Juan Carlos Umaña sufrió dolores que no lo dejaron caminar, dormir, ni moverse bien durante dos años debido a dos hernias en la parte baja de su columna, luego de un accidente laboral.
Desde hace un mes, ese cocinero, de 45 años, puede caminar sin problemas y realizar cualquier actividad normal sin sufrir dolores intensos, todo gracias a un dispositivo colocado en su espalda que ‘engaña’ al cerebro cambiando la sensación de dolor intenso por unas agradables.
El “truco” es un neurotransmisor que se implanta en las vértebras afectadas. Un cable genera impulsos eléctricos que bloquean las señales dolorosas y las cambian por vibraciones que disimulan el dolor y repercuten en que el paciente no lo sienta.
Funciona a control remoto: si el paciente siente dolor, nada más activa el control en la intensidad en la que desea sentir las vibraciones y el malestar se disimula.
“Después del accidente tuve dos operaciones que me corrigieron el problema, pero los dolores fuertes seguían. No podía caminar ni moverme bien. Ahora, cada vez que siento dolor, nada más aprieto un botón, y el aparato provoca vibraciones que me quitan el dolor y me hacen sentir bien. Ya no tengo que tomar un montón de pastillas”, dijo Umaña.
“Con esto no estamos quitando el dolor, pero sí provocamos que el cerebro no lo sienta. Es decir, las causas del dolor existen, no puede hacerse nada por quitarlas. Pero este transmisor ‘engaña’ al cerebro a través de las vibraciones. Con la sensación de hormigueo creada por las vibraciones, el cerebro deja de percibir dolor intenso hasta entre un 70% y 80%”, explicó Ana Rocío Pupo, especialista en medicina del dolor.
El dispositivo. El cable del neurotransmisor está compuesto de titanio, un material que no provoca reacciones alérgicas en el cuerpo. A su lado se coloca una microcomputadora con batería incluida, que queda bajo la piel y es casi imperceptible. Al paciente se le entrega un control remoto con el que enciende, apaga y regula la intensidad de las vibraciones.
Una semana antes de la intervención, el paciente es sometido a una prueba de 15 minutos para ver si el cuerpo tolera el dispositivo.
El procedimiento es ambulatorio; dura entre dos y tres horas. En ocasiones, se requiere una noche de internamiento para observar la evolución del paciente.
“Esta técnica no corta ni daña ningún nervio, por lo que los riesgos son mucho menores. Siempre existe la posibilidad de rechazo o de alguna infección, pero es mínima”, afirmó Pupo.
Candidatos. Cuatro costarricenses han sido sometidos a esta técnica. Todos tenían fuertes lesiones en la espalda posteriores a accidentes laborales o de tránsito.
La tecnología también está indicada para pacientes con dolores de espalda intensos que no pueden tratarse con cirugía.
Sin embargo, no puede aplicarse en menores de 15 años, o personas con problemas mentales.
Este procedimiento está disponible en la medicina privada y sus costos varían entre los $15.000 y $22.000 (¢9 millones y ¢13 millones). Sin embargo, todas las personas intervenidas son pacientes del albergue del Instituto Nacional de Seguros que sufrieron dolores muy fuertes después de accidentes laborales o de tránsito.
Los médicos consideran que más adelante la técnica podría llevarse a pacientes de las clínicas del dolor de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).