Las salsas preparadas con las que cocinamos pastas o carnes, los aderezos para ensaladas, las sopas "de paquete", los embutidos, los frijoles molidos empacados y hasta los panes y galletas dulces, contienen sal y sodio (componente principal de este condimento).
En ocasiones la cantidad de sal es muy grande, pero pasa desapercibida porque nuestro paladar ya se acostumbró a cierto nivel de sodio o porque los niveles de azúcar y grasa los disimulan.
Lo cierto es que, aunque estos alimentos no son la principal fuente de sodio de los costarricenses (en primer lugar está la sal que usamos para cocinar o la que agregamos mediante el salero a la comida justo antes de comerla), al sumarse todo caemos en un abuso del que no nos percatamos y eso pone en jaque nuestra salud.
La principal consecuencia sería sufrir hipertensión arterial, factor de riesgo número uno de enfermedades cardiovasculares: como infartos al miocardio o accidentes cerebrovasculares (popularmente conocidos como derrames cerebrales).
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El sodio se utiliza como preservante para algunos alimentos, pero también para, por ejemplo, brindar el color a los embutidos o mantener el sabor de panes o galletas (esto incluye también al pan dulce y chocolates).
Estos son parte de los mensajes que se dieron la mañana de este viernes en el Colegio de Médicos, en donde distintos especialistas vieron con preocupación los daños de esta ingesta abusiva de sal entre las personas.
La actividad se realizó con motivo de la Semana Mundial de Sensibilización de la Sal, organizada por la organización Acción Mundial en Sal y Salud (WASH, por sus siglas en inglés), con sede en Reino Unido.
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"Los frijoles molidos, los 'snacks', las salsas, los embutidos tienen mucho sodio y ni siquiera nos preocupamos de eso", manifestó Adriana Blanco, coordinadora del programa de reducción del consumo de sal y sodio del Instituto Costarricense de Investigación y Enseñanza en Nutrición y Salud (Inciensa).
"Esta sal 'oculta' no solo está en productos del supermercado. también se ve cuando vamos a un restaurante a comer. Le estamos dejando nuestra salud a los cocineros y chefs porque no sabemos cuánta sal utilizan para cocinar nuestra comida. Lo que necesitamos es preparar nuestros alimentos, para que estos cumplan su función de beneficiar nuestra salud y no de afectarla", enfatizó Norm Campbell, del Instituto de Salud Cardiovascular Libing en Alberta, Canadá, quien brindó varias conferencias durante la actividad de este viernes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda, en adultos, un consumo máximo de cinco gramos de sal por persona al día, es decir menos de una cucharadita.
De acuerdo con estudios del Instituto Inciensa, el costarricense consume en promedio 11 gramos de sal por día, casi el doble de la recomendación de la OMS.
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¿Cómo identificar la 'sal oculta'?
De acuerdo con los especialistas, la mayoría de la "sal oculta" se encuentra en productos que conseguimos en los supermercados o pulperías. En este sentido, leer las etiquetas es vital para saber cuáles alimentos debemos evitar.
El primer paso constituye en revisar la lista de ingredientes. Los ingredientes están listados de mayor a menor cantidad, por lo que, si usted ve que un ingrediente se menciona de primero, este será el que más contiene el producto.
En ese sentido, Blanco recomienda que si usted ve la sal o el sodio dentro de los primeros dos o tres ingredientes, lo mejor es evitarlo.
El segundo paso es ver los porcentajes que implica cada porción en porcentajes de la necesidad diaria de alimentación. Si un producto le da más del 5% del requerimiento diario de sodio, dígale no.
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"Un 5% puede parecer muy poco, pero acordémonos que esto es un porcentaje de lo que debemos comer durante todo el día. De 5% en 5% podemos acabar consumiendo mucho más del máximo necesario", adujo Blanco.
La especialista recalcó que no se trata de "satanizar" ningún alimento, se trata de moderarlos, no es que no se puedan comer del todo, es que debe bajarse su ingesta y no combinarla con el consumo de otros productos altos en sodio.
El problema mayor: al cocinar
Aunque la sal oculta es un riesgo muy grande porque ni siquiera la percibimos, Blanco insiste en que nuestra principal responsabilidad es ir bajando poco a poco la cantidad de sal que utilizamos para cocinar y eliminar el salero de la mesa para no añadirle más sodio a la comida ya cocinada.
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"¿Qué pasa si usted compra vegetales frescos que no contienen sal añadida pero a la hora de cocinarlos los 'baña' en sal y salsas procesadas? Lo principal pasa por nuestra forma de cocinar?", evidenció Blanco.
En una entrevista anterior, la nutricionista Silvia Quesada también criticó una práctica común en el costarricense: "hay gente que no ha ni probado la comida cuando ya está agarrando el salero y poniéndole sal. Ni siquiera saben cuán salada está la comida y muchos la bañan en sal, esto perjudica su salud".
Campbell es enfático en que sí hay forma de lograrlo: "no se trata de cortar 'de golpe' el consumo de sal, estamos tan acostumbrados a ella que entonces dejaríamos de encontrarle el gusto a la comida. El secreto es bajarle nada más un 10% a la hora de cocinar; nuestro paladar no va a notar eso. A las seis semanas, cuando ya estamos habituados a ese 10% menos, volemos a bajar otro 10% durante otras seis semanas, y así sucesivamente".
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Dentro de los malos hábitos a la hora de cocinar no solo está el usar la sal en sí misma, si no también, en utilizar condimentos compuestos que contienen mucha sal, por ejemplo, los consomés, la sal de ajo, la sal de cebolla, los condimentos tipo "bomba".
"No use esos condimentos, póngase a picar cebolla y ajo, use culantro, romero y otras hierbas naturales. Le dan buen sabor a las comidas y son más saludables", dijo Blanco.
Los riesgos
¿Qué pasa si consumimos más sal de la cuenta? Tal y como se mencionó al principio de esta nota, de acuerdo con la OMS, el abuso de sal en nuestra dieta está relacionado con presión alta, principal factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares.
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La alta ingesta de este condimento también se asocia con sobrepeso y obesidad, daños en los riñones, osteoporosis, retención de líquidos y algunos tipos de tumores, como el de estómago o colon.
"Nuestro cuerpo no está diseñado para consumir sal. Biológicamente no necesitamos esa cantidad de sodio en el organismo. Vámonos a lo más básico: cuando un bebé nace, lo primero que consume es leche materna y esta no tiene sodio, este bebé recibe los primeros sabores con sal en alimentos ya procesados, y en muchos casos en un principio hay rechazo", indicó Campbell.
"El problema es que con el tiempo nuestro paladar se acostumbra tanto a estos sabores procesados llenos de sodio que nos hace falta. Lo malo es que nuestro cuerpo sigue sin estar diseñado para consumir tanta sal", añadió el especialista.
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¿Cómo está relacionado el consumo de sal con la hipertensión? Según Blanco, esto sucede porque la sal y el sodio absorben la humedad.
"Cuando el sodio ingresa a nuestro cuerpo, a nuestra sangre, absorbe el agua. Se vuelve más denso. Entonces el corazón necesita mayor fuerza para bombear la sangre y esto aumenta la presión arterial. Las arterias también se endurecen y esto aumenta la presión", explicó la especialista.
Además, esta absorción de agua sobrecarga a los riñones y provoca acidez en el estómago.
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Otras exposiciones vistas en el Colegio de Médicos evidenciaron que el consumo excesivo de sal y sodio es la responsable de uno de cada tres casos de hipertensión arterial.
Campbell concluye: "el dejar la sal, tanto la oculta como la que utilizamos para cocinar y mirar hacia alimentos cada vez más naturales no solo veremos beneficios en nuestra salud con condimentos de mayor valor nutricional, también la comida nos va a saber mejor".
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