Cuando Rolando Herrero era residente de Oncología Médica vio de cerca todos los daños que causaba el cáncer de cérvix en las mujeres.
“Ejemplifica la desigualdad, la injusticia y condición de la mujer. Es una infección de transmisión sexual que se da en muchas mujeres, muchas de ellas jóvenes, especialmente en estratos bajos. Hay muchísimas formas de detección, pero hemos fallado en la mayoría de los países en desarrollo”, reflexionó el especialista.
Hoy, estos conocimientos y sus aportes al país lo llevaron a ser galardonado con el Premio Nacional de Ciencia Clodomiro Picado Twight 2020.
Este es el máximo reconocimiento o que otorga el Estado costarricense por los aportes de un nacional al desarrollo científico.
Esa realidad que vio en su práctica de Oncología lo fue llevando de la mano a investigaciones cada vez más profundas relacionadas con esta enfermedad y con el virus del papiloma humano (VPH), precursor de este cáncer ginecológico.
Sus pesquisas, en conjunto con el Instituto Nacional del Cáncer en Estados Unidos (NCI, por sus siglas en inglés), llevaron a Costa Rica a ser un punto de estudio para el entendimiento de las causas y características del cáncer de cérvix.
Gracias a su trabajo, aquí se probó la vacuna contra el VPH en ensayos clínicos, y se comprobó que dos dosis, y no tres, son suficientes para obtener protección. Además, en este momento lidera el estudio ESCUDDO, que busca determinar si una dosis da la protección necesaria.
Herrero fue el ganador entre 14 candidatos sobresalientes, según el jurado.
El acta señala que el galardón se otorga “por su gran aporte al desarrollo de las ciencias médicas en Costa Rica, la destacada consecución de fondos en el exterior para realizar investigación en el país, su trayectoria sobresaliente en cuanto al grado de impacto y presencia en el medio de sus investigaciones, así como la cantidad de publicaciones y citaciones generadas a partir de ellas”.
Herrero, al aceptar el premio, dio un mensaje para los jóvenes que inician en el camino de la investigación científica: “El camino es difícil y se van a requerir muchos sacrificios y un poco de suerte. No se van a ser ricos ni tampoco famosos, pero el resultado va a hacer ver sus datos y vislumbrar que ese conocimiento puede llevar a mejorar las vidas y bajar el sufrimiento de algunas personas”.
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Una vida dedicada a la investigación
Los primeros contactos que tuvo este oncólogo con la investigación biomédica se dieron desde que estudiaba Medicina en la Universidad de Costa Rica (UCR).
En ese entonces fue asistente de investigación en un proyecto que veía los efectos de los plaguicidas en la salud humana y las intoxicaciones que causaban. Y así comenzó a enamorarse de esta rama de las ciencias de la salud.
Posteriormente, ya en la práctica médica, en la década de 1980, comenzó a ver los ensayos clínicos rigurosos que se hacían en países desarrollados.
“Contrastaban con la ausencia de investigación y seguimiento de los casos en nuestros hospitales en esa época y eso hacía muy dura la práctica de la Oncología Médica”, recuerda.
A mediados de esa década comenzó con la investigación, participó en un estudio de epidemiología con el NCI y esto lo llevó a dedicarse por entero a este campo a partir de 1988.
“Me fascinaron los métodos y el seguimiento científico y riguroso. Además, tenía la oportunidad de salir del hospital y estar en la comunidad”, recalcó.
Luego, en 1989, hizo una pasantía en el NCI, y, antes de regresar comenzó a gestar el que se convirtió en el Proyecto Epidemiológico Guanacaste (PEG), que estudió durante décadas las causas y características del cáncer de cérvix en la provincia.
También fue investigador del Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), una organización inscrita a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Allí no solo estudió cáncer de cérvix, también cáncer gástrico y la bacteria Helicobacter pylori, relacionada con este tumor.
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Ligarse con el VPH
El nombre de Rolando Herrero no solo es importante cuando se habla de Costa Rica; su nombre figura entre los más importantes del mundo cuando se habla del conocimiento del virus del papiloma y los tumores con los que este está relacionado: cérvix, vulva, ano, pene y garganta.
“No es exageración decir que gracias al trabajo hecho en Costa Rica ahora entendemos mejor el virus y su vinculación con diferentes tipos de cáncer. Sus investigadores son de alto nivel”, dijo Douglas Lowy, cocreador de la vacuna contra el VPH, en una entrevista anterior con La Nación.
Herrero rememora: “en los años 80 no estábamos seguros de la relación causal del virus del papiloma y el cáncer de cérvix ni conocíamos los miles de detalles de cómo interactúan la infección, el ambiente y las características de las personas para llegar al cáncer“.
El confirmarse esta relación entre virus y cáncer fue la llave para más investigaciones y vacunas.
El PEG fue la puerta de entrada para que Herrero llegara donde está. Se estudió a 10.000 mujeres y luego se probó la vacuna en un ensayo clínico con 7.500.
Con el paso del tiempo sus estudios vieron que no eran necesarias tres dosis para obtener la protección, si no solo dos.
En este momento, el estudio ESCUDDO busca determinar si una dosis es suficiente en adolescentes, y pronto se comenzará otra investigación para saber si una dosis basta en mujeres mayores de 18 años.
También es parte del estudio ESTAMPA, que busca determinar el mejor método del detección del VPH.
Ir más allá del cáncer e investigar covid-19
Herrero y la Agencia Costarricense de Investigación Biomédica (ACIB), la cual dirige, no se detienen. Tampoco se limitan al cáncer.
Desde octubre pasado trabajan con la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) en el estudio RESPIRA. Esta pesquisa analizará los anticuerpos de los costarricenses de la covid-19, que busca saber la huella de la enfermedad en nuestro país, saber cómo están nuestras defensas y ver cómo se comporta la enfermedad a largo plazo.
El trabajo de campo comenzó en noviembre pasado para responder a varias preguntas: ¿qué pasa después de que nos recuperamos de covid-19? ¿Nuestro sistema de defensas quedó listo para “reconocer” al virus SARS-CoV-2 si nuevamente nos enfrentamos con él? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Eso nos impedirá enfermar o ayudará a que nuestra segunda infección sea más leve?
“El proceso ha sido lento, y la pandemia de covid-19 muestra que los procesos de desarrollo científico pueden acelerarse si se tiene la voluntad política y los recursos humanos y financieros”, destacó.
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