Este lunes, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) divulgó que el 23,6% de pacientes covid-19 en unidades de cuidados intensivos (UCI) tienen el esquema completo de vacunación. Aunque es una minoría, los números podrían parecer menos alentadores que los vistos el 22 de octubre, cuando los pacientes con esquemas completos representaban el 14,3%, o el 1.° de octubre, cuando era el 15,1% . Aún más si lo vemos al 21 de setiembre, cuando el 11,6% tenía el esquema completo, menos de la mitad de los que se ven hoy.
¿Quiere decir esto que la vacuna ya no funciona? No. ¿Quiere decir que va perdiendo eficacia en el tiempo? En algunos casos, no en la mayoría. Para entender las razones, La Nación consultó a Ana Cecilia Morice, epidemióloga, exviceministra de Salud y asesora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS); a su colega Juan José Romero, coordinador de la maestría en Epidemiología Humana de la Universidad Nacional (UNA); y al inmunólogo peruano especialista en enfermedades infecciosas Juan More Bayone.
Estos profesionales comparten sus tips para entender cómo funciona la eficacia de la vacunación contra esta enfermedad.
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Tip #1: veamos cuántas personas hay hospitalizadas
Una de las formas de ver mejor el impacto de la vacunación en las poblaciones es medir dos aspectos: la cantidad de hospitalizaciones y la cantidad de personas vacunadas.
“Lo que debemos ver es la cantidad de personas que requieren hospitalización en comparación con hace un tiempo, ahí veremos más a fondo la importancia de la vacunación y el impacto positivo que arroja”, expresó More Bayone.
El primer análisis de la CCSS, divulgado el 21 de setiembre, se hizo con datos del 14 de setiembre. Ese día, había 1.343 internados: 849 en salón y 494 en UCI. Este lunes, justamente dos meses y un día después, se reportaban 361 individuos en hospital: 212 en salón y 149 en UCI. Esto es un 73,12% menos en los internamientos totales, un 75,03% de reducción en las camas de salón y un 69,84% en las de UCI.
Esto va de la mano con la vacunación. El 14 de setiembre, el 60,9% de la población había comenzado su esquema y el 33,5% ya lo había completado. Los datos más recientes, al 8 de noviembre, hablan de un 73,4% de población con al menos una dosis y 56,6% de esquema completo.
“Esto nos indica que hay muchas hospitalizaciones que se están evitando gracias a la vacunación”, subrayó More.
Romero complementa: “Cuando estábamos en setiembre o agosto, con la cantidad de gente con esquemas completos de vacunación, estábamos al tope de casos. Conforme va aumentando la cantidad de personas con vacunación, especialmente con esquemas completos, comienzan a bajar casos, y después de hospitalizaciones y muertes”.
“Pensar que es porque nos estamos portando bien es una gran mentira, porque cada vez prescindimos más de la mascarilla, de la distancia física y hasta de las normas de higiene. Estamos a expensas de lo que la vacuna haga por nosotros. Si hemos bajado la cantidad de casos y de hospitalizaciones es gracias a la vacunación. El tiempo de estancia hospitalaria también se redujo gracias a la vacunación”, afirmó.
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Tip #2: ¿cuántas personas quedan sin vacunar?
Morice y Romero coinciden en que mientras más personas vacunadas y con esquemas de vacunación completos haya, mayor será su porcentaje entre los hospitalizados y en cuidados intensivos. El número que queda sin vacunar es muy pequeño y por eso su peso cada vez será menor en cualquier estadística de este tipo.
“Es claro que cuando uno tiene una población altamente vacunada los casos van a ocurrir en vacunados. ¿Por qué? Porque la población no vacunada es cada vez menor y llega a ser ínfima. Esto es un fenómeno esperable. Si hay 100 personas en un lugar y de esas 95 están vacunadas y 5 no, y hay siete personas en hospital, pues ahí se verá que hay más gente vacunada en hospital, no porque la vacuna no funcione es porque el número de no vacunados casi no existe”, resumió Morice.
“Verlo como si fuera que cada vez hay más hospitalizados con vacuna sin tener el cuadro completo es interpretar un dato erróneo. No debería usarse así”, señaló Romero.
“Es una cuestión de aritmética. Si alguien se tuviera contagiar se contagiarían primero los no vacunados, pero estos son muy poquitos, y después, los vacunados. Llegará un momento en el que la mayoría de personas en UCI estén con dos dosis. Y esto será porque hay muy pocas que quedan sin vacunar, no sería representativo”, añadió.
¿En qué fijarse entonces? Para los entrevistados, el dato relevante cuando los niveles de vacunación sobrepasan considerablemente la mitad de la población, no es tanto ver el estatus de vacunación de los hospitalizados, si no más bien ver cuántos de los vacunados enfermaron de gravedad hasta necesitar un hospital.
En agosto pasado la CCSS y el Ministerio de Salud sí analizaron eso y determinaron que el 0,08% de los vacunados había requerido hospitalizarse, el 0,015% había requerido de UCI y el 0,023% había fallecido. Al presentar estos datos, las autoridades dieron que los actualizarían una vez al mes, pero no han vuelto a hacerlo.
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Tip #3: ¿Qué vacunados están entrando al hospital?
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Para los entrevistados, es clave saber las características de los pacientes con ambas dosis que llegaron al hospital. Desgraciadamente, la vacuna no funciona igual en todas las personas y hay factores como la edad, el funcionamiento del sistema inmunitario y las enfermedades crónicas que podrían influir en una menor respuesta ante la vacuna. A esto se le debe unir que hay personas que completaron su esquema hace cerca de diez meses y ya requieren un refuerzo.
“Recordemos que ninguna vacuna es perfecta y hay personas a las que esa eficacia no alcanza. Y después está lo otro: seguramente muchas de estas personas hospitalizadas son más adultos mayores que tienen una inmunidad un poco más débil, o gente que tienen problemas inmunes. Ellos tienen mayor probabilidad de una respuesta inmune más baja”.
Además, nuestro país comenzó por vacunar a las personas con mayor riesgo de complicarse y morir, esto les protege sin duda, pero, además, su vulnerabilidad propia hace que no funcionen igual.
“Aunque la vacuna aumenta las posibilidades de supervivencia en este grupo, esta sigue siendo menor que en otros grupos de menor edad”, apuntó el epidemiólogo español José Luis Torrecilla, en un artículo del diario español El País en donde también se discutía este fenómeno.
Romero señala otro aspecto: “Los mayores de 60 años, 80 años también recibieron sus vacunas hace, nueve o diez meses. La eficacia comienza a bajar y estas personas ya requerirían un refuerzo que aún no les ha llegado”.
Los números de la CCSS confirman que las personas en UCI con ambas dosis son mayores que quienes no están vacunadas. En los vacunados, las edades van de los 60 a los 80, en los no vacunados comienzan a los 30.
La infectóloga pediatra y especialista en vacunas María Luisa Ávila afirmó días atrás que la efectividad de una vacuna en un adulto mayor es, por lo general, menor que una persona joven y saludable. Esto se debe a un proceso biológico llamado inmunosenescencia.
“La edad es importante. Conforme envejecemos, nuestro sistema inmunitario pierde fuerza. No es lo mismo como recibe una vacuna alguien de 80 años, que alguien de 30″, aclaró en aquél entonces Ávila.
Otro factor importante es saber los factores de riesgo. La CCSS no ahondó en estos detalles. Se desconoce cuántos de los hospitalizados inoculados tienen algún problema en sus defensas. Nada más se indicó que el 71% es hipertenso, factor de riesgo observado solo en el 30% de los no inoculados. Sin embargo, no se sabe más acerca de las otras enfermedades.
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