¿Cómo limpiar los vasos sanguíneos? Es una de las consultas más frecuentes cuando las personas buscan temas de salud en Internet. Aunque a nuestras venas, arterias y vasos capilares se les ha comparado con un sistema de cañería no es tan fácil limpiarlas como se hace con las tuberías de una casa o edificio.
A quienes realizan estas búsquedas les salen todo tipo de resultados, desde tomar más allá de los dos litros de agua al día, hasta comer frutas como manzanas. Otros recetan ajos bañados en jugo de limón en ayunas o batidos de remolacha, zanahoria, jengibre y culantro. También hay quienes se ponen a ofrecer cápsulas macrobióticas o aceites de pescado o incluso fármacos.
Pero nada de eso tiene el efecto que muchos esperan a la velocidad que imaginan.
Por eso, en este Siéntase Pura Vida, repasaremos qué hacer para no “ensuciar” nuestro sistema circulatorio, y, en caso de tener cierta “basurita”, cómo tratarla para no perjudicar nuestra salud.
Con ese fin, se revisó información de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y conversamos con el cardiólogo Andrés Garzona.
“Mucho de lo que vemos en Internet es más un tema publicitario o de slogan y que no producen este efecto. En estudio se ha hecho ”, subrayó el especialista.
El cardiólogo señaló que, tal vez estos batidos no nos hagan daño, pero nos pueden dar una falsa sensación de seguridad de que estamos atacando el problema cuando no es así. Si por tomar un batido sentimos que tenemos licencia libre para comer lo que sea y no hacer ejercicio, esto sí podría perjudicarnos.
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¿Qué son nuestros vasos sanguíneos y cómo están compuestos?
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En nuestro cuerpo hay cinco tipos de vasos sanguíneos: las arterias, las arteriolas, las venas, las vénulas y los capilares. Muy probablemente solo hayamos escuchado hablar de venas, arterias y tal vez de capilares, pero todas ellas cumplen funciones para que la sangre fluya a través de nuestro cuerpo.
El manual MSD lo ejemplifica con un proceso. La sangre viaja desde el corazón a través de las arterias, estas se ramifican en vasos cada vez más pequeños, que finalmente se transforman en arteriolas.
Las arteriolas se conectan con vasos sanguíneos aún más pequeños, llamados capilares. A través de las delgadas paredes de los capilares, el oxígeno y los nutrientes pasan desde la sangre a los tejidos y los productos de desecho pasan desde los tejidos a la sangre. La sangre pasa desde los capilares a las vénulas y luego a las venas para volver después al corazón.
Garzona explicó que nuestras venas y arterias tienen varias capas. Cuando nacemos estas están sin el menor daño y la sangre fluye desde y hacia el corazón de la mejor forma.
Las arterias y arteriolas tienen paredes más anchas y gruesas que los demás vasos, pues resisten mayores presiones arteriales.
El problema no se da cuando niños, sino años después. Cuando crecemos, si acumulamos años de malos hábitos, la descripción no es que se ensucien, es que se va acumulando grasa y partículas de colesterol LDL (popularmente conocido como “malo”).
Cuando una arteria es normal, tiene flexibilidad que le permite a la sangre fluir sin contratiempos. Conforme una persona acumula años de malos hábitos, el músculo arterial aumenta su tamaño.
Además, en algunas personas también se forman placas que se adhieren a las paredes internas. Estas placas están compuestas de colesterol, grasa, calcio y una sustancia llamada fibrina.
El músculo “agrandado” hace que la sangre tenga menos espacio, y las placas vuelven a la arteria más rígida y menos flexible. Ahí es donde comienza la hipertensión.
Esto tiene varios problemas. El primero, apuntó Garzona, es que todo esto pasa de forma muy silenciosa. El segundo es que anteriormente se creía que la mayor preocupación era que los vasos sanguíneos se cerraran tanto que el flujo de sangre se hiciera difícil.
“Ahora sabemos que, en ocasiones, acúmulos pequeños de grasa en los vasos sanguíneos, esto los va dañando y se rompe la capita que contiene y se activa la coagulación y ese coágulo interrumpe de forma súbita o aguda el paso de la sangre. Y ahí podría venir un infarto”, destacó.
Esto, precisó el especialista, también puede darse en personas delgadas y aparentemente saludables.
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Los secretos para ‘no ensuciarlas’
Garzona recalcó que lo más importante es no “ensuciar” o ensuciar lo menos posible nuestros vasos. Para esto él tiene la siguiente propuesta para evitar que lleguemos.
1- Cuidar lo que comemos. Frutas, verduras, agua, y limitar los excesos en grasas, azúcares y comidas ultraprocesadas.
2- Actividad física. De baja o moderada intensidad. “No tenemos que correr una maratón, solo ser constantes”, resumió el cardiólogo.
3- Revisar nuestros niveles de azúcar. Un examen de laboratorio nos dará las respuestas. Lo recomendable es hacerlo una vez al año, y, en caso de tener alteraciones, cada seis meses.
4- Revisar nuestros niveles de colesterol. En algunas personas, aunque tengan un estilo de vida saludable, por asuntos genéticos tienen el colesterol más alto.
5- Control de presión arterial. Si usted ya tiene hipertensión, mantenerla bien controlada le ayudará a sus vasos sanguíneos.
6- No fumar. Y si lo hace, dejarlo cuanto antes.
7- Dormir bien. Entre seis y nueve horas al día de sueño de calidad.
8- Mantener el peso adecuado. En cada persona es diferente.
Esto mantendrá nuestras arterias sanas y evitarán infartos a más largo plazo.
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La ‘limpieza’ a la que no queremos llegar
Hay dos formas en las que los vasos sanguíneos sí podrían “limpiarse”, pero no queremos llegar a ninguno de ellos, ya que esto indicaría que nuestras arterias no están sanas.
Uno de ellos son las estatinas, una clase de medicamentos utilizados para bajar el nivel de colesterol en la sangre. Estas deben ser recetadas por un médico. Si a usted se las recetan, tómelas según la indicación, esto sí puede ayudar a que sus vasos sanguíneos se mantengan sanos y su circulación sanguínea fluya.
La otra opción, ya más invasiva, es una angioplastia. Este es un procedimiento que permite mejorar el flujo sanguíneo en arterias coronarias estrechas o bloqueadas por toda la placa ya formada en ellas. Esta intervención ensancha la parte bloqueada de la arteria para que pueda pasar más sangre. En ocasiones, se coloca también un pequeño tubo con una malla en la arteria para ayudar a mantenerla abierta. El tubo se conoce como stent.
Sin embargo, Garzona recuerda que lo ideal es mantener las ocho recomendaciones para que nuestras arterias, venas y otros vasos más pequeños se mantengan sanos.
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