Un olor a jazmín, talvez lavanda, me da la bienvenida. El maestro Manuel Jauregui me recibe y la sala del consultorio que me espera ya está preparada.
Me siento en la camilla y mi estómago está inquieto. No debí almorzar Burger King, pienso. Mi cuerpo me reclama el maltrato con sabor a comida chatarra. No lo culpo.
Jauregui me pide que presione con fuerza la punta de mi dedo índice con la del pulgar. “¿Está con salud tu chakra corona?”, pregunta, e intenta separar con sus manos mis dedos. No lo consigue. “¿Está con salud tu chakra del tercer ojo?”, continúa. “¿Está con salud tu chakra de la garganta?”.
La pregunta se repite por cada uno de los chakras principales, es decir, siete veces. La palabra “chakra”, viene del sánscrito y significa rueda. Explica Jauregui que cada uno de ellos es un centro energético y se encuentran distribuidos por todo el cuerpo.
Todos se encuentran conectados a una diferente glándula endocrina y un plexo nervioso y se vinculan con una región del cuerpo que abarca órganos que desempeñan funciones emocionales, mentales y espirituales.
Si todos están en equilibrio, la persona está sana y feliz. Si no lo están, asegura, aparecen enfermedades y problemas emocionales.
Terminada la primer parte, la evaluación, comienza lo que me llevó al Centro de Salud Integral Jauregui , ubicado en Los Yoses: mi primera sesión de reiki, una terapia de sanación que nació en Japón a principios del siglo XX.
La práctica
Manuel Jauregui , mexicano criado en Estados Unidos y nacionalizado costarricense, es licenciado en enfermería, especialista en terapia craneosacral y maestro reiki. Abrió su consultorio hace 19 años junto a su esposa, la doctora Lucrecia Mora. Ambos ofrecen servicios de terapia integrativa; especialmente la protagonista de este texto.
La palabra reiki es un término compuesto en japonés. REI significa energía universal y KI energía vital.
Esta terapia consiste en canalizar la energía del universo a través de las manos hacia uno mismo o hacia otras personas con el objetivo de sanar enfermedades físicas o emociones.
Al igual que la acupuntura, el shiatsu o el yoga, esta técnica parte de una sencilla tesis: el ser humano es energía. Esta afirmación, aseguran sus practicantes, más que algo espiritual, se relaciona directamente con la física cuántica.
“El reiki sostiene que cuando la energía se bloquea, por cualquier circunstancia, es cuando se produce una enfermedad”, explica el medio El Mundo en un artículo. “La imposición de las manos en la zona enquistada, donde la energía ha quedado taponada, sirve para disolver ese 'nudo' que impide que la energía fluya y así devolver el equilibrio al organismo”.
Lo que sucede, agrega la doctora Lucrecia , médica general y también maestra reiki, es que en Occidente se nos ha acostumbrado a relacionar el término “energía” con esoterismo. “Hay mucha gente que dice: ‘es brujería, es algo satánico’ pero uno les pregunta por qué y no saben contestar. Eso se llama ignorancia”, dice. “Nosotros somos seres que estamos constituidos por un montón de átomos. No podríamos movernos si el calcio, el sodio o el magnesio no se mueven. Estos son átomos y cuando se mueven generan energía. Eso nos lo enseñaron a nosotros en tercer año de colegio”.
“Se mueven y emiten una energía, emiten calor, emiten luz”, agrega. “Un nervio no funciona si no es con la energía que se produce desde el cerebro para poder mover una mano. La energía está en nosotros, sin hablar de esoterismo ni brujería. Somos seres energéticos”.
Aunque la práctica de canalizar energía tiene más de 3.000 años de antigüedad, fue retomada en 1920 por el doctor Mikao Usui, un monje y catedrático japonés, considerado el primer maestro reiki. Mikao se inspiró en sus prácticas con la meditación, la medicina, el budismo y el cristianismo para desarrollar la técnica.
Sus enseñanzas viajaron de Oriente a Occidente cerca de la década de los setentas. En Costa Rica, cada vez más adeptos están convencidos del poder curativo que tiene esta práctica.
La medicina convencional, tradicionalmente escéptica ante la utilización de técnicas alternativas, también ha comenzado a utilizarla paralelamente.
“El reiki no solo es compatible con cualquier tratamiento médico, sino que además actúa como complemento, ya que en ningún caso se recomienda suspender ninguna medicación para sustituirla con esta técnica”, dice El Mundo . “Además, está reconocida como terapia alternativa por la Organización Mundial de la Salud (OMS). De hecho, en Estados Unidos y Reino Unido ya se utiliza en más de 1.000 centros hospitalarios y está incluido en el Sistema Público de Salud. En el estado de Nueva York, hasta los servicios de emergencia están formados para dar reiki”.
Lo que sucede con el reiki, agrega Jauregui, es que hace que cualquier pastilla o tratamiento médico sea más fuerte. “Elimina los efectos secundarios. Por ejemplo, una persona con cáncer que recibe quimioterapia, no va a tener esos vómitos”, dice. “No va a tener ese rechazo a la quimioterapia. Va a agarrar lo que sirve de la quimioterapia y a trabajar en el cuerpo, y lo otro, lo que realmente afecta, lo anula”.
Sanación
Cierro los ojos. En los próximos 40 minutos, tiempo que dura mi sesión, no veo por completo lo que pasa. Mientras el olor a lavanda continúa siendo agradable, siento la presencia del maestro en el cuarto.
Aunque sus manos no me tocan, las percibo a unos 10 centímetros de mi cara. Entre mis párpados hago trampa. Veo que sus manos se posan nuevamente, sin tocarme, sobre mi garganta.
Desde mi cabeza hasta los pies, y de vuelta, sus manos se detienen sobre cada chakra. Mi cabeza se pone caliente. Cada vez que sus manos se acercan a ella, aumenta la temperatura sobre mis hombros.
Mi estómago continúa reclamando, pero cada vez menos (aún así, no debí comer Burger King).
Terminada la sesión me aconseja quedarme acostada. Obedezco. Unos cinco minutos después me siento sobre la camilla y me mareo.
“En algunos lugares se puede sentir caliente, en otros hormigueo, en otras frío y en otras congelado”, explica. Cuando la energía se mueve, el calor aumenta. “Probablemente estabas pensando mucho”.
“Sentí tu energía muy parejita. Pero a veces, si viene una persona con una enfermedad grave se va a sentir helado. Cuesta que se calienten las manos”, indica. “Yo puedo poner las manos en donde te duele y me quedo ahí hasta cuando se caliente. Si es que está helado y no se calienta, ya te mando con un médico para que te atienda. Se siente como si agarrara un pedazo de hielo en las manos. Sin hacer escándalos le decimos al paciente: ‘vaya y vea a un médico’”.
En más de una ocasión, asegura, han detectado tumores que han pasado inadvertidos en sus pacientes. Las reacciones en las personas varían y el proceso no siempre será agradable.
“Hay personas que su vida es un desorden. Una persona que se está divorciando o está metida en unos problemotas y viene a que se le dé reiki, su depuración tal vez va a ser más fuerte”, agrega. “Puede tener ira con su esposo o esposa, ira porque está peleando por la casa, el carro. Todas esas son emociones de baja vibración y al darle reiki la energía empieza a sacar esas emociones. A esa persona, al salir, le pueden doler. Pueden empezar a vomitar, a llorar, a toser… y es porque el cuerpo, el ser, el espíritu, está sacando todo eso tóxico”.
Recuerda una paciente que después de una sesión estuvo riéndose durante más de dos horas continuas. Un sentimiento que su cuerpo no había dejado salir.
Escepticismo
A la vez que el reiki ha ido ganando terreno, las críticas hacia su efectividad también lo han hecho. La relación de la medicina tradicional con el reiki tomó un giro polémico en el 2014 cuando un equipo de médicos publicó un documento llamando a poner fin a los estudios clínicos sobre prácticas de medicina alternativa como la homeopatía y el reiki, ya que según sus autores, son un desperdicio de recursos ya limitados.
“Naturalmente, los curanderos y entusiastas rechazaron las afirmaciones de los médicos, argumentando que reiki nunca fue destinado a reemplazar la medicina occidental, sino que debe ser utilizado de la mano de ella”, publicó la revista Refinery 29. “Se cree que el trabajo energético tiene enormes beneficios emocionales y mentales, lo que en realidad ha llevado a algunos hospitales a ofrecer diferentes formas de atención holística para ayudar a los pacientes a recuperarse más rápidamente”.
La investigación sobre la efectividad del reiki apenas está comenzando. “El Centro Nacional de Salud Complementaria e Integrativa (NCCIH) de los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) ha completado cinco estudios que analizan la capacidad de reiki para beneficiar a personas con diabetes, SIDA avanzado, cáncer de próstata, fibromialgia y estrés”, publicó el sitio Taking Charge de la Universidad de Minessota. “Otros estudios publicados han estudiado el efecto del reiki sobre las medidas de las hormonas del estrés, la presión arterial, la frecuencia cardíaca y la respuesta inmunológica, así como sobre los informes subjetivos de ansiedad, dolor y depresión”.
“Los estudios hasta la fecha son típicamente pequeños, y no todos están bien diseñados”, agregó. “Sin embargo, la superposición de datos de algunos de los estudios más fuertes apoyan la capacidad del reiki para reducir la ansiedad y el dolor, y sugieren su utilidad para inducir la relajación, mejorar la fatiga, los síntomas depresivos y fortalecer el bienestar general”.
Todos estos beneficios, aseguran algunos, pueden deberse al efecto placebo. Si usted cree que el reiki está trabajando en su energía y realmente puede ayudarle a sentirse mejor.
La discusión apenas está comenzando pero la popularidad del reiki en aumento es innegable. “Fue difícil que la gente dejara todas esas supersticiones. La gente en Costa Rica lo ha aceptado muy bien, a pesar de todo. Se han quitado muchos tabúes que nos han metido”, dice Lucrecia Mora, quien afirma que solo en su centro han formado ya más de 500 estudiantes. La cantidad de practicantes, dice, se ha multiplicado exponencialmente. “Cuando yo estudié medicina, como que te tenían metido en una caja. Yo no tenía la opción para darles algo más a los pacientes. Cuando aprendí reiki me salí de esa caja y vi una posibilidad mayor en la cual al final, quienes salen más beneficiados son los pacientes”.
Para Jauregui, no se necesita creer en reiki para que haga efecto. “Es libre, si tu quieres dedicarte a reiki la aprendes, sino no. Nadie te debe estar diciendo que debes aprenderla o que debes creer. Va a trabajar creas o no creas”, asegura. “Tu te acuestas aquí y se te da reiki. Puedes estar enfermo y sin que tu te des cuenta se te puede dar reiki para que sanes. La terapia de reiki solo trabaja para hacer el bien. No se puede utilizar de otra forma”.