En ocasiones, cuando nuestro cuerpo combate una infección por un virus, bacteria u hongo, se produce una respuesta inmunitaria anómala y desbalanceada. En otras palabras, las defensas “defienden más de la cuenta”. A esto se le conoce como sepsis.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), si la sepsis no se diagnostica y se trata de forma temprana, puede ocasionar daño irreversible a los tejidos y algunos órganos, esto se llama choque séptico o shock séptico. Es un tipo grave de sepsis, en el cual las alteraciones circulatorias y celulares o metabólicas son tan graves que incrementan el riesgo de muerte “de manera sustancial”.
Esta afección llevó a la muerte al popular conductor de televisión mexicano Xavier López “Chabelo”. La familia del comediante indicó que la causa determinante del fallecimiento fue un choque séptico que fue agravado por una enfermedad abdominal que tenía desde hace tiempo.
Desgraciadamente, como el caso de Chabelo, el shock séptico tiene una alta tasa de mortalidad. Esto depende de la edad de la persona y su salud general, de la causa de la infección, de la cantidad de órganos que presentan insuficiencia, al igual que de la rapidez y agresividad con que se inicie el tratamiento médico.
¿Qué sucede en el cuerpo? Con la respuesta tan acelerada del sistema inmunitario, la presión arterial se desploma. Entonces otros órganos clave, como pulmones, riñones, corazón o cerebro comienzan a recibir muy poca sangre y “se van apagando”.
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Un sistema inmunitario fuera de control
En entrevista para el medio español La Voz de la Salud, el emergenciólogo Juan González del Castillo detalló el proceso que lleva de una simple infección a un choque séptico, el cual puede ser mortal para el 40% de los pacientes.
Cuando se produce una infección, el “patógeno invasor” ingresa al torrente sanguíneo o a otros tejidos. Para combatirlo, el cuerpo libera sustancias químicas inmunitarias en la sangre. En la mayoría de los casos, estas se manejan en la cantidad necesaria durante el tiempo necesario y el cuerpo combate la infección y se recupera.
Pero en otros casos, especialmente en niños pequeños, o adultos mayores, como Chabelo, estas sustancias químicas acaban desencadenando una inflamación generalizada, esto produce coágulos en la sangre y fugas en los vasos sanguíneos. Como resultado, se altera la circulación sanguínea privando a los órganos de oxígeno y nutrientes, y por lo tanto, dañándolos.
Los síntomas pueden variar, ya que dependerán del órgano afectado, pero estos incluyen:
- Brazos y piernas fríos y pálidos
- Temperatura alta o muy baja, escalofríos
- Sensación de mareo
- Disminución o ausencia del gasto urinario. Es decir, se orina menos de lo normal o no se orina del todo
- Presión arterial baja, en especial al estar parado
- Palpitaciones
- Frecuencia cardíaca rápida
- Inquietud, agitación, letargo o confusión
- Dificultad para respirar
- Erupción cutánea o cambio de color de la piel
- Disminución en el estado mental y confusión
El tratamiento
La atención debe ser lo más inmediata posible. González evidenció que cada hora de retraso en el inicio del tratamiento antibiótico eficaz conduce a un incremento de mortalidad del 7,6 %.
En la mayoría de los casos, por la gravedad de la situación, el tratamiento se da mientras el paciente se encuentra en la unidad de cuidado intensivo (UCI). Las terapias dependerán de los síntomas y su gravedad, pero estos incluyen.
- Ventilación mecánica (respirador)
- Diálisis (en caso de que los riñones se hayan visto afectados y se requiera “limpiar” al cuerpo de toxinas.
- Medicamentos para tratar la presión arterial baja, la infección o la coagulación de la sangre
- Alto volumen de líquidos administrados por vía intravenosa
- Oxígeno
- Sedantes
- Cirugía para drenar las zonas infectadas
- Antibióticos u otros agentes para tratar infecciones virales o por hongos