Supongamos que usted tiene diarrea y vómito. Va al médico y luego de una revisión rigurosa y un examen de laboratorio, determina que usted fue infectado por una bacteria de una familia llamada shigella contra la cual le receta antibiótico por seis días. A los tres días usted ya no tiene síntomas y decide que no necesita más antibióticos por lo que abandona el tratamiento.
Usted guarda los sobrantes en el botiquín de su baño. Semanas después, su vecina le comenta que tiene diarrea y vómito. Usted le da esos sobrantes. Sin embargo, la diarrea y el vómito de ella tenían otra causa: un virus.
Cuando va al botiquín por las píldoras para su amiga, se encuentra con otros antibióticos, recetados para una infección pasada; usted tampoco terminó ese tratamiento. Decide que ya están muy viejos y los bota en el basurero.
Días después, la diarrea y vómito regresan. Sin otra consulta médica, va a la farmacia a comprar el mismo medicamento. El dependiente no le hace mayores preguntas y le vende el producto.
Entre estos hechos hipotéticos resaltan siete errores:
1- Abandonar el tratamiento (dos veces, dado que ya tenía otro tratamiento anterior guardado).
2- Guardar los medicamentos en un lugar tan húmedo con el baño, donde pueden perder sus características con el tiempo.
3- Recetarle a la vecina los antibióticos sobrantes solo porque los síntomas eran muy similares.
4- Que la vecina los consuma sin consultar a un profesional de salud.
5- Botar los sobrantes (que no debieron existir) en el basurero y no llevarlos a una farmacia para su correcto desecho.
6 - Comprar antibióticos sin otra revisión médica.
7- Que el vendedor no llame al regente farmacéutico para que explique por qué no se le puede vender.
“Esa historia puede sonar exagerada, pero sucede, vemos diferentes partes de ellas a cada rato”, afirmó Antonieta Jiménez, del Centro Nacional de Referencia Bacteriología, del Instituto Nacional de Investigación en Ciencia, Nutrición y Salud (Inciensa).
La situación también aplica para otro tipo de medicamentos, como antiparasitarios o antifúngicos.
Además de Jiménez, La Nación consultó a Olga Esquivel, fiscala del Colegio de Farmacéuticos, y su colega Evelyn Sandí; Cristian Pérez, jefe del Laboratorio Clínico del Hospital Nacional de Niños; Jorge Chaverri, médico infectólogo y José Pablo Díaz, farmacéutico especialista en antiinfecciosos. Con ellos se revisarán aciertos, errores y sus consecuencias para la salud y para la salud pública.
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Dos aciertos, antes de los siete errores
Al inicio de la historia se ven dos aciertos. El primero: sí se acudió con un médico en primera instancia. El segundo: él médico ordenó un examen para determinar cuál era la bacteria y prescribir medicamentos.
“Sabíamos que era shigella. A veces esos exámenes toman más tiempo en salir y los médicos no se esperan y recetan, pero si no es de vida o muerte es mejor controlar los síntomas, hidratar y no dar antibióticos antes de identificar la bacteria y su tratamiento correcto. Si hay gravedad, sí hay más urgencia de prescribir”, expresó Jiménez.
Chaverri agregó: “los médicos debemos ser responsables al prescribir. Hay varios aspectos, como el tipo de infección, si la persona tiene alguna alergia, si está en un tratamiento con otro medicamento (para evitar interacción) y el peso de la persona. Con eso se diseña un tratamiento específico”.
A Díaz le preocupa cuando sucede lo contrario y se prescribe si no es necesario o por más tiempo del indicado.
“Entre el 20% y el 50% de las prescripciones de antibióticos (a nivel mundial) son inadecuadas. Hay médicos que sienten ‘presión cultural’ a prescribirlos. Hay pacientes que los piden, y el riesgo de efectos adversos puede ser alto”, manifestó el farmacéutico, quien es consultor de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en temas de resistencia antimicrobiana.
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Los errores
1- No terminar el tratamiento
Esto podría causar que la bacteria se vuelva resistente al producto. En otras palabras, desarrolla una forma de defenderse de los antibióticos ante los que normalmente sucumbe. En ese caso, el médico tendría que buscar otra opción y podría llegar el momento en que se quede sin más.
“Así como usted recibe un virus y ‘hace defensas’, la bacteria recibe el antibiótico ‘y hace defensas’. Unas mueren y otras dicen ‘aquí tenemos que hacernos más fuertes’. Y tal vez esa resistencia sea para todos los antibióticos de esa familia y los de otras familias”, puntualizó Esquivel.
Pérez explica: “es como tener un mazo para matar a las bacterias. El doctor le dice ‘dele 10 mazazos por 10 días’, al segundo día parece que la bacteria está muerta, pero no”.
Según Sandí, en los primeros días mueren las bacterias más débiles, pero quedan las más fuertes, y esas van a up,dy más fuerza.
Si usted tuviera alguna reacción adversa llame al médico: “quien le prescribió es quien puede guiarlo y saber si cambia o no el medicamento. No debemos decidirlo solos”, aconsejó Jiménez.
Si la persona abandona el tratamiento y la bacteria sigue reproduciéndose y se hace resistente a al medicamento que el paciente tomaba, el cambio de fármaco no es la única consecuencia. “Estas bacterias resistentes van pasando de persona en persona y esto complicará los tratamientos a futuro”, advirtió Esquivel.
A largo plazo, la salud pública sufre daños, pues como explica Pérez, cuando hay muchas personas con estas resistencias, a nivel de salud pública se van reduciendo las opciones para tratarlas. Así, incluso, lo ha advertido por años la Organización Mundial de la Salud (OMS), según la cual si no se actúa, para 2050 esta resistencia acabará con 10 millones de vidas al año.
Aunque en Costa Rica no nos hemos quedado sin opciones todavía, este año el Centro Especializado en la Atención de Pacientes de Covid-19 (Ceaco) y el San Juan de Dios enfrentaron brotes de bacterias multirresistentes. Este último centro médico enfrentó muerte de bebés por una bacteria, en estos casos no era multirresistente, pero sí puso en alerta a las autoridades.
2- Almacenar en un lugar húmedo
Durante un tiempo, el envase (blíster o frasco) sí reúne las condiciones para preservarlo, después de eso, no cualquier lugar las ofrece. Además, si las personas toman el tratamiento, ni siquiera debería haber sobrantes.
Sin embargo, en el caso del ejemplo la persona sí los guarda porque decide no terminar.
“Usted no sabe las condiciones del lugar donde lo guarda. Los baños son de los espacios más húmedos de las casas. Si pasa un mes o dos, los medicamentos pueden cambiar, no solo en apariencia, también en la efectividad”, recalcó Pérez.
¿Dónde guardarlos? Para los entrevistados, el lugar ideal es la habitación, en una caja de plástico, de preferencia con tapa. Que se mantenga fuera del alcance de niños y lejos de la humedad.
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3- ‘Recetar’ los antibióticos a otra persona
Este error lo cometió la vecina, que utilizó algo que no necesitaba.
“No sabemos qué tiene la vecina. Puede ser un virus y de nada le servirán los antibióticos. O tal vez sí es una bacteria, pero es otra que requiere otro tratamiento. O no sabemos si ella es sensible o alérgica al producto”, señaló Jiménez.
Esquivel complementa: “pongamos otro ejemplo, que usted tenga un virus respiratorio. A los tres días se toma un antibiótico y tres días después de eso ya su cuerpo con sus defensas combatió al virus y por eso es que usted se siente mejor, pero usted va a creer que es por el antibiótico”.
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4- Tomar un fármaco sin autorización
Este error fue de la vecina, quien se tomó el fármaco sin saber si lo necesitaba, acción que, como señala Pérez, pues resultar muy peligroso, pues el usuario desconoce si el antibiótico será eficaz contra su padecimiento. Recordó que cada bacteria tiene su mazo y de usar otro mazo no solo no lo va a curar, sino que además puede aumentar la resistencia a otras bacterias.
“Si estoy enferma no puedo recibir nada de nadie que no sea un médico calificado que me haya revisado”, subrayó Jiménez.
5- Desechar sobrantes en cualquier basurero
Botar en el basurero o desagüe provocará que los fármacos salgan al ambiente. Esto podría aumentar la resistencia de las bacterias que están en el ambiente.
“Hay una correcta forma de desecharlos. Nunca en un basurero. Nunca en el lavabo. Debe llevarse a un centro de salud”, señaló Esquivel.
6- Comprar antibióticos en la farmacia
Si usted dejó el tratamiento y los síntomas regresan, puede ser que las bacterias, al no haberse eliminado por completo, siguieran reproduciéndose y volvieran a causar el malestar; pero también puede ser que fuera otra la causa, como que se adquiriera un virus digestivo. En ese caso, de nada le servirá tomar antibióticos, se le debería indicar otro producto.
7- Antimicrobianos sin receta médica
Fue un error de la farmacia, tanto del dependiente como del regente que no estuvo vigilante, vender estos medicamentos sin receta. Esto tiene sanción.
“Al establecimiento lo regula el Ministerio de Salud. Podrían desde ponerle una prevención hasta quitarles el permiso. Como colegio profesional, nosotros fiscalizamos el ejercicio. El regente se expone a una llamada de atención o inclusive a una suspensión”, manifestó Esquivel.
Para ella, es muy común que los pacientes lleguen a una farmacia a pedir antibióticos, y es allí donde entra la labor educativa del farmacéutico, al guiar en lo que realmente necesita y, de ser el caso, remitirlo a un médico.
Esquivel hace una salvedad: hay dos tipos de antibióticos que no requieren receta. El primero son las cremas de uso tópico, que pueden comprarse sin dicho documento. El segundo son las muestras que el visitador médico le da a otros profesionales de salud, pero no están destinadas al público general.