Nuestras manos son de las partes más sucias de nuestro cuerpo. Las utilizamos para casi todas las tareas cotidianas: trabajar, recoger y cargar cosas, sostenernos, comer... en este proceso acumulamos una cantidad constante de bacterias. Muchas de ellas inofensivas, otras no tanto.
“Debajo de una uña puede haber más microorganismos que habitantes humanos en el continente americano”, expresó Edgardo Moreno, microbiólogo especialista en Inmunología, Microbiología Celular y Enfermedades Infecciosas.
Y esto aumenta las posibilidades de infectarnos con una gama muy amplia de enfermedades. Solo tocar superficies contaminadas con estos microorganismos nos puede infectar. O si una persona con un resfrío estornuda, se cubre con la mano y tiempo después la estrechamos, podríamos contagiarnos.
“No vemos a los virus y a las bacterias, pero están en todas partes. Nuestras defensas están listas para ayudarnos, pero muchos virus son muy hábiles y las saben burlar”, afirmó Daniel Salas, ministro de Salud.
Sin embargo, un simple lavado manos con algo tan sencillo como agua y un jabón de los que se encuentran en cualquier supermercado o pulpería puede protegernos de muchísimas enfermedades causadas por estos patógenos, que pueden causarnos desde simples resfríos o diarreas, hasta complicarse y desarrollar en una neumonía o problemas gastrointestinales. Los especialistas lo definen con el mejor escudo contra enfermedades infecciosas, y lo que en el contexto del nuevo coronavirus COVID-19 se convierte en la primer arma de lucha.
¿Qué hace de esta práctica tan básica algo tan eficaz? Daniel Quesada, emergenciólogo y coordinador del Centro de Atención de Emergencias y Desastres (CAED) de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) indica que hay dos procesos, uno químico –protagonizado por el jabón– y uno físico –cuyo persona principal es el agua– que se unen para proteger nuestras manos.
“Las bacterias y los virus son sensibles a los químicos. El jabón es un químico. El jabón también quita la grasa de la piel, que es donde se acumulan más bacterias y virus. El agua tiene un efecto físico que es arrastrar las bacterias y los virus y eliminarlas de la piel”, especificó.
Un lavado de manos a conciencia, en el que se cubra toda la mano, dedos y uñas, elimina casi la totalidad de los microorganismos en las manos. Datos del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) indican que el lavado de manos con agua y jabón podría reducir la incidencia de diarrea hasta en un 47% y disminuiría en un 23% la incidencia de infecciones respiratorias como la neumonía.
Práctica constante
No basta con lavarse las manos una vez. Es una práctica que debe ser frecuente.
“Estamos en contacto en todo momento con virus y bacterias, en todo lo que hacemos. En todo momento nos ensuciamos las manos, aunque no parezca”, aseveró Quesada.
Por eso mismo es necesario que ese lavado sea constante y a conciencia.
Antes de preparar alimentos, antes de comer, después de ir al baño, al regresar a casa después de estar fuera, después de cambiar a un bebé son momentos vitales de lavado de manos.
“No es un asunto de cuántas veces al día se haga, no es un número, depende de nuestras actividades, es saber cuándo hacerlo", dijo Salas.
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El alcohol en gel no es sustituto del agua y jabón
El alcohol en gel o gel antibacterial no es tan eficaz como el agua y el jabón para eliminar los virus y bacterias.
“Sí, sí es eficaz, pero es más que todo para cuando andamos en la calle y no tenemos acceso a agua y jabón, ahí es cuando usamos el gel, o las toallitas para limpiarnos las manos. Pero si usted tiene a disposición agua y jabón, no los sustituya por el alcohol en gel” señaló la infectóloga Marcela Hernández.
Con estas recomendaciones los especialistas esperan mantener lo más lejos posible no solo al COVID-19, si no a todos los virus y bacterias restantes.
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