Cuando la psicóloga especialista en materia laboral y empresarial Eugenia Gamboa comenzó a desarrollar estudios sobre el síndrome del burnout todavía estaba lejos de venir una pandemia. Conforme esta fue avanzando, el desgaste ocupacional de los trabajadores de distintas ramas también iba en aumento, pero los hechos realmente sorprendieron al momento de entrevistar y analizar de cerca la situación de los trabajadores de la salud.
El resultado: el 50,46% de las personas que fueron estudiadas ya presentaba este síndrome de desgaste ocupacional.
“Es un número alarmante, es un número muy, muy alto. Nunca había visto tanto burnout en mis estudios, como ahora que analizamos a los trabajadores de la salud en plena pandemia”, subrayó la especialista.
El síndrome burnout se debe, principalmente, a la exposición prolongada a altos niveles de estrés en el trabajo. Quienes lo viven experimentan fatiga física, cognitiva e interpersonal.
“Este es un nivel muy alto. Normalmente, en este tipo de estudios hay de un 4% a 5%, un 11% máximo. Hay que comprender: este es el nivel de estrés más alto que existe. No es dolor de panza, no es alergia, ni malestar generalizado. Es el grado en que ya la gente está enferma”, destacó Gamboa.
La profesional lleva años aliada con el investigador en Psicología laboral y estrés Pedro Gil Monte, de la Universidad de Valencia, y desde el inicio de la pandemia, ambos decidieron explorar cómo estaba afectando el trabajo las vidas de las personas en Costa Rica. En conjunto investigaron este síndrome en el teletrabajo y, posteriormente, a partir del último trimestre de 2021, ella se concentró en los trabajadores de la salud.
“Con la pandemia todo cambió. Comenzamos a ver un 18% en quienes hacían teletrabajo y eso nos pareció altísimo. Luego me puse a hacer otros estudios que me solicitaron y comencé a ver un 30% un 40%, pero ya con este con gente de salud es el resultado más alto de todas las investigaciones en las que he participado, en donde hemos tenido más de 10.000 personas estudiadas”, señaló la psicóloga.
Este es un estudio más de tipo cualitativo, donde las personas no solo llenaron un cuestionario de respuestas únicas, también tenían preguntas abiertas que les permitían hablar de cómo se sentían y percibían su trabajo y su entorno. Se tomaron en cuenta 330 funcionarios, tanto del sector salud público como privado y de diferentes edades.
“No queríamos trabajar solo con profesionales, también ver cómo impactaba, por ejemplo, al chofer de ambulancia o a los encargados de limpieza”, aclaró la investigadora.
Este síndrome genera más de 60 diferentes síntomas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Dentro de ellos se destaca:
- Físicos: dolores de cabeza, malestar estomacal, contracturas musculares, tics nerviosos, entre otros.
- Emocionales: tristeza o depresión, angustia, ansiedad, nerviosismo, irritabilidad, etc;
- Comportamiento o actitudes: aislamiento, mal humor, pérdida de control de impulsos, apatía, entre otros.
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Otro dato alarmante
De acuerdo con la OMS, el burnout tiene tres dimensiones:
- Estado de agotamiento emocional: sentimiento de estar sobrepasados emocionalmente y exhaustos en el trabajo.
- Actitud cínica o distante frente al trabajo: percepción deshumanizada de las personas con las que se relaciona laboralmente.
- Sensación de ineficacia: insatisfacción en el trabajo con desmotivación.
Pero, según el documento, cuando se analizaron a profundidad las variables, se vio que el 78% de las personas tenían desgaste psíquico, este se caracteriza por agotamiento emocional y físico.
“Ese porcentaje es exageradamente alto, eso arrastra agotamiento a nivel físico y mental. Una persona con este desgaste no tiene la energía necesaria para trabajar y hay un desequilibrio a nivel de neurotransmisores. Probablemente, el cortisol (la hormona relacionada con el estrés) estaba disparado en estas personas”, apuntó.
Gamboa recordó que siempre hay un nivel de estrés que es bueno, que nos pone alertas, nos da energía y nos pone creativos. Ese se denomina eustrés, pero cuando este se acumula puede llegar a ser negativo, ahí pasa a llamarse distrés.
Ella aclaró que para cada individuo la fuente de distrés puede ser muy diferente. Para algunos serán las largas jornadas laborales, para otros podrían ser la falta de motivación, la mala gestión de una jefatura o la cantidad de pacientes que hay que atender.
“Si hay un estrés crónico que no se atiende, se forma un proceso cíclico que ante cualquier otro detonante puede generar cosas más graves”, resumió.
En los trabajadores de la salud, comentó Gamboa, también hay componentes que ponen más cargas: hay componente social de ser vistos como héroes, y por ello, se espera cierto tipo de rendimiento y comportamiento, y genera cierta culpa cuando no se obtienen los resultados esperados.
Por otra parte, también eran socialmente castigados por quienes no creían en la pandemia o por quienes los consideraban foco de contagios.
“Algunos me contaron que ellos, antes de la pandemia, no se cambiaban al salir del trabajo, ahora sí lo hacen y se ponen un jeans o cualquier cosa que no los identifique como trabajadores de un hospital. Cuando no lo hacían, la gente se les alejaba en los buses o se corrían si los veían en supermercado”, recordó.
Además, los funcionarios de salud tuvieron que enfrentarse a hacer más turnos, a cubrir compañeros que se infectaban y debían incapacitarse. Esto también fue cargando más a estos individuos.
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¿Cómo está la salud mental de los trabajadores de la salud?
A través de encuestas y entrevistas, se vio cómo estaba el “burnout” o síndrome del quemado en ticos que trabajan en el sector salud.
FUENTE: Estudio Psicoempresarial CR. || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Síntomas más comunes *
FUENTE: Estudio Psicoempresarial CR. || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Culpabilidad como síntoma
Este estudio fue realizado a partir del último trimestre de 2021. En esa época ya se tenían vacunas y había una cantidad creciente de costarricenses con al menos una dosis. Además, se habían levantado algunas restricciones por lo que se podía ir a restaurantes o sitios de ocio hasta ciertas horas y la restricción vehicular no era tan dura como en el 2020 o a inicios de 2021.
Sin embargo, también coincidió con una saturación hospitalaria donde hubo la mayor cantidad de internados en cuidados intensivos.
En las preguntas abiertas ellos manifestaron extrañar abrazos de sus familiares, tener espacios para desarrollar actividades más allá del hospital, o más tiempo para dormir, simplemente.
Además, dentro de quienes tenían burnout, la mayoría tenían un subtipo llamado nivel 2, en el que las personas no solo sienten el desgaste, también sienten culpa.
“Esto es inusual en los estudios. Siempre son los menos, ahora es muy significativo ver tantas personas que tienen culpa. Son esos sentimientos, esa sensación de remordimiento que uno siente por lo que hizo, no hizo o dejó de hacer en el trabajo. Que tengamos tantas personas con ese sentimiento es preocupante”, aseguró.
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¿Qué más encontró el estudio?
Cuando se revisan las diferencias entre hombres y mujeres, se ve que el 55% de quienes tienen burnout son mujeres y un 45% hombres. Sin embargo, hubo más mujeres en el estudio, entonces, cuando se toman solo los hombres, se ve que el 52% de ellos sufre burnout, contra el 48% de las mujeres.
“Normalmente, eran las mujeres las que tenían este síndrome, pero de los últimos ocho años para acá, han sido los hombres los más afectados”, destacó.
Con las edades se vio que quienes menos desarrollaron esta condición tenían 56 años o más.
“Es común que mientras más años tengamos y más experiencia acumulemos menos nos estresemos. Pero vimos que en este caso no es un tema generacional. Los de más de 56 años sí lo desarrollaron menos, pero los de 40 a 55 lo desarrollaron por igual a los de 18 a 39″, manifestó.
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¿Qué hacer para bajar el impacto?
Gamboa da recomendaciones tanto para los centros de salud como para los trabajadores.
Para jefaturas
- Revisar cargas laborales, jornadas de trabajo y propiciar la distribución de tareas y de tiempos de trabajo de forma equitativa
- Enviar a vacaciones a personas con días acumulados para descargar la tensión que el trabajo les está generando.
- Apoyar al personal en la prevención del estrés laboral mediante actividades de esparcimiento, salud mental y físico, así como en las actividades sociales
- Generar procesos de capacitación en prevención del burnout mediante charlas, talleres o seminarios.
- Establecer canales de comunicación para que los colaboradores conversen de cómo se sienten.
Para los trabajadores
- Aplicar herramientas de autocuidado en sus diferentes áreas: emocional, físico, intelectual,espiritual y social para generar nuevos hábitos de bienestar personal y laboral.
- Gestionar su tiempo mediante uso de planificadores.
- Mantener buenas posturas al trabajar.
- Consumir alimentos saludables, realizar ejercicio físico o generar movimiento
- Reservar tiempo para descansar y generar desconexión de los dispositivos móviles, dormir de 7 a 8 horas diariamente, realizar actividades de relajación.
- Estar en contacto con los seres amados, personas y/o mascotas que generen gratificación para disminuir el cortisol en el organismo (hormona del estrés) y aumentar la oxitocina (hormona del amor y el bienestar).
- Buscar ayuda de profesionales en Psicología laboral que realicen el diagnóstico y acompañamiento, en caso de estar ante burnout o de altos niveles de estrés.
- Pedir ayuda. No espere a que el burnout aumente y traiga más síntomas o el desarrollo de otras enfermedades.