La receta dice “una cápsula cada seis horas durante diez días”. Para que ese antibiótico cumpla con su función en el cuerpo y logre eliminar las bacterias, usted debe seguir al pie de la letra este tratamiento con la cantidad total de dosis, en las horas exactas y durante el tiempo indicado.
Cristian Pérez, microbiólogo y jefe del Laboratorio Clínico del Hospital Nacional de Niños (HNN) ha estudiado de cerca la acción de estos fármacos en nuestro cuerpo y, junto con otros profesionales, desarrolla estrategias para casos en los que los medicamentos tradicionales no acaban con la bacteria. A esto se le conoce como bacterias resistentes.
Pérez explicó a La Nación cómo interactúan las bacterias con nuestro sistema inmunitario y cómo los antibióticos sirven de aliado para combatirlas, efectos que serán mejores cuanto más se sigan las indicaciones. “Todo esto tiene una ciencia, y debemos seguirla”, manifestó.
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El proceso
De acuerdo con Pérez, una vez que tomamos un fármaco este comienza un proceso de absorción, que se da desde que lo ingerimos hasta que cumple su función y necesitamos una nueva dosis (o finalizamos el tratamiento). Esto comprende la distribución (su acceso a los órganos y tejidos que debe tratar), metabolización (el organismo lo transforma en una sustancia que le sea útil y cumpla un propósito), y, posteriormente, de eliminación.
“No es mágico. (El antibiótico) se degrada en el estómago, pasa a la sangre y llega a los tejidos. No todos los antibióticos llegan a todos los tejidos. Luego se va eliminando. Los medicamentos están dosificados para llegar en cantidades adecuadas a lo que llamamos el ‘sitio blanco’. Si usted tiene una infección de oído, yo necesito que ‘x’ cantidad llegue al oído para atacar las bacterias”, expresó el especialista.
El médico infectólogo Jorge Chaverri complementó: “Hay producto, hay dosis y hay tiempo. Un antibiótico es una catástrofe para las bacterias, ante la catástrofe van a tener que luchar. Las bacterias deben recibir esa catástrofe completa en las horas indicadas para matarlas y que no se vuelvan resistentes”.
‘Inteligencia bacteriana’
Si la persona no termina el tratamiento, las bacterias, que llevan años de lidiar con antibióticos, tienen, como parte de su evolución, formas de volverse más fuertes y resistir. Abandonar un tratamiento médico es más bien un entrenamiento para las bacterias.
Una de las estrategias es cerrar los “huequitos” (porinas) que tiene en su membrana y con ello esperar si el antibiótico no ingresa, o lo hace en mucho menor cantidad. Eso se conoce como impermeabilidad.
“Ellas se alimentan por ahí, abren esos huequitos para recibir alimento, pero si reconocen algo tóxico los cierran. Si nos tomamos todo el tratamiento, es como si fuera un aguacero fuerte, el paraguas no va a servirle del todo, algo entrará y matará”, comentó el especialista.
Esta no es la única estrategia, también tienen una que se caracteriza por expulsar esas sustancias tóxicas para ellas. Pérez comenta que si les llega muy poca cantidad, la expulsarán sin problema, y esto hará que vayan creando habilidades para expulsar cantidades cada vez mayores. Entonces, si en un futuro le recetan lo mismo y usted sí sigue el tratamiento, tal vez este ya no le sea efectivo.
Hay una tercera forma, la llamada transferencia genética. Es una resistencia en la que cuentan con la ayuda de virus que colonizan las bacterias. Los virus adquieren el material genético de las bacterias con información de cómo destruir los antibióticos.
“Las bacterias ‘se educan’ unas a otras. Digamos que el antibiótico tenga que llegar al ribosoma (parte de la célula), pero la bacteria le pone algo al ribosoma para que el antibiótico no entre, o usa un tipo de disfraz en la pared bacteriana para que el antibiótico no la reconozca”, explicó.
Esta transferencia también puede darse entre tipos diferentes de bacterias, lo que complica el que varias bacterias se hagan multirresistentes a diferentes opciones de tratamiento.
¿Cómo evitar esto? Hay responsabilidades a nivel de autoridades mundiales, de gobiernos, de médicos, veterinarios y agrónomos (ya que también hay antibióticos de uso animal y en cultivos), pero también individuales, como tomar los fármacos solo si son necesarios y, de ser así, tomar el tratamiento hasta el final.