Esta semana, los científicos costarricenses confirmaron aquí la presencia de dos variantes del SARS-CoV-2, coronavirus causante de la covid-19, que causan particular preocupación para la ciencia, aunque por razones muy diferentes.
Una de ellas, vista por primera vez en Reino Unido, hace al virus más transmisible.
La otra, reportada por primera vez en Sudáfrica, desarrolló cambios estructurales suficientes como para “disfrazarse” frente al sistema inmunitario si vuelve a enfrentarse con él, por lo que le hace más difícil de reconocer. Esto aumenta el riesgo de reinfecciones y podría reducir la eficacia de las vacunas.
Los científicos admiten que el hallazgo no les tomó por sorpresa, pero sí les cambió el día y los puso a correr.
“Hace un año sabíamos que la pregunta no era si la covid-19 iba a llegar, si no cuándo. Con las variables pasó lo mismo, no nos sorprende que estén, sabíamos que iban a llegar, pero no cuándo”, manifestó a La Nación Francisco Duarte, director del Laboratorio de Análisis Genómico del Instituto Nacional de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa).
“Estábamos haciendo el análisis genómico de estas semanas, cuando las vimos. Como académico y como científico esto es muy interesante, pero como profesional de la salud esto debía notificarse de inmediato por su impacto”, añadió.
Duarte indica que todavía faltan un par de semanas para terminar la revisión actual y determinar si hay más personas con estas características o si hay alguna otra variante de interés presente.
“De momento, solo tenemos una persona con cada variante del virus y no hay personas con otras variantes de preocupación, pero debemos seguir analizando”, explicó el especialista.
Costa Rica es el primer país de Centroamérica en reportar este fenómeno, pero eso no quiere decir que otros países no la tengan. Aquí se tiene personal calificado y la tecnología para hacer un análisis gen por gen del virus y por eso se tiene la capacidad para encontrar estos cambios.
“En los países de la región, algunos tenemos mayores facilidades para poder hacerlo, pero eso no quiere decir que en otros lugares pueda existir”, clarificó el especialista en genómica.
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Asunto de evolución
Las variantes son parte de la evolución de un virus, su genética cambia (muta) constantemente y, en algunos momentos, se acumulan tantos cambios que merecen clasificaciones aparte.
Una variante es un conjunto de mutaciones comunes. La gran mayoría nada más tienen una genética diferente y no afectan de ninguna forma al virus.
Pero, de vez en cuando, surgen algunas variantes que desarrollan ciertas estrategias para subsistir por más tiempo.
Algunas, se harán de más fácil contagio, otras más agresivas, o más letales, mientras que otras desarrollarán mutaciones que les permitan cambiar lo suficiente como para huirle a algunas partes del sistema inmunitario.
Por ahora, hay tres variantes de preocupación para la ciencia (y otras más de “interés científico”). De momento ninguna presenta síntomas más agresivos o letales.
1- La B.1.1.7 surgida en Reino Unido.
2- La B.1.351, vista por primera vez en Sudáfrica.
3- La P.1.128, registrada en Brasil.
“Los microorganismos buscan adaptarse lo mejor posible al medio ambiente. Mutar les permite diversidad y así resistir mejor”, manifestó el especialista.
“Queremos vigilar esa combinación de cambios que podrían llevarnos a una mayor cantidad de casos y a una mayor severidad. Por eso, monitorear es una necesidad”, señaló Duarte.
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Transmisión más fácil
La variante B.1.17, vista por primera vez en Reino Unido, se detectó en setiembre y ya para diciembre era una de las de mayor circulación.
Al inicio, los estudios hablaban de un aumento en la transmisibilidad cercano al 70%. Sin embargo, los documentos más recientes, hablan de un 35%. Sin embargo, esto es lo suficiente como para ser causante de rebrotes.
Los últimos reportes también hablan de la posibilidad de mayor mortalidad, pero esto aún debe confirmarse y la ciencia no lo da por un hecho.
¿Por qué hace al virus más transmisible? Esta variante tiene mutaciones en una proteína clave, llamada espiga o espícula en español, o spike o S en inglés.
Esta proteína es la “llave” que utiliza el virus para entrar a las células humanas.
Aún más: estas mutaciones están en una región decisiva: en el dominio de unión al receptor celular (RBD).
Esto puede estar relacionado con una forma más fácil del virus de “engancharse” al ACE2, el “candado” de nuestras células que es abierto con la llave spike, o podría causarle una replicación más rápida o una absorción más lenta.
Dentro de las mutaciones, hay una que pareciera clave, que posteriormente comenzó a verse en las variantes emergidas en Sudáfrica y Brasil. Esta mutación, llamada N501Y, se sitúa también en la proteína S, y algunos estudios sugieren que le permite al virus adherirse mejor y penetrar en las células humanas.
En Costa Rica, esta variante se vio en una mujer de 35 años. Aún se desconoce cómo se contagió, no se sabe si viajó o si tuvo contacto con alguien que haya viajado.
Según el Ministerio de Salud, ella ya se recuperó y, preliminarmente, no contagió a más personas.
“Aquí no hemos visto más casos, pero el virus no es el único componente. En Reino Unido, la aparición del esta variante se dio cuando se habían relajado medidas y la gente estaba entrando en fiestas de fin de año. Si el comportamiento humano mueve más al virus, se transmite más”, explicó Duarte.
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‘Escape’ a las defensas
La variante reportada en Sudáfrica llegó a Costa Rica con un turista francés que estuvo internado en el Hospital San Juan de Dios.
Como parte de los lineamientos del Ministerio de Salud, se le hace un análisis genómico a algunas personas turistas o nacionales que provengan del exterior.
Este francés, de 65 años, era parte de un grupo de 20 turistas confirmados como positivos en nuestro país. Ellos transmitieron el virus a dos personas (una de ellas está en el hospital), pero se desconoce si portan esta variante.
La preocupación se debe a una mutación denominada E484K.
Este cambio genético es de interés, porque podría alterar la forma de una parte del virus que es crucial para el reconocimiento inmunitario. Esto dificulta que los anticuerpos se adhieran al virus, con esto, la posibilidad de una reinfección sería mayor y la acción de las vacunas sería menor.
En otras palabras, esta mutación haría que el virus “se escape”. Al cambiar su forma en una parte clave es como si usara un disfraz, entonces la memoria de nuestras defensas creada con la vacunación no la reconocería de la misma forma.
No obstante, esto no quiere decir que las vacunas no sirvan del todo, en algunos casos, como la vacuna de AstraZeneca, la eficacia sería mucho menor, pero funcionaría más que no vacunarse del todo. La farmacéutica, con quien Costa Rica tiene acuerdo, anunció que ya trabaja para mejorar su producto y que atienda esta variante.
En el caso de la vacuna de Pfizer, que ya se coloca en nuestro país, sigue siendo igual de eficaz.
“Los estudios de la vacuna de Pfizer refieren tener eficacia sobre esta variante. Habrá que ver el impacto de la misma. En este momento no se va a cambiar ningún elemento del plan de vacunación”, subrayó Leandra Abarca, coordinadora del Programa de Inmunizaciones de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
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Prevención no ha cambiado
El análisis genómico del virus continuará para vigilar los cambios, pero Duarte es enfático en que la mayor responsabilidad es nuestra.
“Para que una enfermedad ocurra necesitamos un agente que enferme, un medio ambiente y la persona que se enferma. Nuestras acciones cortan el ciclo de transmisión”, recalcó el especialista.
Las formas de prevención no han cambiado: lavado de manos, distancia física de las personas que no viven con nosotros, mascarilla en sitios cerrados y evitar espacios pequeños, aglomerados y con poca ventilación.
“No solo somos responsables de nosotros mismos, sino también de nuestro entorno”, concluyó.
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Colaboró la periodista Ángela Ávalos