Seguir el pulso a la acción de los tratamientos contra virus, bacterias, hongos y parásitos para determinar en qué momento algunos generan resistencia (y no cumplen con el propósito de tratar al paciente) para buscar nuevas opciones. Ese es el propósito de un nuevo informe interactivo desarrollado por el Centro Nacional de Referencia de Bacteriología (CNRB) del Inciensa, que permitirá tener un panorama país para mejorar la toma de decisiones.
El reporte del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa) reunió la información generada entre 2018 y 2022 por cinco hospitales: Nacional de Niños, San Juan de Dios, Calderón Guardia, Nacional de Geriatría y Gerontología, y Clínica Bíblica. Se espera que próximamente puedan sumarse más.
Antonieta Jiménez Pearson, del laboratorio de Bacteriología del Inciensa, explicó a La Nación que cada uno de estos centros de salud tienen capacidad de analizar cuándo algún microorganismo presente en algún paciente generó resistencia a determinado tratamiento, lo que implica buscar otras posibilidades para combatir la infección.
La información contiene las bases de datos de los laboratorios de esos hospitales, pero también de las bacterias u otros patógenos que se envían directamente al Inciensa para su análisis.
“Cada hospital que participa tiene un grupo interdisciplinario. No es solo el laboratorio. Los datos salen del laboratorio clínico, pero se necesita información del paciente para dividir las bacterias en cuáles están asociadas al centro de salud y cuáles a la comunidad (es decir, fuera de un hospital). Involucra microbiólogos, infectólogos, epidemiólogos, farmacéuticos y enfermeros”, manifestó Jiménez.
La información muestra las dos caras de los medicamentos: donde hay sensibilidad y los tratamientos sí funcionan y donde hay resistencia a uno o más fármacos y deben buscarse otras líneas.
¿Cuán común es la resistencia antimicrobiana?
Según advirtió Jiménez, la resistencia antimicrobiana es una pandemia silenciosa, pues viaja más lento que la que vivida en 2020, pero si no se combate los resultados podrían ser lamentables
Si se tiene una infección con bacterias, hongos o parásitos, los antimicrobianos ayudan a inhibir el crecimiento de los patógenos y ayudan al cuerpo a combatirlos y matarlos. Si los microorganismos se vuelven resistentes ya no funcionan y deben buscarse opciones que pueden ser más fuertes y con más efectos secundarios para las personas.
Hay diferentes niveles:
Resistencia. Hay resistencia al tratamiento de primera línea y se buscan otras opciones.
Multirresistencia. La resistencia es hacia el medicamento de primera línea y al menos uno más.
Resistencia extrema. Solo hay una o dos opciones disponibles. “Muchas veces no son las favoritas, porque las favoritas son las que se usan de primero”, expuso Jiménez. Sin embargo, aclaró que dependiendo de los valores que dé el laboratorio, pueden darse tratamientos combinados con esas opciones que quedan y usar las que se creían resistentes, que en combinación podrían funcionar.
Panresistencia. No existe fármaco disponible en tratamiento. Resistente a todos los antibióticos.
“En Costa Rica, hasta el momento, no hay casos de panresistencia reportados por Inciensa. Este informe no es para alarmar a la población; hay gran sensibilidad y posibilidad de tratamientos para muchos casos, en otras infecciones, sí hay que tener mayor cuidado, porque se han dado casos aislados de extrema resistencia y de ahí la importancia de informe”, declaró Jiménez.
Una de las preguntas que se buscaba responder con el estudio era cuántas, de todas las bacterias que llegaban, eran realmente resistentes. Jiménez dio el ejemplo de la Pseudomonas aeruginosa, una bacteria que se ve en el ambiente hospitalario y puede afectar diversos sistemas del organismo humano. Se detectó que, en esos cinco hospitales, durante esos cinco años, el 10% de lo reportado tuvo ese perfil de resistencia extrema.
“Sí debemos ser conscientes de que hay un porcentaje de infecciones que sí se están dando por esas bacterias resistentes, por eso debemos tener la información para cuidar los antibióticos y usarlos de mejor forma. Pero veamos que un 90% de las infecciones no tienen este tipo de resistencia”, destacó.
¿Qué podemos hacer nosotros?
Jiménez recordó que todos los niveles de la sociedad tienen un rol para ayudar a la resistencia con antimicrobianos. Esto comienza desde el momento en el que se receta un tratamiento. Los antibióticos, por ejemplo, son para infecciones por bacterias. Si un paciente reclama un antibiótico por una infección por virus este no solo no le haría efecto, también ayudaría a fomentar la resistencia.
Si se demostró una infección con bacteria y se receta el tratamiento, este debe consumirse al final. Si nosotros no consumimos los antibióticos de manera adecuada también seríamos parte del problema. Los dos puntos principales es no tomar ningún tipo de fármaco sin receta médica, y, si se nos receta, tomarlo hasta el final.
“Si no terminamos el tratamiento, estamos educando a la bacteria para que desarrolle esa resistencia”, resumió en una entrevista anterior el microbiólogo Christian Pérez.
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