Cuando surgieron los primeros datos acerca de la variante ómicron del SARS-CoV-2, virus causante de la covid-19, lo primero que le llamó la atención a los científicos fue su cantidad de mutaciones y dónde estaban localizadas muchas de ellas. Estos cambios genéticos, ya se habían visto en otras variantes y se asocian con mayor transmisibilidad o con “escape inmune”, es decir, mayor posibilidad del virus de reconocer a los anticuerpos ya generados para defendernos (ya sea por vacunas o porque tuvimos la enfermedad). Esto lleva a pensar en mayor riesgo de reinfección y de menor eficacia en las vacunas (lo cual no quiere decir que dejen de funcionar del todo).
“Es increíble el número de mutaciones que ha tenido si se compara con delta”, resumió el microbiólogo especialista en Bioinformática Jose Arturo Molina, quien es parte del equipo que desde la Universidad de Costa Rica (UCR) estudia la genómica del virus en nuestro país y le sigue el pulso a las variantes en nuestro territorio.
A esto se le añade que ómicron tiene mutaciones que no se han visto en otras variantes. Son más de 50 mutaciones, pero ese no es el número más relevante. La cifra de mayor importancia se da cuando se busca dónde están esos cambios genéticos, cerca de 30 de ellas están en la proteína espícula (spike o S, e inglés), “la puerta de entrada” del virus a nuestras células.
El panorama suena sombrío, sin embargo, no necesariamente es así. Tener tantas mutaciones “potentes” no necesariamente quiere decir que estas sepan cómo trabajar en equipo y hacer brillar sus “habilidades especiales” en conjunto para volverse más poderosas aún. Esto sí es un escenario posible... pero también podría suceder todo lo contrario y que más bien “compitan unas con otras” y se anule su acción.
“Es completamente factible. No necesariamente los efectos de las mutaciones son sumativas. Es de alerta porque las mutaciones de forma individual se han descrito con esas características, pero no necesariamente se suman, pueden no afectarse unas a otras o hasta anularse.
“Simplemente no lo podemos predecir. En algún momento esperamos que a largo plazo el virus se vuelva más inofensivo cada vez. La forma de mantenerse circulando es volverse menos virulento”, explicó Molina.
También hay que ver otros factores, beta era una variante en la que había cierto nivel de escape inmunitario, las vacunas tenían una eficacia más reducida con ella. Sin embargo, su habilidad de transmisión no era tan alta, y esta variante ya casi no se ve, delta la desplazó en poco tiempo.
Mutaciones en la “puerta de entrada” del virus
FUENTE: Jose Arturo Molina, microbiólogo y doctor en bioestadística || INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
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Primeros indicios
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A nivel internacional, especialistas en virología indican que estos son solo los primeros indicios de cómo actúa ómicron y que hay mucha especulación. Podría tomar varios días o semanas saber sus alcances.
El virólogo alemán especialista en enfermedades infecciosas y genómica Kristian Andersen hizo un hilo explicativo en su cuenta en Twitter “¿del 1 al 10 cuán mala es esta variante? Esta es rara... está entre 3 y 10″, puntualizó.
Para él hay cosas que deben tomarse en cuenta: el perfil de mutaciones, el poder de transmisión, el escape inmune, la agresividad (virulencia) y cuánto pueda replicarse dentro de una persona.
“En este momento sabemos tan poco que las posibilidades tienen un universo muy amplio. Hay muchas posibles explicaciones, que iremos confirmando o descartando conforme pase el tiempo”, precisó.
Por ejemplo, en este momento, según Andersen, todavía no se puede determinar si el virus es más transmisible o más “escapista” o una combinación de ambas. “El comportamiento actual, en este momento inicial, podría responder a cualquiera de esas tres”.
¿Cómo puede un virus acumular tantas mutaciones en tan poco tiempo? En este momento hay dos hipótesis, aún preliminares. Una apunta a que se dio en un paciente con una infección crónica, posiblemente una persona con problemas inmunitarios que no pudo eliminar el virus en mucho tiempo y en el que este se replicó y mutó durante bastante tiempo. La otra hipótesis se inclina a una zoonosis: en otras palabras, un humano contagió a un animal (posiblemente un roedor) y al tiempo, un animal con este virus infectó a un humano.
“Desde temprano en la pandemia sabemos que perros y gatos se infectan. También lo hemos visto en minks. Un origen animal de ómicron parece una posibilidad convicente”, destacó la viróloga estadounidense Angela Rasmusen.
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Bajo análisis
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No basta solo con mirar la genética de una variante para conocer la acción, también debe verse el comportamiento de la pandemia en los lugares donde ómicron está presente. Un aumento repentino de casos en Sudáfrica (lugar donde se confirmó la presencia por primera vez, pero no necesariamente primer lugar en presentarla) lanzó algunas alertas, pero hacen falta más estudios.
Dentro de las alertas está que las infecciones están aumentando no solo en la población en general, también dentro de quienes tenían su esquema completo de vacunación y entre quienes ya habían sido infectados anteriormente, si estos últimos no estaban vacunados tenían más riesgo de infectarse de nuevo. Los primeros casos, sin embargo, también hablan preliminarmente de síntomas más leves, aunque sí se han detectado hospitalizaciones.
¿En qué consisten estas pesquisas? Son de varios tipos, por un lado, los epidemiólogos siguen a las poblaciones para ver si hay aumentos de casos, y determinar si hay cambio en los síntomas y en su severidad. Si se ven aumentos repentinos en poblaciones o cambios en la sintomatología o gravedad, serían objeto de análisis de virólogos.
Los virólogos determinan si se trata de cierta variante y estudian su transmisibilidad, también se realizan pruebas que buscan determinar si hay algún tipo de escape inmune hacia los anticuerpos generados contra otras variantes.
Sylvain Aldighieri, gerente de Incidente para covid-19 de la Organización Panamericana de la Salud (PAHO), explicó el proceso que siguen científicos en diferentes partes del mundo para estudiar esta variante.
“Hay que aislar el virus, cultivarlo, y exponerlo a sueros de pacientes convalecientes o de personas vacunadas. Es una de las técnicas que estamos utilizando. Eso requiere de una a dos semanas para tener los primeros resultados”, expresó.
Luego de esos primeros resultados, la ciencia seguirá estudiando esta variante para determinar su comportamiento. Y también estudiará las siguientes, porque los especialistas consultados sí tienen claro eso: ómicron no será la última variante, muchas más, con niveles diferentes de transmisibilidad y de acción sobre nosotros seguirán apareciendo. Es parte de lo que el virus hace, y mientras haya desigualdad en la vacunación, estas seguirán surgiendo.
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