La estadounidense Nina Martínez tiene 35 años y porta el VIH desde las seis semanas de nacida, cuando fue infectada en una transfusión de sangre, en una época en la que no se hacían análisis para descartar a quienes portan el Virus de Inmunodeficiencia Humana.
No obstante, desde que tiene recuerdo, su historia de vida la ha impulsado a luchar por mejorar la salud de la población y esta semana se convirtió en la primera persona seropositiva en donar un riñón para salvar la vida de otro portador del VIH.
“Mi inspiración fue una vecina que se ofreció voluntariamente a ser donante viva de riñón. Para mí es sumamente importante participar en investigaciones clínicas. Fui testigo de cómo ella hizo posible un trasplante que le salvó la vida a otra persona y, al ver lo que hizo, supe que si había alguna forma de que yo ayudara a alguien, tenía que hacerlo. Hacer esto conforme a un protocolo de investigación resultó muy cómodo para mí”, destacó Martínez en un comunicado de prensa.
Las personas que viven con el VIH no habían podido donar un riñón hasta este momento, debido a las preocupaciones de que este virus fuera un factor demasiado riesgoso para la enfermedad renal en el donante.
Sin embargo, una investigación realizada por Johns Hopkins Medicine (hospital donde se realizó el procedimiento en Baltimore, Maryland, Estados Unidos) cambió el parecer de muchos especialistas.
Dicho estudio incluyó más de 40 000 personas con VIH y demostró que los nuevos medicamentos antirretrovirales no causan daño en el riñón. Además, las pesquisas comprobaron que quienes tenían el virus bien controlado básicamente corren los mismos riesgos que aquellos no infectados, por lo que están bastante saludables para donar sus riñones.
"Esta enfermedad, que en la década de 1980 era considerada una sentencia de muerte, está actualmente tan bien controlada que las personas infectadas por el VIH ahora pueden salvar vidas a través de la donación de riñón. ¡Es algo increíble!”, manifestó en el comunicado Dorry Segev, cirujano a cargo tanto del estudio como del procedimiento de trasplante.
Christine Durand, una de las investigadoras y médico participante también en el trasplante, añadió: “lo que es significativo sobre este primer donante vivo de riñón —que también vive con el VIH— es que, aparte de ser un avance médico, sirve para destruir el estigma. Desafía a los médicos y al público a ver el VIH de otra manera. Estamos trabajando con el mayor número posible de donantes para salvar la mayor cantidad de vidas posibles. Cada trasplante que tiene éxito acorta el tiempo de espera de todos los demás que se encuentran en la lista”.
La iniciativa
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Los doctores Durand y Segev son los líderes de HOPE in Action (esperanza en acción), una iniciativa que comprende múltiples estudios para explorar la factibilidad, inocuidad y eficacia del trasplante entre personas infectadas por VIH.
Este tipo de organizaciones nacieron en el 2013, gracias a la aprobación de la Ley de Equidad de Órganos y VIH, conocida como Ley HOPE, por sus siglas en inglés.
Martínez, quien es consultora en salud pública, conoció el trabajo de HOPE in Action y eso la motivó aún más. En julio del 2018, la Sra. Martínez se enteró de que una amiga, que por coincidencia también tenía infección con VIH, necesitaba un trasplante renal. Sintió la obligación de ayudar y se puso en contacto con el hospital Johns Hopkins.
“Algunos creen que las personas con infección por el VIH están ‘enfermas’ o se ven mal. En mi caso, yo sabía que tenía buena salud. El VIH ya no es una barrera para la donación de órganos, y nunca consideré al VIH como un obstáculo médico. Como promotora de políticas, quiero cambiar lo que la gente cree que sabe sobre el VIH. No deseo ser la heroína de nadie. Lo que quiero es ser un ejemplo para alguien, la razón por la que una persona tenga en cuenta la idea de ser donante”, destacó la joven.
Martínez viajó desde Atlanta hasta Baltimore en octubre del 2018 y se sometió a exámenes en el Hospital Johns Hopkins para ver si estaba lo suficientemente sana como para donar.
Su amiga falleció debido a su enfermedad renal antes de que las evaluaciones terminaran, pero esto no la detuvo; se ofreció para donar un riñón a quien lo necesitara.
Durante la evaluación, el equipo de cirujanos confirmó que los riñones de Martínez estaban en buena condición y con una carga viral (cantidad del virus en sangre) baja, lo cual satisfacía los criterios requeridos por las protecciones federales de la Ley HOPE.
Una vez recibida la aprobación, pudo donar sin inconvenientes uno de sus riñones a un beneficiario, quien desea permanecer anónimo.
“Estaba en posición de hacer esto por otra persona, y no porque soy alguien especial si no porque soy fuerte. Otras personas infectadas por el VIH antes de mí participaron en investigaciones clínicas para que yo pudiera no solo sobrevivir sino prosperar. Era mi turno de hacer esto, tanto por mi amiga a quien estimaba como por toda la gente que vive en espera de un trasplante”, concluyó la activista y donante.
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