“Los padres de adolescentes podrán no tener influencia sobre la música que ellos oyen, la comida que les agrada, la ropa que se ponen o la persona que les gusta, pero su propio comportamiento frente al alcohol sí puede influir en la relación que tendrán los jóvenes con este”.
Con esas palabras, Hubert Sacy, presidente de la organización Educalcohol, resumió cómo el comportamiento de los padres al consumir bebidas alcohólicas impacta en los hijos, quienes repetirán patrones.
Este tema cobra relevancia en el marco de la IV Encuesta Nacional de Consumo de Drogas en Colegiales, realizada por el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA). En esta se confirmó que el licor sigue siendo el vicio más popular entre los jóvenes ticos. Luego siguen la marihuana y el tabaco.
“Desde los seis años, los niños ya tienen una opinión acerca del alcohol y esta dependerá de lo que pasa en su hogar. No es lo mismo ver que el papá se emborracha y agrede a la madre, que observarlos descorchar una botella de vino un viernes en la noche para cenar juntos”, aseguró Sacy.
El especialista insistió en que “antes de dar 2.000 sermones a los muchachos”, los adultos deben autoanalizarse y revisar si mantienen una relación responsable con el licor o caen en excesos.
“Hay quienes piensan que porque es viernes y estarán en la casa, pueden emborracharse, cuando sería mejor tomarse un solo trago tres días por semana”, dijo Sacy, a manera de ejemplo.
Información crucial. El presidente de Educalcohol aseguró que cada adolescente es diferente y, por lo tanto, no existe una fórmula única para prevenir el consumo de licor en esta población. Sin embargo, insiste en que, además del ejemplo, la comunicación con los jóvenes es fundamental.
Para lograr buenos resultados, Sacy considera que los adultos deben informarse sobre los riesgos que tiene el licor en las personas muy jóvenes y cómo afecta su salud física y mental.
En ese sentido, antes de los 15 años, lo mejor es evitar por completo que ingieran bebidas alcohólicas. Según él, se debe retrasar lo más posible ese primer contacto, con el fin de prevenir efectos sobre el desarrollo cerebral, que a esa edad todavía está en proceso.
“Ya a los 15 años, si el joven manifiesta su interés por probar, la estrategia es que el adulto se mantenga a su lado y vigile que no se exceda. Quienes se inician en el consumo de licor con sus padres tienen menos riesgos que los que lo hacen con amigos”, expresó Sacy.
“Hay quienes ni siquiera tienen la curiosidad de probar (y hay que respetarlos), mientras que otros probarán y puede que ni les agrade”, dijo Sacy.
Ahora bien, ¿qué hacer si el adolescente llega pasado de tragos a la casa? Sacy lo resume así: “No le diga nada esa noche, no tiene caso y puede ser contraproducente. Al día siguiente, dele mucha agua, caminen y conversen: ¿dónde consiguió el licor?, ¿por qué decidió tomar tanto? Recuérdele los riesgos, y haga un trato con él o ella, por ejemplo, que la próxima fiesta sea en su casa”, concluyó.