Se levanta tras pocas horas de sueño. Desayuna a la carrera. Sale con poco tiempo para llegar al trabajo y permanece más de una hora en presas. Llega a la oficina. Pasa ahí 8, 9, 10 o hasta más horas, se levanta solo para ir al baño o almorzar (incluso lo hace frente a su escritorio). Luego, debido al tránsito, tarda una hora o más para volver a casa, comer algo y dormir.
¿Le suena familiar? Esta vida laboral sedentaria no es ajena en el contexto del continente americano. En el 2012, un estudio de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins en EE. UU. ya había advertido que más de la mitad de los trabajadores de zonas urbanas del continente llevan ese ritmo de vida.
Otros estudios internacionales hablan de que al menos 8% de los trastornos depresivos son atribuibles a desencadenantes laborales.
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Y esto es más contraproducente para la salud de lo que se cree. La forma en la que se maneja el estrés, la alimentación y la actividad física con estas jornadas laborales fue parte de varias ponencias del Congreso Internacional de Nutrición Traslacional, que se llevó a cabo este jueves y viernes en la Universidad Hispanoamericana en San José.
De acuerdo con los especialistas, el trabajar durante horas en una sola posición, sin acceso a moverse y sin ver la luz solar a través de una ventana, no solo resta el tiempo para alimentarse bien y realizar actividad física, también aumenta los niveles de estrés y hace que las hormonas nos provoquen deseos de comer aún más de lo que deberíamos.
"La epidemia que tenemos ahora de enfermedades crónicas tiene como una de sus causas la obesidad. Y la obesidad no la podremos combatir si como sociedad mantenemos este ritmo. El lugar de trabajo se vuelve factor de riesgo de enfermedades crónicas", manifestó Ana Baylin, investigadora de la Universidad de Michigan, EE. UU. durante su ponencia en el congreso.
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Esto se une a lo que la nutricionista costarricense Catalina Castro había dicho minutos antes en su exposición: "en muchas empresas hay varias reuniones al día y la gente se pasa sentada. A esto se le une que si llevan refrigerio para alguna de estas reuniones usualmente es repostería hecha con harinas refinadas y otros alimentos con poco valor nutricional".
Aaron Ocampo, de la Universidad Hispanoamericana, también indicó lo nocivo que puede volverse el estrés y que es algo que debe analizarse desde diferentes puntos de vista y ver cómo afecta a cada trabajador.
¿Qué le pasa a nuestro cuerpo bajo estrés laboral?
Ocampo insiste en que el estrés en cierta medida es bueno porque nos lleva a reaccionar mejor, pero que cuando comienza a aumentar es perjudicial para nuestro cuerpo y nuestra salud tanto física como mental.
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Según un estudio publicado en el 2016 en el American Journal of Physiology, Cuando la tensión es mucha, nuestro cuerpo comienza a producir una hormona llamada cortisol. Si esta sustancia se mantiene en exceso durante mucho tiempo puede causar que a las personas les dé más hambre y esto aumente la ingesta de comidas, especialmente dulces que el cuerpo no requiere para su funcionamiento básico. También desencadena en fatiga, dolor de cabeza y apatía.
La sobreexposición al cortisol está también ligada al aumento de peso, ansiedad, depresión, problemas para dormir y enfermedades cardiacas y digestivas.
En el 2012, una investigación de la Universidad de Yale descubrió que la depresión y el estrés crónico activa un interruptor genético que literalmente encoge el cerebro, y causa desconexión entre las neuronas.
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Efectos de la luz artificial
Quien sufre de agotamiento profesional probablemente se vea tan consumido por el trabajo, que familia, amigos, y hasta su propia salud quedan relegados a un último plano, ocasionando un colapso mental y físico.
Algunos ni se percatan de qué hora del día es por estar sumergidos en sus labores.
En ese sentido, "on factor muy importante es la luz solar. La luz fluorescente no es natural para la biología, no tiene el mismo efecto de la luz solar. Si pasamos más tiempo bajo luz artificial y ni siquiera nos percatamos de qué hora es afuera, nuestros niveles de cortisol aumentan y esto nos va a llevar a comer de más, y, con esto, sube nuestro riesgo de obesidad", señaló Baylin.
En la Universidad de Michigan tienen un proyecto de investigación con el tema de la luz solar. Crearon unas lámparas que tienen las mismas características de la luz solar según las horas: color, intensidad, y calor que generan. Tuvieron a diferentes grupos de trabajadores durante dos meses laborando con estas lámparas.
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Aunque aún no hay conclusiones definitivas, pues el estudio sigue su curso, Baylin y sus colaboradores vieron que esta imitación de luz solar dio a las personas más energía en la mañana y mayor concentración en la tarde, y les hizo tener menos ansiedad, miedo e irritabilidad durante toda la jornada.
¿Hay soluciones?
Baylin asegura que sí hay luz al final del túnel si las empresas están dispuestas a hacerlo. Sin embargo, se requieren hacer varias adaptaciones.
"Lo malo es que los programas se centran en cambiar las actitudes de las personas, y eso es muy complejo", explica.
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"No es solo cambiar a las personas, nada logramos si no cambiamos el ambiente 'obesogénico' que tenemos, debemos comenzar por ahí", enfatizó.
Dentro de las soluciones, Baylin apuesta por algunas medidas que ya están en el mercado, como escritorios diseñados para que usted trabaje de pie mientras camina a paso lento en una banda de ejercicios, de esa manera se mantiene activo constantemente.
"No hay que trotar, es caminar a un ritmo que te permita escribir y trabajar. Tampoco se necesita hacerlo toda la jornada. Ya una hora rinde frutos", dijo la especialista.
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Y añadió: "esto no va a hacer que la gente baje de peso, pero sí que no suba más –al menos no tanto– y que se baje la ansiedad por las comidas dulces".
Otro aspecto importante está en tener espacios para que la gente se relaje o incluso juegue en el trabajo, especialmente cuando las jornadas se hacen muy largas. Los trabajadores deben sentirse bien.