La Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó este martes una iniciativa que busca atacar la resistencia a los antibióticos, medicamentos que cada vez encuentran más trabas para funcionar, dado que las bacterias que los atacan se vuelven más fuertes que estos y se dificulta tratar una infección.
La iniciativa se llama AWaRe y es un acrónimo que en inglés significa “estar alertas”. Esta herramienta toma a la Lista Esencial de Medicamentos de la OMS y divide a los fármacos en tres listas: Acceso (A), Observar (Wa) y Reservar (Re).
La herramienta también especifica cuáles antimicrobianos deben usarse como regla internacional para tratar desde las infecciones más comunes hasta las más graves, cuáles deberían estar siempre disponibles en los sistemas públicos de salud, cuáles deben usarse en casos muy específicos, y cuales deben reservarse y utilizarse únicamente como última opción.
Esta campaña busca aumentar la proporción del consumo global de antibióticos en el grupo Acceso para que estos traten al menos el 60% de las infecciones por bacterias y se reduzcan los antibióticos de la lista Observar y Reservar.
Usar más antibióticos de la lista Acceso baja el riesgo de resistencia, dado que este listado lo componen fármacos llamados de “bajo espectro”, es decir, que solo atacan microorganismos específicos y no varios tipos de patógenos al mismo tiempo.
En cambio, los fármacos de amplio espectro se reservarán para ocasiones en las que realmente sean necesarios.
“La resistencia a los antimicrobianos es una pandemia invisible. Ya estamos comenzando a ver signos de una era postantibióticos, con la aparición de infecciones que son intratables con todos los antibióticos disponibles. Debemos salvaguarda esta última línea de antibióticos para asegurar que puedan tratar las infecciones más serias”, señaló en un comunicado de prensa Mariângela Simão, directora adjunta para el Acceso a los Medicamentos de la OMS.
Hanan Balkhy, directora adjunta de la OMS para Resistencia Antimicrobiana añadió: “luchar contra resistencia a los antimicrobianos requiere un balance cuidadoso entre acceso y reservar para las emergencias. La herramienta AWaRe puede guiar las políticas públicas para asegurar que los pacientes sean tratados y a la vez limitar la resistencia”.
¿Cómo se da la resistencia?
Existen muchas formas en que los microorganismos se vuelven más fuertes y generan resistencia a los tratamientos médicos.
Por un lado está la llamada resistencia natural. En su lucha por sobrevivir, los microbios mutan (es decir, cambian su genética) para no sucumbir ante los fármacos que usualmente las matan o impiden su reproducción. Esta forma de resistencia es tal vez la más lenta, pues depende de la evolución de estos seres vivos.
Sin embargo, la manera más común de resistencia se da cuando una persona no termina el tratamiento que se le recetó. Si la terapia se corta, los microorganismos no habrán muerto y en lugar de ello, como método de supervivencia, se reproducirán más y encontrarán las herramientas para fortalecerse y volverse inmunes a los antibióticos usuales.
En caso de que la infección se complique, la persona afectada no podrá tomar el mismo medicamento porque el patógeno no sucumbe ante el fármaco, por lo que se requerirán productos más fuertes y con más efectos secundarios. Incluso, podría darse el caso de que lleguen a quedarse sin medicinas que puedan ayudarlos.
La resistencia también puede surgir si el paciente bota los sobrantes de medicamentos en el lavatorio o el inodoro, pues estos pueden ir a dar a los ríos y ser consumidos por peces.
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El peligro
Cada año, las bacterias, los hongos y los parásitos acaban con la vida de unos 10 millones de personas en el mundo. De esa cantidad, medio millón de fallecimientos no ocurren por la falta de acceso a fármacos, sino más bien porque el microbio desarrolló resistencia a los tratamientos y se volvió más fuerte que todos los medicamentos que se usan en este momento para tratar la infección.
El escenario se vuelve más complicado porque no hay nuevos medicamentos que luchen contra estos microorganismos. La OMS ya ha advertido que, si los países no actúan, la resistencia a los medicamentos matará a 10 millones de personas antes del 2050.
Como si esto fuera poco, los impactos económicos también son fuertes. La autoridad mundial en salud calcula que si no se actúa con prontitud, la resistencia a los medicamentos llevaría a la pobreza extrema a 24 millones de personas antes del 2030.
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Responsabilidad también es nuestra
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La acción de nosotros, como pacientes, cada vez que nos recetan un medicamento puede estar empeorando la situación.
Ingerir un antibiótico sin receta, no completar el tratamiento asignado por el médico o terminarlo de repente, son malas prácticas que deben evitarse a toda costa.
Por lo tanto, nunca acepte un antibiótico de una persona que no sea un médico. Estos fármacos solo pueden venderse con receta médica. Tampoco le sugiera a otra persona que tome algún medicamento contra determinado tipo de síntoma.
Si por alguna razón le sobra medicamento, no lo bote en un basurero ni lo tire por el desagüe. La única forma en que un antibiótico (e, idealmente, cualquier otro tipo de fármaco) puede desecharse es con ayuda de un profesional, por lo que la recomendación de oro es llevar los sobrantes a la farmacia.
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