Un niño que nace en situación de pobreza no solo tendrá mayor riesgo de sufrir desnutrición y tener menos oportunidades, su desarrollo cerebral también se ve impactado y podría ser más lento y menor que el de menores de la misma edad con mayores posibilidades económicas.
Así lo señala una investigación realizada a 116 menores que nacieron en condición de pobreza en Estados Unidos, a quienes se les dio seguimiento durante 14 años.
El estudio, realizado por la Universidad de Georgia, examinó cada seis meses el desarrollo de los menores desde los cuatro hasta los 18 años. Para ello, se utilizaron resonancias magnéticas que medían las diferentes zonas del cerebro y luego se compararon con los parámetros que otros estudios arrojaron para niños saludables de la misma edad.
El reporte, publicado en la revista JAMA Pediatrics , evidenció que quienes vivían en condición de pobreza tenían en promedio una materia gris un 10% menor.
Además, estas personas presentaban un 80% más de riesgo de tener anomalías en el giro dentado izquierdo (corteza cerebral relacionada con la memoria), el hipocampo (área relacionada con el procesamiento de la memoria y la manifestación de emociones) y la amígdala izquierda (el centro emocional de nuestra mente).
“El poder adquisitivo de las familias está íntimamente asociado con la capacidad craneal de los niños. Esto se ve especialmente en las partes que realizan la mayor parte del esfuerzo cognitivo”, explicó, en un comunicado, Erika Forbes, una de las investigadoras.
“Además, los mayores avances en la capacidad craneal están relacionados con el aumento de ingresos en sus familias”, agregó.
Afectaciones. ¿Cómo se manifiestan estas lesiones en el cerebro? Los investigadores hallaron que no en todos los niños se manifestaban igual. Las principales expresiones se vieron en problemas de memoria, falta de habilidades para aprender, baja capacidad para enfrentar el estrés y cambios constantes en los estados de ánimo.
Por otra parte, las calificaciones escolares de los participantes del estudio eran hasta 20% menores que las de sus compañeros de clase.
Los daños eran mayores en quienes vivieron la pobreza en sus tres primeros años de vida, en comparación con quienes nacieron en familias con dinero y que después lo perdieron.
“El cerebro es un músculo que se debe fortalecer en la niñez, y cuanto más temprano se comience, mejor. Si recibe buena estimulación y protección, trabajará bien, pero si no es así, se tendrán consecuencias que podrían afectar sus oportunidades futuras”, manifestó el coordinador del reporte, Gene Brody, en el comunicado.
Las razones. ¿Por qué la pobreza impacta en el desarrollo cerebral de un menor? Los investigadores sugieren que se debe a que estos niños tienen menor acceso a una alimentación de calidad y la desnutrición afecta el desarrollo cerebral.
Además, estos niños usualmente reciben menos estimulación, en parte porque sus padres pasan más tiempo fuera de casa en el trabajo y les dedican menos tiempo y atención, pero también porque no saben cómo motivar esa estimulación. Otras veces, también había violencia en el hogar.
Los científicos vieron, sin embargo, que los participantes con mejor relación con sus padres no presentaban estas anomalías cerebrales.
“El apoyo de los padres es vital. No hay que hacer nada sofisticado. Pasar tiempo a su lado, jugar, escucharlos y reírse con ellos puede marcar la diferencia”, aseguró Brody.
Los investigadores son conscientes de que el estudio se realizó con un número muy reducido de personas y debe replicarse en una población mayor para obtener resultados más contundentes, pero esta es una base para comprender la necesidad de luchar contra la pobreza.