Una cuarta dosis de la vacuna contra covid-19 de las compañías Pfizer y BioNTech “podría ser necesaria”, según dijo Albert Bourla, director ejecutivo de Pfizer, a la cadena de noticias estadounidense CBS.
“La protección que estás obteniendo de la tercera dosis es lo suficientemente buena, de hecho, muy buena contra hospitalizaciones y muertes. No es así de buena contra infecciones; la protección no dura mucho. Estamos por entregar datos a la FDA (agencia reguladora estadounidense) para ver qué dicen los expertos”, declaró Bourla el pasado domingo..
En este momento, el esquema inicial con este producto se compone de dos dosis que se colocan con 21 días de diferencia. A partir de los 12 años se recomienda un refuerzo que puede colocarse entre los cuatro y los seis meses posteriores a la segunda dosis.
Algunos países como Israel, Suecia y Chile han comenzado a poner cuartas dosis en algunas poblaciones. En este último país, las primeras dosis fueron de vacunas desarrolladas por los laboratorios chinos Sinovac y Sinopharm, que posteriormente mostraron tener menor efectividad. En Estados Unidos, algunos pacientes con problemas inmunitarios tienen la opción de inocularse una cuarta vez, si así lo desean.
Sin embargo, ¿cuánto podría proteger una cuarta dosis si ya tenemos protección para minimizar el riesgo de complicarnos, hospitalizarnos y morir? ¿es realmente necesario vacunarse por cuarta ocasión para evitar enfermar con síntomas leves (o infectarse sin síntomas, aunque con la posibilidad de infectar a otros)? ¿si fuera necesaria, lo será para toda la población o solo para los más vulnerables?
Para responder estas preguntas, La Nación revisó los datos de informes hechos en Israel, primer país en comenzar a poner una cuarta vacuna en algunos sectores de la población. Además, habló con la viróloga costarricense Eugenia Corrales Aguilar, quien ha estudiado de cerca el virus y las vacunas que se utilizan para combatirlo.
Antes de continuar, es necesario indicar que estas son solo declaraciones dadas por la compañía, basadas en datos que tienen de sus estudios internos con personas que recibieron, como parte del seguimiento de un ensayo clínico, una cuarta inyección.
Esto no quiere decir que la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA) lo autorizará. Los reguladores pueden pedir más información, o desestimar, o considerar que solo es necesario en algunas poblaciones y no en individuos sanos, o establecer plazos más separados para eventuales refuerzos.
LEA MÁS: España dejará de contar cada caso de covid-19 ¿cómo monitoreará el virus?
‘Tope inmunitario’
Pesquisas realizadas en Israel en 1.050 trabajadores de la salud señalaron que una cuarta dosis de las vacunas de Pfizer y de Moderna sí aumentaba los anticuerpos dos semanas después de recibirlos, pero después decaían. Su eficacia fue baja para prevenir infecciones con síntomas leves o asintomáticas.
Los resultados preliminares fueron publicados en la base para publicaciones preimpresas medrxiv.org y aún no han sido revisadas por pares, un paso vital del método científico en donde personas con amplio conocimiento en la materia evalúan los resultados para darles validez o descartarla.
“Las vacunas de ARNm llegan a un tope inmunitario, a un ‘techo’ luego de la tercera dosis”, señaló a la revista Nature el inmunólogo austríaco Miles Davenport.
La infectóloga Gili Regev-Yochay, una de las autoras del reporte de Israel, aseveró que la tercera dosis es realmente importante y que sí protege contra la variante ómicron, pero que las personas jóvenes y saludables muy probablemente no se beneficiarían mayor cosa de una cuarta dosis.
Corrales Aguilar es de la misma opinión: “vea la obsesión de varios países de estar poniendo cuartas y quintas dosis a la población general. Ya salieron los resultados diciendo que no aporta mucho a una persona sana. La tercera sí, porque muchos discutíamos que el esquema inicial debió ser de tres dosis. Pero una cuarta a quien está saludable no le aporta mucho ni por mucho tiempo”.
Sin embargo, sí habría que ver situaciones muy específicas, como las de pacientes inmunocomprometidos, cuyo sistema de defensas está disminuido y no funciona bien. Esto tiene consecuencias tanto en el caso de enfrentarse con el virus, pues tendrían menos armas, como también a la hora de poner a “funcionar” las vacunas, pues las defensas no logran construir una protección tan alta como en quienes tienen un sistema inmunitario normal.
LEA MÁS: Barack Obama positivo por covid-19 con síntomas leves
Si el virus cambiara mucho, la historia podría cambiar... por ahora, no
¿Podría suceder eventualmente una vacunación contra la covid-19 como la de la influenza, contra la que nos vacunamos cada año? Corrales lo resume así: “nos vacunamos contra la influenza todos los años porque todos los años cambia la composición de la vacuna”.
Si en algún momento este coronavirus se comportara como la influenza, como sugieren algunos especialistas, y mutara lo suficientemente rápido como para motivar nuevas composiciones de vacunas al año, entonces probablemente algunas personas con mayor riesgo sí deberían inocularse anualmente, pero con esa nueva composición de las dosis, no con la misma que recibieron este año.
LEA MÁS: 16.600 ticos se contagiaron de covid-19 por segunda vez en lo que va del año
En ese sentido, Bourla reiteró en la entrevista de este domingo que Pfizer trabaja en vacunas no solo contra la variante ómicron, también en posibles vacunas “multivariantes” que ataquen varias a la vez y que puedan ofrecer protección para “al menos un año” para volver a nuestra vida antes de la pandemia.
Sin embargo, antes de esto deberán pasar revisiones de científicos independientes y de agencias reguladoras.