El desayuno de este miércoles no lo pudo terminar: antes de media mañana Juan Jaramillo Antillón recibió una noticia que le dejó impactado. Al teléfono, la ministra de Cultura Sylvie Durán le explicaba a la esposa de Jaramillo que él había obtenido el premio Magón 2016, el máximo galardón que le brinda el Estado costarricense a un ciudadano por su trayectoria en el campo de la creación y la investigación.
Se trata del primer reconocimiento de este tipo para un médico y el segundo ligado al área de ciencias. En este caso, a la divulgación de la ciencia.
Amplio legado
Son muchas las razones que pesaron en la designación de Jaramillo Antillón: ha sido médico, profesor universitario, formador e instructor de cirujanos, funcionario público, autor de 35 libros sobre distintos temas y, especialmente, se ha caracterizado por ser amigo de sus pacientes, pues, según dijo, procuró siempre tomar en cuenta las angustias y sentimientos de las personas que atendía.
Como ministro de Salud (1982-1986), creo, junto con el ex jerarca de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) Guido Miranda, una alianza con la CCSS para atender a más asegurados, creó el primer Formulario Terapéutico Nacional, impulsó la ley que financia los Cen-Cinai y obligó a la inclusión de advertencias en las cajetillas de cigarrillos y licores ("El fumar o beber licor es dañino para su salud").
El fallo del jurado fue claro: "Por ser un pensador que ha construido su reflexión humanística a partir de la ciencia. Su trabajo multifacético, visionario y comprometido se plasma en publicaciones tanto de carácter técnico, como sobre todo de naturaleza divulgativa y educativa. Ejerció responsabilidades como funcionario del Estado destacándose por su visión que trasciende el ejercicio tradicional de su cargo y su disciplina. En un momento histórico en el que los valores humanos esenciales se ven erosionados, la obra del galardonado aporta en la construcción de valores como la equidad, la igualdad, la tolerancia y la multiculturalidad".
A pesar de su legado, Jaramillo no se esperaba este anuncio: "pregunté que si era día de los inocentes. Hay muchas personas de la cultura y las artes, y de la ciencia misma que han hecho muchísimos aportes al país. Le dije a Sylvie: 'si realmente usted es la ministra, mencióneme a alguien que usted y yo conozcamos' y ella me dijo 'mi papá' (es hija del escritor Fernando Durán Ayanegui). Ahí sí le creí... y viera que no pude seguir desayunando, se me acabó el hambre y todavía no ha vuelto a darme" (comentó entre risas a eso de la 1:30 p. m.).
Desde ese momento, su casa en Sabana oeste se llenó de llamadas telefónicas y correos de felicitación.
Con esa jovialidad recibió a La Nación, en medio de los 35 libros que escribió y la compañera de su vida, Mabel Borges, con quien está casado desde hace 60 años. Los acompañaba su "traductora oficial", "Chayito", quien escribía las preguntas que le hacían, pues una discapacidad auditiva le impide llevar una conversación sin que medie la escritura.
Vida plena
Jaramillo, de 81 años, dice que ha tenido una vida completa y llena de aprendizajes.
Dentro de sus primeras reflexiones, agradeció que la medicina y la divulgación científica fueran reconocidas con el Magón 2016.
"El campo de la ciencia es parte invaluable de la cultura y estas se complementan. Antes de cada escrito artístico estuvo la ciencia para crear el lenguaje y la escritura, y detrás de cada pintura, la ciencia aportó la materia prima; pero, a su vez, la cultura inspira a la creación científica".
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Ese ligamen entre las ciencias y la cultura también lo destacó Rodrigo Gámez, el único otro científico que ha recibido el premio, en el 2011: "Esta designación resalta además el hecho muy significativo de que una sociedad culta vea también la ciencia como parte de su cultura, además de otros saberes como las artes o las humanidades".
Consagrado al paciente
Cuando se le pregunta si siempre quiso ser médico, Juan Jaramillo contesta con un no rotundo. "¡Nunca quise ser médico! ¡Dios guarde! ¡La profesión es durísima!"
"Yo quería ser arquitecto, pero en esos años en Costa Rica no existía la carrera de arquitectura. Busqué una beca para ir a Canadá, me fue muy bien en la parte gráfica, pero cuando llegué al inglés y al francés no me fue tan bien. Yo los entendía y los podía escribir, pero me costaba hablarlos", relató.
Luego, prosiguió: "mis papás hicieron un sacrificio muy grande para mandarme a estudiar Medicina a México. Me fui y a los tres meses ya quería devolverme. Mi papá me dijo 'en la vida siempre hay que luchar, en la familia estamos haciendo un esfuerzo muy grande para que usted esté ahí, pruebe por lo menos un año'".
Al final de ese año, Jaramillo ya era el primer promedio de su generación, pero seguía sin enamorarse de la carrera. El amor rotundo le llegó en tercer año, cuando comenzó el trato con los pacientes: "el estar cerca de la gente, comprender sus necesidades, saber que podía ayudarles fue algo que no podía comparar con nada".
Uno de los eventos que más lo marcó fue realizar su servicio social en San Javier de Sinaloa, un pueblo ubicado a más de 3.000 kilómetros de un hospital.
"Recuerdo a un niño muy pobre de 7 años con un absceso en el lado derecho del abdomen, cuando lo palpé me di cuenta de lo mal que estaba por el dolor que el paciente expresó. Los padres, dos inditos, no tenían plata para llevarlo al hospital. Improvise una camilla, esterilice mis instrumentos, me ayudó la maestra del lugar como instrumentista y enfermera, y bajo anestesia local, apenas hice una incisión pequeña y el pus drenó ampliamente, y el niño se curó".
El especialista reconoce que episodios como estos lo llevaron a enamorarse de la profesión.
Esposo y padre
Justo cuando comenzaba su amor por la Medicina, exactamente a sus 18 años entró en escena la mujer de su vida: Mabel Borges.
"Cuando cumplí 15 años mis papás me dijeron que si prefería una fiesta o un viaje y yo pedí un viaje. Me fui con mi mamá a México, y me hospedé con un tío. Un día él nos llevó a almorzar donde unas primas que resultaron ser tías de Juan, él se estaba quedando con ellas y ahí lo conocí. Fue un flechazo instantáneo", comentó Borges.
Su esposo agregó entre risas: "Me envolvió. No me dejó escapar".
Ella continuó: "fuimos novios por carta durante tres años. La gente me decía que eso no iba a servir. A los tres años nos casamos y me fui a vivir allá, nuestra hija mayor nació en México".
Este matrimonio procreó cuatro hijos: Yasmín (jefa de psiquiatría del Hospital Nacional de Niños), Juan Carlos (quien es administrador de empresas), Vanessa (abogada) y Cynthia (publicista y psicóloga). De Vanessa nacieron los dos nietos de don Juan: Diego y Nicole, esta última llegó hacia el final de la entrevista a saludar a su abuelo.
"Era como un chiste familiar que ya teníamos, esperábamos este momento, el único premio que faltaba que le dieran era el Magón. Él y mi abuela son los mejores ejemplos", comentó Nicole Wolf.
Servicio a Costa Rica
¿Cómo fue el trabajo de Jaramillo al concluir sus estudios en México? Según contó, al regresar a Costa Rica comenzó a formarse en cirugía con el reconocido médico Longino Soto, fallecido en el 2010.El cirujano Manuel Aguilar Bonilla también fue parte imprescindible en esa formación.
Trabajó varios años en el Calderón Guardia y después fue de los primeros médicos del Hospital México. Al tiempo regresó al Calderón a capacitar a los nuevos cirujanos.
"Formó a muchísimas personas. Toda una escuela de cirugía aprendió gracias a él. Su facilidad para explicar las cosas en un lenguaje conciso y directo hizo que muchos lo admiraran", expresó José Mainieri, jefe del departamento clínico del Hospital Calderón Guardia.
Alexis Castillo, presidente del Colegio de Médicos y Cirujanos, agregó: "es un valuarte, un ícono, con cualidades profesionales y personales de primer orden".
En el 1982, Jaramillo asumió el reto de ser ministro de Salud en una época en que los recortes presupuestarios eran grandes. Se alió entonces con la CCSS y, en cada edificio que esta institución construía, el Ministerio ponía un puesto, y viceversa.
Además, con los Cen-Cinai llevó la atención a la primera infancia más allá: "es una edad vital, en la que los niños necesitan ser nutridos en todos los aspectos. Dos diputadas y el presidente de ese entonces, que era Luis Alberto Monge, me ayudaron con una ley. En esos centros se alimentaba a los chiquitos, había maestros especializados en esa edad, todas las semanas iba un médico a verlos y creamos un sistema de atención ambulatoria de odontología. Así se previnieron muchas enfermedades", recordó Jaramilo.
Sin embargo, uno de sus principales retos fue la llegada del VIH (virus de inmunodeficiencia humana).
"En aquel entonces no se sabía nada del virus. Y yo estaba recién llegado al Ministerio. En las noticias internacionales solo se hablaba de que estaba asociado a homosexuales. La gente en Costa Rica estaba temerosa. Personas no médicas habían hecho algunas publicaciones muy alarmistas sobre esta enfermedad. Recibíamos cartas de los ciudadanos pidiendo que los homosexuales no recibieran atención en salud, o que los encarceláramos por andar en la calle", narró.
Agregó: "pero después aparecieron mujeres infectadas, y ahí fue donde vimos que no era un asunto de si eran homosexuales, bisexuales, heterosexuales, era un asunto de que la gente no se cuidaba. Comenzamos a promover el condón, y me eché un pleito con las iglesias, que decían que era una inmundicia que yo hablara del preservativo".
"Durante un año estuvimos sin cómo hacerle frente a la enfermedad. Ahí vino mi primer enfrentamiento con Guido Miranda (en ese entonces presidente ejecutivo de la CCSS), porque le exigí no hacer transfusiones de sangre sin tener la prueba del sida", recapituló.
"Pero el pleito con Guido se debió a que la prueba del sida era muy costosa y se desconocía su costo-beneficio, después la apoyó", reflexionó después.
La escritura
"Yo no me considero escritor, he sido autodidacta", afirmó el Premio Magón 2016. Sin embargo, a pesar de sus palabras, en la producción de Juan Jaramillo destacan libros de medicina, cáncer, administración de salud, filosofía, historia y hasta ficción.
"Cuando empecé a atender enfermos supe que no los trataría bien si primero no los veía como personas: con angustias, problemas y sentimientos. Vi que para entenderlos tenía que estudiar sociología, psicología, historia, filosofía, religión. Y luego de tener toda esa información, tenía que transmitirla y por eso, comencé a escribir", destacó.
"Hay que ser muy humanista. el paciente es una persona, no un cliente, uno tiene que conectarse con él y saber comprenderlo", puntualizó.
En el tema de la cultura, Jaramillo reconoce que su mentora es la escritora, poeta y periodista Inés Trejos, quien también fungió como viceministra de Cultura mientras él fue ministro de Salud (gobierno de Luis Alberto Monge).
Preocupaciones actuales
Jaramillo no iba a dar por finalizada la entrevista con La Nación, sin antes reflexionar sobre la atención médica en la Costa Rica de hoy. A continuación, algunas de sus opiniones:
"El Seguro Social es el principal responsable de dar atención en salud de forma adecuada y rápida. Los servicios de emergencia son prioridad, pero son deficientes, no por malos médicos, si no por falta de recursos.
"La medicina privada abusa con sus costos.
"Hay un exceso de facultades de medicina. Sinaes (Sistema de Acreditación de Educación Superior) no ejerce un buen control. Diez escuelas de medicina son un exceso para un país tan pequeño. Debemos redefinir la enseñanza.
"Tenemos que ser elitistas, no en plata, si no en capacidad intelectual. Que a los hospitales entren solo los mejores. Estamos hablando de que tratamos con seres humanos, no son mercancías, no son construcciones, no son procesos legales, son humanos, con vidas que no podemos arriesgarnos a perder o a dañar", concluyó.