Mientras el ser humano está en el vientre materno es capaz de formar 250.000 neuronas por minuto. ¿Qué sucede cuando, por diversas razones, un bebé nace antes de tiempo y se interrumpe este desarrollo unos días, semanas e incluso un par de meses?
David van Essen, del laboratorio de Neurobiología y Anatomía de la Universidad de Washington, Estados Unidos es enfático: "la buena noticia es que el nacer de manera prematura (nacido antes de las 37 semanas de gestación), incluso ser un prematuro extremo (nacido antes de las 28 semanas) ya no es sentencia segura de muerte y estos niños pueden sobrevivir a eso. Lo malo es que sí es muy posible que presenten secuelas en su desarrollo cerebral".
Se ha comprobado que nacer antes de tiempo podría generar retardo mental, problemas de conducta, autismo y algunos trastornos psiquiátricos.
Las palabras de este especialista, dadas durante su ponencia en un curso para periodistas en la Universidad de Columbia en Nueva York, encierran dos de los retos más grandes para la ciencia y la medicina: por un lado el tratar de que los bebés se mantengan en gestación de forma segura la mayor cantidad de tiempo posible. Por otro, el ver cómo se logran mitigar las secuelas de la prematuridad en el desarrollo de células cerebrales y sus conexiones entre ellas.
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No son pocos quienes enfrentan esta condición. La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de que al año nacen antes de tiempo 15 millones de niños (más del 10% de los nacimientos totales).
De ellos, cerca de un millón muere por complicaciones referentes a su baja edad gestacional.
En Costa Rica, datos de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) confirman que en el 2015, nacieron 5.140 bebés antes de cumplir las 37 semanas de gestación, lo que representa cerca del 12% de los nacimientos.
Mucho cuidado
Desde que llegan al mundo, los cuidados que reciben los bebés prematuros son mayores, pues sus órganos no han terminado de desarrollarse.
Dentro de las posibles complicaciones, están la necesidad de reanimación al nacer, los males respiratorios, los daños en la vista, retrasos en el desarrollo psicomotor, pasar dos o tres meses en el hospital y la amenaza de morir en el proceso.
La alimentación de estos menores es crucial. Muchos no pueden ingerir leche y requieren una alimentación llamada parenteral, que consiste en suministrarles, mediante catéter, una solución de carbohidratos y proteínas las primeras 24 horas, y a partir de entonces, incluir lípidos (grasas).
Es por esto que la preocupación inicial de los médicos y sus progenitores es que estos niños consigan sobrevivir, pero, conforme se logre esta meta, se enfrentan con el reto mayor: ¿cómo hacer que su desarrollo cerebral no se vea lesionado? La ciencia aún no tiene claro cómo resolverlo, sin embargo, es una de sus principales líneas de investigación.
Van Essen hace la salvedad de que no todos los niños prematuros tienen déficit en desarrollo cerebral, pero es un hecho que las posibilidades aumentan entre menos edad gestacional tenga el bebé al momento de nacer.
"El riesgo de que no se diera una madurez completa en la formación cerebral es alto. No tenemos una fórmula mágica. Tampoco puedo decirle, 'este niño tendrá secuelas y este no'. Hay bebés de 26 semanas que muestran un buen desarrollo cerebral y otros de 30 semanas con mayores consecuencias", explicó el especialista a La Nación.
"Lo que sí puedo decirle es que un ambiente familiar sano, con armonía, buen contacto físico y en donde los padres sigan las indicaciones del pediatra, puede ayudar mucho al menor", añadió.
Posibles limitaciones
Una investigación de la Universidad de Washington presentada en octubre del 2015 en la reunión anual de científicos de la Asociación Estadounidense de Neurociencia, encontró que los bebés prematuros tienen conexiones más débiles en las zonas del cerebro relacionadas con la atención, la comunicación y el procesamiento de emociones.
Esta podría ser una de las razones por las cuales el retardo mental, las habilidades motoras y los problemas psiquiátricos son mayores en esta población.
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"La ventaja es que el cerebro es particularmente 'plástico' en las etapas tempranas de la vida y puede ser modificado con ciertas intervenciones", comentó en un comunicado de prensa Cynthia Rogers, psiquiatra y una de las investigadoras.
Asimismo agregó: "Normalmente no podemos comenzar las intervenciones antes de que los síntomas se hagan evidentes, pero estamos tratando de implementar mediciones del desarrollo del cerebro en prematuros que puedan indicar si tendrán alguna posibilidad de sufrir problemas posteriormente, para así intervenir con algún tipo de soporte o terapia", añadió.
Aunque es un área que aún brinda más preguntas que respuestas, científicos han obtenido algunas pistas de qué podría incentivar la formación de neuronas –y de conexiones entre ellas– en quienes nacen antes de tiempo.
La lactancia materna, el contacto piel con piel, que los menores escuchen la voz de sus padres y el seguimiento médico son algunas de las estrategias recomendadas.
Más que una 'vacuna natural'
Cuando se habla de lactancia materna se asocia con una "vacuna" que protege al bebé de enfermedades y le da un mejor sistema inmunitario. Pero en el caso de los bebés prematuros es clave en su bienestar general, incluyendo el funcionamiento del cerebro.
Una investigación llevada a cabo por el Hospital Brigham and Women's en Boston, Estados Unidos, encontró que la lactancia materna ayuda al desarrollo neuronal de estos bebitos.
Para ello, los científicos siguieron a 180 niños prematuros desde su llegada al mundo hasta los siete años de edad.
El reporte, publicado en julio del año pasado en la revista The Journal of Pediatrics, señaló que quienes recibieron leche materna tenían mayor cantidad de materia gris, un área importante para procesar y transmitir señales de las neuronas a otras partes del cerebro.
Además, para cuando tenían siete años, reportaban un mayor cociente intelectual y presentaban más habilidades en matemáticas y en desarrollo motor.
"Es importante destacar que la lactancia materna no es el único factor en el desarrollo cerebral de un niño, pero sí es uno que debe tomarse en cuenta", señaló en un comunicado Mandy Belfort, coordinadora del estudio.
Contacto vital
El contacto piel con piel, especialmente con sus padres u otros adultos cercanos, también ayuda a la estructura del cerebro de los prematuros, especialmente en las áreas que tienen que ver con los sentidos.
Para ello, investigadores del Hospital Nationwide Children's en Estados Unidos, tomaron 125 bebés que nacieron entre las 24 y las 36 semanas de gestación y los compararon con niños que nacieron entre las 38 y 42 semanas.
A todos se les colocaron aparatos de resonancia magnética para ver su comportamiento cerebral ante el contacto físico.
La respuesta en su cerebro detectó más actividad cada vez que se daba contacto físico. Estos hallazgos fueron publicados en la revista Current Biology en marzo pasado.
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"El que los niños prematuros reciban contacto piel con piel es ideal para que sus cerebros puedan reaccionar de la misma forma que quienes pasaron todo el tiempo necesario en el vientre materno", comentó a la prensa Nathalie Maitre, coordinadora del estudio.
Esta no es la única investigación que describe la importancia de esas caricias. En agosto del año pasado, un estudio en la revista The Journal of Pediatrics encontró que las familias canguro (quienes utilizan un método en donde el bebé está en contacto directo con la piel de su mamá o papá la mayor cantidad de horas posible al día) era un contribuyente esencial al desarrollo neuronal.
Para ello, científicos de la Hospital de Rohde Island y la Universidad de Brown en Estados Unidos siguieron durante 18 meses a 123 bebés nacidos antes de las 30 semanas de gestación. Al final de este tiempo, imágenes de resonancia magnética mostraron un mayor desarrollo y actividad cerebral que en quienes no tenían este contacto tan cercano.
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¿Un asunto de genes?
Desde el 2014, grupos de científicos de la Universidad de Edimburgo, el Imperial College y el Kings College en Londres también se inclinan a pensar que hay determinadas variantes genéticas que podrían afectar más el desarrollo cerebral en los prematuros.
El reporte en la revista Pediatrics señaló que estas variantes están relacionadas con algunos otros trastornos como esquizofrenia y con el metabolismo de la grasa.
Los investigadores sometieron a resonancias magnéticas a 80 bebés prematuros al momento en el que fueron dados de alta del hospital después de su nacimiento.
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Esas pruebas revelaron una variación en genes llamados ARVCF (que también ayudan en la comunicación interna y externa de las células) y FADS2 (relacionados con el procesamiento de las grasas). Estas variantes influían en el daño cerebral.
Según comentó –en un comunicado de prensa– James Broadman, uno de los investigadores, los procesos de cómo esta genética motiva los daños cerebrales, es algo que aún está bajo estudio sin arrojar conclusiones.