¿Cuáles son las razones por las que algunas personas solo tienen síntomas de covid-19 durante unos cuantos días y otras, aunque tuvieron una enfermedad leve, siguen presentando síntomas durante meses? Esta fue la pregunta que comenzó a hacerse la médica internista catalana Lourdes Mateu, desde mayo de 2020... una pregunta que hoy, más de dos años después, se sigue haciendo: ¿cómo un mismo virus provoca reacciones tan diferentes?
Para aquel momento, en su unidad de covid-19 en el Hospital Germans Trias i Pujol, en Barcelona, ella no solo veía casos graves, también pacientes que no entendían por qué, pero luego de una enfermedad leve seguían con síntomas sumamente debilitantes. En algunos casos, estas manifestaciones se daban de manera continua luego de la infección inicial; en otros, pasaban unos pocos días y hasta un par de semanas sin malestares, pero luego recaían.
“Están las personas que luego de días en cuidados intensivos quedan con secuelas que arrastran por meses e incluso años, pero eso pasa con muchas enfermedades o condiciones que te llevan a cuidados intensivos, son secuelas. Pero estas no eran secuelas de la terapia intensiva, era gente que había sentido algo similar a una gripe o infección respiratoria, que la había pasado en casa, pero que llevaba semanas con síntomas”, recordó Mateu durante una conferencia que dio este viernes 1.° de julio a profesionales costarricenses a través de Internet.
Algunas de las manifestaciones que veía eran incapacitantes, como dolor muscular constante, que impedía realizar actividades normales o una niebla mental (pérdida de memoria, falta de concentración y dificultad para aprender) que no deja pensar nítidamente ni reintegrarse por completo al trabajo.
Este síndrome hoy tiene un nombre y se llama covid prolongada o covid persistente. En inglés se acuñó el término long covid, que se traduce como “covid larga” o de larga duración. Se calcula que esta podría ser experimentada por entre un 10% y 15% de las personas con la enfermedad.
“No es poca cosa si consideramos lo contagiosa que es esta enfermedad. Si en una localidad se diagnostican mil casos por día, podríamos hablar de 100 a 150 personas diarias que podrían experimentar esto. Por lo que hemos visto, cerca de un 30% requiere de ayuda para sus actividades cotidianas”, apuntó.
Todas estas señales, así como una tos residual, dificultad respiratoria, fatiga desgastante y signos depresivos ya han sido descritas por la literatura científica, que ha mencionado al menos 50 manifestaciones de este fenómeno.
Mateu se puso la meta profesional ―y también personal, como ella misma reconoce― de acompañar a esta personas, entender lo que tienen y darles los tratamientos necesarios.
Cuatro hipótesis
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La atención de los pacientes que Mateu y su equipo ven tiene un doble propósito, por un lado, darles un seguimiento lo más adecuado posible según su condición, por otro, investigar la enfermedad. Fue así como nació la investigación Cohorte King, que busca desentrañar los misterios de esta condición para así ayudar mejor a las personas.
Así, vieron que esto es más común en mujeres que en hombres y que la edad media de quienes lo sufren es de 48 años, aunque lo han visto también en adultos mayores (muy esporádicamente) y en niños (de forma más escasa).
De sus pacientes, solo el 38% requirió internamiento, pero durante pocos días en salón. También el equipo ha visto cómo las vacunas pueden aminorar el riesgo de este padecimiento, aunque no lo anulan.
En estos cerca de dos años de estudio se han visto cuatro hipótesis posibles para esta condición. Algunas están relacionadas con el virus, otras, con nuestras defensas.
Cambios fisiopatológicos en el virus. Para comprender esto primero debemos saber qué es la fisiopatología, es la rama de la Medicina que describe la “historia” de la enfermedad, desde su fase inicial (momento de infección y período de incubación), la fase clínica (síntomas) y la resolución. Un virus causa una serie de cambios en nuestros procesos naturales. Para la investigadora, estos cambios podrían motivar la aparición de la covid prolongada.
Persistencia viral. Podrían quedar algunos resabios latentes del virus en nuestro organismo en una cantidad tan baja que no puedan transmitirse ni verse reflejados en una prueba diagnóstica, pero que sean disparadores de síntomas aunque fuera de forma ocasional.
Mayor inflamación. Cuando un virus ingresa a nuestro cuerpo es un invasor. La primera respuesta de nuestro cuerpo es inflamarse. Usualmente, esta inflamación acaba cuando se deja de combatir al virus, pero si persiste podrían darse algunos síntomas.
“Derrotar al virus no quiere decir que los tejidos vuelvan del todo a la normalidad”, dijo a la prensa española Lorenzo Armenteros, de la Sociedad Española de Médicos de Familia, quien también apoya a pacientes con covid prolongada.
Respuesta autoinmune. En algunas personas el sistema inmunitario pudo haber actuado más de la cuenta. En otros estudios internacionales se han descubierto niveles extraordinariamente elevados de sustancias llamadas autoanticuerpos, los cuales atacan por error los propios tejidos del paciente muchos meses después de la infección inicial.
Si hiciéramos la analogía de que nuestro sistema inmunitario es un ejército que busca atacar al virus invasor, la estrategia militar es atacar en cierta medida y, una vez vencido el enemigo, mandar a los soldados a dormir, ¿pero qué pasa cuando los soldados atacan más de la cuenta o los soldados no se van a dormir? ¿los “civiles” no se verían perjudicados acaso?
En otras palabras, el cuerpo se ataca a sí mismo y los síntomas más a largo no son culpa del virus sino de la respuesta exagerada del sistema de defensas. ¿Por que se vería más en las mujeres? En una entrevista anterior, el infectólogo Álvaro Avilés explicó que la respuesta en hombres y mujeres ante un mismo estímulo (patógeno) es muy diferente.
El “ejército” en el caso de los hombres podría ser más propenso a tirar una sola “bomba atómica”, mientras que en el caso de las mujeres, lanzarían “muchas balas de bajo calibre” durante mayor tiempo. Por esta razón es que el virus puede ser más letal para los hombres, pero causar más síntomas durante más tiempo en las mujeres.
Pero estas siguen siendo solo hipótesis y no necesariamente todos los casos de covid persistente tienen el mismo origen.
“Necesitamos seguir estudiando para entender mejor el fenómeno y así ayudar más a las personas”, concluyó Mateu.
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