“El trabajo agrícola no impacta la salud de los riñones si la persona trabaja menos de tres años, el problema es que estas personas no saben hacer otra cosa. Notamos un perfil de paciente de bajos recursos económicos y baja escolaridad.”
Así, Roy Wong, de Vigilancia Epidemiológica de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), resumió uno de los principales obstáculos de la enfermedad renal crónica: más allá de un problema de salud, es la consecuencia de un problema social más complejo.
“La diálisis (tratamiento que reciben los pacientes) es un procedimiento que puede realizarse en casa, siempre y cuando, la vivienda reúna ciertas condiciones, en este caso, muchos pacientes están en el hospital: hay viviendas que no tienen lavatorio en el baño, que no tienen cielorraso, que no tienen un cuarto propio para el paciente”, aseguró el especialista.
A esto se le une que hay trabajadores que no están asegurados y esto complica aún más su condición.
En acción. Funcionarios de la CCSS coinciden en que este problema debe afrontarse desde varias aristas. La atención social y laboral del problema es de las más necesarias.
“Ya hoy conocemos los factores de riesgo, debemos compartir esto con las autoridades pertinentes. Regular las jornadas laborales no es competencia de la CCSS, pero sí tenemos que llevar la voz y comunicar esto”, explicó María del Rocío Sáenz, presidenta ejecutiva de la CCSS.
Sáenz dijo que se necesita la participación de los ministerios de Salud, Trabajo, y Agricultura y Ganadería, así como los trabajadores para hallar la solución.
“Necesitamos el compromiso de todos, este es un problema muy complejo que necesita de un esfuerzo interinstitucional para trabajarse”, recalcó Sáenz.
La Caja de Seguro tiene unidades especiales de diálisis funcionando en Liberia y Cañas (Guanacaste), además, agiliza los trámites para que los pacientes más afectados tengan una pensión por invalidez.
Sin embargo, estas medidas no evitan que otras personas desarrollen la enfermedad.
Para los especialistas, el hacer una pausa en la jornada laboral, entre las 10 a. m. y las 2 p. m., sería lo ideal, para que de esta forma, los trabajadores no estén expuestos a las horas de mayor radiación solar y temperaturas más altas.
Sin embargo, la situación deberá ser regulada por el Ministerio de Trabajo, así como por las empresas de cultivos agrícolas.