La farmacéutica Pfizer solicitó ante la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) permiso para aplicar una cuarta dosis de la vacuna contra la covid-19 en adultos mayores. Esta dosis adicional se recomendaría para colocarse cuatro meses después de la tercera.
Dicha petición está sustentada en pruebas realizadas en Israel, donde los mayores de 60 años recibieron un refuerzo adicional, así como los trabajadores de salud y quienes tienen un sistema inmunitario deprimido por alguna enfermedad o problemas de defensas.
“Los datos confirman que las infecciones fueron dos veces menores y las estadísticas de enfermedad severa fueron cuatro veces menores en quienes recibieron un refuerzo adicional al menos cuatro meses después de su primer refuerzo (o tercera dosis) en comparación con quienes solo recibieron un refuerzo”, cita un comunicado de prensa enviado por la farmacéutica.
Pfizer, en conjunto con la compañía BioNTech, también presentó datos de un ensayo clínico desarrollado en Israel en el que se tomó en cuenta a 700 personas, 154 de ellas recibieron una cuarta dosis cuatro meses o más después de la tercera.
En el caso de estos últimos, los anticuerpos neutralizantes (sustancias que protegen a las células sanas del virus) aumentaron entre siete y ocho veces dos semanas después. También hubo un aumento de ocho a diez veces en anticuerpos contra la variante ómicron.
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“El estudio tampoco encontró preocupaciones en cuanto a la seguridad (efectos secundarios) de quienes recibieron esta dosis adicional”, añadió el comunicado.
Lo anterior no quiere decir que el ente regulador lo autorizará. Los funcionarios pueden pedir más información, o desestimar, o someter la discusión a un panel de especialistas, o considerar que solo es necesario en algunas poblaciones y no en individuos sanos, o establecer plazos más separados para eventuales refuerzos.
Pfizer indicó que los resultados hasta el momento muestran que tres dosis siguen siendo eficaces para proteger contra complicaciones hospitalizaciones y muertes.
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No en otras poblaciones
Los resultados presentados por Pfizer muestran algún efecto en adultos mayores, cuya respuesta inmunitaria va decreciendo como parte de un proceso de envejecimiento en el que también decae el sistema inmune. Esto se conoce como inmunosenescencia.
Pero la situación podría no ser la misma con personas más jóvenes y saludables. Pesquisas realizadas en Israel en 1.050 trabajadores de la salud señalaron que una cuarta dosis de las vacunas de Pfizer y de Moderna sí aumentaba los anticuerpos dos semanas después de recibirlos, pero después decaían. Su eficacia fue baja para prevenir infecciones con síntomas leves o asintomáticas.
Los resultados preliminares fueron publicados en la base para publicaciones preimpresas medrxiv.org y aún no han sido revisados por pares, un paso vital del método científico en donde personas con amplio conocimiento en la materia evalúan los resultados para darles validez o descartarla.
“Las vacunas de ARNm llegan a un tope inmunitario, a un ‘techo’ luego de la tercera dosis”, señaló a la revista Nature el inmunólogo austríaco Miles Davenport.
La infectóloga Gili Regev-Yochay, una de las autoras del reporte de Israel, aseveró que la tercera dosis es realmente importante y que sí protege contra la variante ómicron, pero que las personas jóvenes y saludables muy probablemente no se beneficiarían mayor cosa de una cuarta dosis.
La viróloga Eugenia Corrales Aguilar es de la misma opinión: “vea la obsesión de varios países de estar poniendo cuartas y quintas dosis a la población general. Ya salieron los resultados diciendo que no aporta mucho a una persona sana. La tercera sí, porque muchos discutíamos que el esquema inicial debió ser de tres dosis. Pero una cuarta a quien está saludable no le aporta mucho ni por mucho tiempo”.
Sin embargo, sí habría que ver situaciones muy específicas, como las de pacientes inmunocomprometidos, cuyo sistema de defensas está disminuido y no funciona bien.
Esto tiene consecuencias tanto en el caso de enfrentarse con el virus, pues tendrían menos armas, como también a la hora de poner a “funcionar” las vacunas, pues las defensas no logran construir una protección tan alta como en quienes tienen un sistema inmunitario normal.
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