Los antibióticos son el tratamiento usual cuando una persona tiene infección con bacterias. Pero, en su labor de eliminar todos los microorganismos “malos” que nos enferman, también “barren” o matan la microbiota, es decir el conjunto de bacterias “buenas” que están en nuestro sistema digestivo y que nos ayudan con los diferentes procesos fisiológicos.
Estos fármacos también acaban con los nutrientes que alimentan a ese batallón aliado.
Como resultado, es más fácil que nuestro organismo tenga la “visita” de otras bacterias que pueden ser “no tan buenas” y causar trastornos digestivos, como las diarreas.
La doctora guatemalteca Carolina Ortiz López de Wyss expuso sobre este tema en la edición número 81 del Congreso Médico Nacional, que se celebra esta semana en La Fortuna de San Carlos.
“Hemos visto que en antibióticos se producen casos de diarreas en el 40% de los niños y en el 20% de los adultos", destacó la especialista.
Su solución: que los médicos, a la hora de recetar un antibiótico también receten cápsulas de probióticos que ayuden a la persona a regenerar la microbiota y así se pueda contar con más “soldados buenos" disponibles en el sistema digestivo.
Los probióticos son alimentos o suplementos que contienen microorganismos vivos destinados a mantener o mejorar las bacterias “buenas” del cuerpo. Se consiguen en las farmacias, especialmente.
“Si los damos (los probióticos) en el momento de iniciar el tratamiento se ha visto que van a disminuir la diarrea asociada al uso de antibióticos; van a poblar los sitios que quedaron despoblados por la acción del fármaco”, aseveró López.
El yogur es insuficiente
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La creencia popular indica que el yogur es un alimento que tiene una cantidad de probióticos adecuada para contrarrestar la pérdida de la microbiota.
“Sí, es cierto que el yogur tiene probióticos, algunos incluso vienen con ‘dosis extra’, pero esos nos ayudan cuando tenemos una microbiota normal y queremos mantenerla o potenciarla un poco. Pero, no es suficiente cuando un antibiótico barre con tu microbiota. Tendríamos que tomarnos como cinco litros de yogur o un poco más, según el tipo de tratamiento que tengamos”, puntualizó la doctora.
¿Qué podemos hacer entonces como pacientes? López indicó que podemos pedirle a nuestro médico (o al pediatra de nuestro hijo) recetar también los probióticos para así combinar ambas cosas. Dependiendo del probiótico recomendado así será la dosis y la frecuencia con la que debamos tomarlos.
“El médico nos dirá cuál probiótico tomar y cómo hacerlo. Lo importante es que usted haga todas las preguntas que tiene para así poder evitar diarreas y otras complicaciones que pueden presentarse al tomar antibióticos”, aconsejó la especialista.