos por las diferentes áreas de salud. Si se les diagnostica diabetes, son referidos de inmediato al HNN.
La preocupación es que, aunque en muchos casos se detecte la enfermedad desde que los menores presentan solo obesidad o son prediabéticos, el ambiente familiar sin estilos de vida saludable hace que sea muy difícil la prevención, lo que hace más probable la evolución hacia diabetes.
“La prediabetes sí puede controlarse y evitar que llegue a diabetes, pero cuesta mucho sacar adelante a un niño con obesidad y con prediabetes. Las familias están como resignadas. A uno le preguntan, ‘¿cómo? ¿todavía no es diabético?’, ya lo ven como normal, como si lo estuvieran esperando. Muchas veces son niños con padres que ya tuvieron alguna amputación por diabetes y uno piensa, ¿quién va a sacar a este chiquito a hacer ejercicio?”, expresó.
El especialista recalcó que este no es un fenómeno exclusivo de Costa Rica, ya que se ve en todo el mundo.
¿Quiénes son los niños diabéticos tipo 2?
Richmond dijo que, en su gran mayoría, los niños con diabetes tipo 2 tienen tres características:
- Obesidad
- Malos estilos de vida: dieta poco balanceada con exceso de grasas y azúcares; pocas frutas, verduras y proteína.
- Carga genética: en su familia hay muchas personas diabéticas, y algunos la desarrollaron a edades tempranas.
“Son niños que ya nacen en familias donde los hábitos ya son malos y cuesta muchísimo cambiar eso. Por más carga genética, si se hubieran cuidado, hecho deporte y alimentado sanamente, probablemente esa carga genética no se expresa y no se logra desarrollar la diabetes. Pero cuando se les hace la entrevista, uno se asusta de lo que comen, y es un ambiente que tampoco favorece el ejercicio”, expresó el endocrinólogo pediatra.
El especialista añadió que la mala alimentación y el sedentarismo del entorno familiar los hace propensos a desarrollar complicaciones de colesterol, triglicéridos, presión alta y otras enfermedades
Esta complejidad hace que los menores reciban atención de forma interdisciplinaria: una enfermera especialista en diabetes, nutricionista especialista en diabetes, endocrinólogo pediatra, psicóloga y trabajadora social.
Mayores problemas en la vida adulta
El endocrinólogo de adultos Berny Roldán Abellán afirmó que él ve en su consulta adultos que desarrollaron muy jóvenes la diabetes tipo 2.
“Estamos viendo niños de 11, 12, 13 años con diabetes tipo 2. Ese es un problemón. No estamos preparados como sistema de salud para lidiar con eso. Estos chicos podrían tener complicaciones graves de salud a los 30 años”, expuso.
Richmond añadió: “Son niños que evolucionan muy mal y a los 35 años ya están con complicaciones grandes. Para que alguien haya desarrollado diabetes a los 12, 13 años probablemente ya fueran obesos desde antes y con pésimos hábitos”.
Estos adultos tendrán la enfermedad durante más tiempo, por lo que el riesgo de complicaciones a largo plazo será mucho mayor.
¿Qué hacer?
Hay forma en la que las familias pueden bajar el riesgo de que se tenga diabetes, independientemente del riesgo genético, la única forma es con estilos de vida saludables.
“Yo he llegado a decir, ‘vea mamá, en su familia todos podrán ser diabéticos, en la de su esposo también, pero este chiquito puede ser el primero en la familia en no serlo’. Porque los genes han estado ahí toda la vida y hace 20 o 30 años no veíamos los casos, eso lo que nos dicen es que el estilo de vida es decisivo”, recalcó Richmond.
El especialistas recomendó:
- Vigilar el peso del niño.
- Actividad física. Al menos 300 minutos a la semana, repartidos en al menos una hora cinco veces por semana.
- No les dé a sus hijos “comida chatarra”, ni la coma frente a ellos.
- Mayores cantidades de frutas, verduras y leguminosas.
- Revisiones médicas constantes.
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