La acción y el compromiso de cada paciente es vital para mantener la diabetes bajo control. Ello implica monitorear con regularidad cómo están los niveles de glucosa en sangre para que los especialistas sepan cómo regular el tratamiento médico, ajusten el plan de alimentación y hasta puedan dar mejores recomendaciones a la hora de realizar actividad física. Todo esto les permitirá a las personas llevarle el pulso a las crisis.
Así lo dejó claro Giancarlo Fornieri, médico y educador en diabetes, quien hizo un llamado a quienes sufren esta enfermedad para que colaboren en este sentido.
“Un examen de sangre que mida la hemoglobina glicosilada sí nos da parámetros necesarios a la hora de diagnosticar la enfermedad y de saber cómo se comporta a un plazo más largo. Es conveniente que el paciente se la haga cada seis meses. Pero hay limitaciones. Por ejemplo, ese examen no nos dice si hay fluctuaciones a lo largo de tres meses, no nos habla de picos ni de bajonazos. Por eso, el glucómetro es un instrumento que la persona debe tener a mano”, explicó el especialista.
El glucómetro es un instrumento que indica los niveles de glucosa que el individuo tiene en sangre. La persona “pincha” su dedo y pone una gota de sangre en una tira diagnóstica y esta se inserta dentro del glucómetro. El valor que salga, indicará si el paciente mantiene sus niveles estables, o si tiene algún “bajonazo” o “pico” en sus niveles de glucosa.
Estar en valores anormales “descompensa” al diabético y lo expone a mayores riesgos de salud, como problemas de la vista (pues hay impacto en las retinas).
“Debemos cerciorarnos de que nuestro glucómetro cumpla con requisitos mínimos. Si lo compra en el extranjero, asegúrese de que todos los componentes –tiras y lancetas– se consigan en el país, también que usted pueda tener soporte técnico y baterías para reponer. Busque que sea fácil de usar y que sea lo más exacto posible. Lo ideal es adquirir uno que diga que cumple con el ISO15197, que es el estándar que se establece a nivel internacional para monitorear la glucosa”, señaló Fornieri.
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¿Cómo surge la diabetes?
Lo primero que debe entenderse al hablar de diabetes es que no hay solo un tipo de enfermedad, pues tienen causas y manifestaciones distintas según el tipo. Sin embargo, todas tienen algo en común: la forma en como el cuerpo –específicamente el páncreas– procesa los niveles de azúcar en la sangre.
En la relación de nuestro cuerpo con el azúcar hay una hormona medular llamada insulina. El páncreas produce la insulina y esta se encarga de que la glucosa o azúcar que proviene de los alimentos entre a las células y pueda proveernos energía. También controla la velocidad a la cual la glucosa se consume dentro de las células.
Hay tres tipos principales de diabetes: la tipo 1, la tipo 2 y la gestacional.
La diabetes tipo 1 usualmente comienza a presentarse en la niñez, aunque hay algunas personas que la sufren más tarde. En este tipo, el páncreas no produce insulina. Sin la insulina, la glucosa permanece en la sangre y se acumula.
Es una enfermedad calificada como autoinmune (el cuerpo se ataca a sí mismo), pues el sistema inmunitario ataca al páncreas y destruye las células que producen insulina. Si esto no se controla, puede causar problemas serios en el corazón, ojos, riñones y otros órganos.
Los síntomas incluyen sed excesiva, hambre extrema, aumento inusual de ganas de orinar, pérdida de peso inexplicable y fatiga.
Entre el 10% y el 15% de los diabéticos presentan este tipo.
Según Fornieri, las personas con diabetes tipo 1 deben monitorear sus niveles de glucosa diaramente en ayunas, dos horas después del desayuno, antes del almuerzo (y dos horas después), antes de la cena y luego, dos horas después de esa comida. Son de seis a siete tomas al día.
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La diabetes tipo 2 tiene características diferentes y, por lo general, se asocia a malos hábitos de salud que se tienen durante varios años.
En este caso el cuerpo genera resistencia a la insulina. El páncreas sí produce esta hormona, pero en menor cantidad o simplemente “no sabe cómo usarla”. El organismo impone una barrera para que esta sustancia no funcione o las células no responden correctamente a ella. Como resultado, el azúcar no entra a las células para ser utilizada como fuente de energía, y se acumula en la sangre.
Cerca del 85% de los diabéticos tienen este segundo tipo.
Hay varios factores de riesgo que exponen a la persona a sufrir diabetes tipo 2. La obesidad y el sobrepeso, o el haber sido diagnosticado con prediabetes son parte de los riesgos.
“Los prediabéticos tienen posibilidades de ser diabéticos en cinco años, pero esto sí puede ser reversible con estilos de vida como una buena alimentación, actividad física y control médico”, destacó Fornieri.
Los síntomas de este mal son todos los de diabetes tipo 1, pero se les puede sumar la visión borrosa, el durar mucho tiempo en cicatrizar heridas o sanar “moretones". Además, son más comunes las infecciones en la piel y en otras partes del cuerpo, dado que el azúcar es medio de cultivo para bacterias.
¿Cada cuánto deben monitorearse las personas con este tipo de padecimiento? De acuerdo con Fornieri, no todos tienen los mismos requerimientos, esto dependerá del tratamiento. Si la persona se inyecta insulina, puede ser que sea necesario una vez al día en ayunas o dos horas después de la comidas. Si toma un tratamiento con pastillas, dependerá de cuál tome, en algunos casos puede ser necesario una vez por la mañana y una en la noche o más bien cada dos semanas. No importa la situación, la persona siempre deberá consultar con su médico.
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Finalmente, la diabetes gestacional se diagnostica en el segundo semestre del embarazo. El cuerpo no puede producir ni utilizar toda la insulina que necesita para la gestación. Sin suficiente insulina, la glucosa no puede salir de la sangre y convertirse en energía. El nivel de glucosa sube porque se acumula en la sangre.
“El embarazo es como una prueba de esfuerzo para el páncreas”, apuntó Fornieri.
Quienes sufren este tipo de diabetes tienen un mayor riesgo de presentar a futuro diabetes tipo 2.
Las mujeres con este mal deben monitorear sus niveles de glucosa a diario. Las tomas deben hacerse en ayunas, una hora después de cada comida y dos horas después de cada comida.
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¿En cuánto deben estar los niveles de glucosa?
Esa es una pregunta básica para cada diabético. De acuerdo con Fornieri cada caso es independiente y es algo que el paciente debe manejar con su médico, pues incluso depende de la edad de la persona y de si tiene otras enfermedades.
En términos generales, un individuo debería estar en niveles de 80 y 90 ml/dl en ayunas y no superar los 130 ml/dl. Dos horas después del desayuno no debe superar los 180.
En el caso de la diabetes gestacional, los valores en ayunas deben ser de 95 ml/dl o menos, una hora después debe estar en 140 ml/dl o menos y dos horas después en 120 o menos.
“Una persona puede llevar una calidad de vida muy alta con diabetes, solamente se debe estar pendiente del control de su enfermedad”, puntualizó Fornieri.