Las prohibiciones o regulaciones para mantener a un nivel mínimo el uso de grasas trans sí tienen resultados positivos en la salud de la población. Una investigación de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, evidenció que estas normas bajan el número de ataques del corazón y derrames cerebrales, así como las hospitalizaciones y muertes relacionadas con estos males.
Las conclusiones de este reporte fueron publicados este miércoles en la revista médica JAMA Cardiology.
Para llegar a estas conclusiones, Erick Brandt y su equipo, se dieron a la tarea de revisar los expedientes médicos de diferentes hospitales de ciudades con esta prohibición (como Nueva York, que las vetó en el 2010) y compararlos con los de ciudades en los que no existen estas regulaciones. Se tomó información entre el 2002 y el 2016.
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Los investigadores buscaron los datos de consultas ambulatorias por infarto al miocardio y accidentes cerebrovasculares (popularmente conocidos como derrames cerebrales), las hospitalizaciones y las muertes en el centro médico.
Se observó que la reducción atribuible a estos lineamientos (y no a otras causas) fue del 10,1% en atenciones ambulatorias, de un 6,2% en las hospitalizaciones y de un 8,4% en las muertes. Estas bajas comenzaron a verse después de tres años de que las políticas públicas fueron implementadas.
Aunque esto pueda parecer una cifra baja, a los investigadores les parece que es un avance notable.
"Es una baja bastante substancial. Nuestro estudio evidencia el poder de las políticas públicas para impactar en la salud cardiovascular de una población. Las grasas deterioran la salud del corazón y minimizarlas o eliminarlas en la dieta puede reducir el impacto de los infartos y ataques cerebrales", destacó en un comunicado de prensa Brandt, quien es especialista en medicina cardiovascular de la Escuela de Medicina en Yale.
En julio del 2015, la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), dio tres años de tiempo para eliminar las grasas trans.
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En Costa Rica
Nuestro país aplica regulaciones para restringir el uso de estas sustancias desde agosto del 2010.
En el 2015, un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en el que participaron Costa Rica, Argentina, Brasil y México, evidenció que nuestro país es el que tenía niveles más bajos de estas grasas.
De acuerdo con el documento, los aceites y margarinas que los ticos usan para preparar la repostería, las papas tostadas y empanadas, así como las galletas compradas en sodas o supermercados o las papas fritas de restaurantes de comida rápida, poseen niveles muy bajos de grasas trans.
Sin embargo, los especialistas en nutrición aseguran que esto no quiere decir que puedan comerse de forma indiscriminada, pues en muchas ocasiones también son fuente alta de carbohidratos y tienen otro tipo de grasas que, en exceso, pueden perjudicar la salud.
¿Qué son las grasas trans?
Las grasas trans se utilizan para dar mayor duración o más sabor a los alimentos. Usualmente, se les añaden hidrógenos para lograr la composición necesaria.
Tales ácidos grasos son de dos tipos: los de origen animal, presentes en carnes y lácteos, que no entrañan problema para la salud, y aquellos cuyo origen es de otro tipo, ya sea vegetal o químico.
La ingesta de estos últimos sí puede afectar la salud, ya que son grasas cuyo consumo está asociado con un aumento del colesterol LDL (popularmente conocido como "colesterol malo"). Si los niveles no se controlan, esto sube el riesgo de males cardiovasculares.
La recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es que los aceites y margarinas no tengan más de un 2% de grasas trans en su composición, mientras que las comidas, un máximo de 5%.