La depresión, ansiedad y otros tipos de afectación a la salud mental en medio de la pandemia impactan a la población costarricense.
La cantidad de personas con síntomas depresivos aumentó seis veces entre finales de marzo (cuando apenas se veían los primeros casos de covid-19) y finales de octubre. En el caso de las manifestaciones de ansiedad, quienes las sufren aumentaron más del triple en el mismo período.
Así lo señalan los últimos datos de una investigación conjunta realizada por la Universidad Estatal a Distancia (UNED) y la Universidad Nacional (UNA), en la que participaron 6.786 individuos entre los 15 y los 80 años.
En el cuestionario realizado entre el 30 y 31 de marzo, el 10% de las personas presentó síntomas relacionados con depresión, mientras que en el hecho entre el 9 y 29 de octubre esta cifra llegó al 61%.
En el caso de la ansiedad, esta pasó de 13,8% a 43,7%.
Las poblaciones de 36 a 40 años y de 51 a 55 presentaron las puntuaciones más altas en depresión, ansiedad y miedo.
Según detalla el informe, esto también se ve reflejado en síntomas físicos. El 43,6% de la población estudiada dijo experimentar sudoración de manos, palpitaciones en el pecho o dificultades para dormir.
El reporte, liderado por la psicóloga social Eva Carazo, también encontró que el 32,1% de la población (una de cada tres personas, aproximadamente) está muy afectada por la pandemia.
“Estas personas presentan un estado de salud mental más crítico, con una mayor probabilidad de padecer trastorno por ansiedad generalizada. Estas personas también se caracterizan por tener niveles más altos de estrés, definido por la facilidad de la irritación, cambios de humor o la aparición de conductas de riesgo”, cita el informe.
Las personas de este clúster también se caracterizan por sobrecarga y desgaste emocional, y por rebasar los límites en la capacidad de afrontamiento.
Época de cambios
Las características de esta época hacen que sean terreno fértil para daños a la salud mental y emocional.
Trabajar y estudiar desde casa; ese sitio de ocio y descanso se transformó también en oficina y escuela.
Se le suma el temor a un contagio de una enfermedad con la que nunca nos habíamos enfrentando y la inseguridad económica que provoca un contrato suspendido, una jornada laboral reducida o la pérdida del trabajo, o, en el caso de trabajadores independientes, la pérdida de clientes.
A la lista debemos agregar el descontrol de horarios para comer, para dormir, para trabajar o estudiar. Y el que se esté haciendo, en términos generales, menos ejercicio.
El estudio halló que la estabilidad laboral es determinante: a mayor estabilidad laboral, los efectos en la salud mental son menos críticos.
Las personas desempleadas, pertenecientes al sector informal y que se dedican a ventas en locales o servicios directos, muestran, en líneas generales, una situación de salud mental más frágil.
¿Cómo afrontan las personas todo esto? Eso preocupa a los investigadores.
Ellos estudiaron la resiliencia en los participantes, es decir, la capacidad de las personas para superar las situaciones adversas.
“Más de la mitad de la población tiene una baja resiliencia, esto indica que sus estrategias de afrontamiento no permiten reducir el impacto y no se están adaptando suficientemente a la situación de emergencia”, señalan los investigadores.
El documento añade: “un 30,2% obtuvo puntuaciones medias, mientras que un 15% obtuvo puntuaciones en el extremo superior; este grupo tiene una mayor capacidad de adaptación”, explica el equipo investigador.
En esto también influye si la persona convive en una relación de pareja o no. Las personas solteras tienden a tener más síntomas de depresión y ansiedad, así como una menor resiliencia. Por su parte, las personas divorciadas presentan mayor estrés, ansiedad y miedo.
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Nuestro comportamiento
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El estudio también mide las actitudes y comportamientos frente a la emergencia sanitaria.
Por ejemplo, un 88% de los participantes afirma lavarse las manos con agua y jabón, un 63,3% se moviliza a lugares públicos únicamente con su burbuja social, y un 60,5% lava y desinfecta los productos que ingresa a la casa.
Pero también los números indican que las personas están relajando su comportamiento. Por ejemplo, la medición de octubre indicó que un 13,7% de la población se queda en casa lo más posible y solo sale si es necesario, contra un 51,5% que dijo cumplirla en marzo pasado.
Los investigadores encontraron que, en términos generales, las mujeres son más dadas a cumplir con las medidas para evitar la propagación del virus.
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¿Cómo se hizo el estudio?
La investigación consistió en un cuestionario que los participantes llenaron por Internet. Lo contestaron 6.786 personas entre los 15 y los 80 años.
La muestra no es aleatoria. Para que una muestra sea aleatoria todos los miembros de una población deben tener la misma posibilidad de estar dentro de dicha muestra.
Por esta razón, los investigadores hicieron una ponderación de la base de datos por sexo, edad, provincia de residencia, escolaridad, condición laboral y sector de trabajo.
El nivel de confianza es del 95%.
La investigación continúa activa. Si desea participar ingrese aquí.
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