No es una ilusión óptica. En las aguas del golfo Dulce, en el Pacífico sur de Costa Rica, una población de serpientes se desplaza por las aguas, causando sorpresa debido a su intensa y uniforme coloración amarilla.
Cada una de ellas no mide ni un metro de longitud (tienen entre 65 y 80 centímetros), pero llaman la atención a su paso.
Tienen la cola comprimida lateralmente –como si fuera una especie de remo– y sus cabezas son elongadas y angostas.
Estas no son serpientes marinas del todo extrañas para el país. La especie a la que pertenece fue descrita como Pelamis platura desde 1766. Esta especie es venenosa y vive al este de África y la región indo-australiana, así como a lo largo de la costa pacífica: desde México hasta Ecuador.
En el país, por ejemplo, ha sido observada en las playas de Guanacaste, en la península de Osa, en el Pacífico central y también en la Isla del Coco.
Su coloración amarilla llamativa y homogénea causa intriga tanto a científicos costarricenses como a expertos del mundo.
Tradicionalmente, la especie Pelamis platura ha sido descrita como una serpiente marina de coloración bicolor: oscura y negra “encima”, pero amarilla por abajo, mientras que la población de golfo Dulce es absolutamente amarilla.
“Esta es una población residente única en su aspecto, en todo su ámbito de distribución”, explica el científico costarricense Alejandro Solórzano, quien tiene años indagando esta condición.
Las serpientes son su vida. No por nada Solórzano es investigador asociado del Museo de Zoología de la Universidad de Costa Rica (UCR); además, labora en el Serpentario Nacional que ahora se encuentra ubicado en las instalaciones del INBioparque, en Santo Domingo de Heredia.
Según explicó Solórzano a La Nación , ya se realizaron los primeros estudios.
Resultados del análisis comparativo de ADN de esta población de serpientes amarillas del golfo Dulce en relación con ejemplares de serpientes bicolores de mar abierto, confirmaron que hay un nivel de variación de color superficial pero importante.
“Este resultado nos indica que, probablemente, esta población del golfo Dulce se encuentra en una etapa temprana de lo que se denomina como especiación”, dijo.
Se llama especiación al proceso mediante el cual una población de una determinada especie (como la de una serpiente marina) da lugar a otra u otras poblaciones. Una de las principales razones para que esto ocurra es el aislamiento geográfico y, por ende, la reproducción de la población original de esa especie.
El porqué. La búsqueda de respuestas aún está en proceso, pero el experto local anota varias hipótesis que podrían haber contribuido en los cambios en la coloración de esta población del Pacífico sur.
La primera tiene que ver con las características peculiares del golfo Dulce, “pues este es uno de los pocos golfos del mundo de tipo fiordo”, aseveró Solórzano.
Un golfo fiordo destaca por ser angosto, de gran profundidad y con fondos con muy poca presencia de oxígeno en el fondo (anóxicos).
En segundo lugar, el nacional considera que debe haber algún aporte propio del comportamiento de las corrientes superficiales en la boca de este golfo para que la población se “estableciera” allí.
Finalmente, se evalúa si la temperatura de la capa de agua superficial (que es bastante más cálida que el resto), puede tener injerencia en la pérdida del color oscuro del dorso de la serpiente.
Para más detalles, actualmente se realiza un estudio molecular de la especie, así como una investigación sobre parámetros biológicos, genéticos y el veneno de esta serpiente.
“Lo venimos llevando a cabo desde hace ya varios años, con la colaboración del doctor Mahmood Sasa, de la Organización para Estudios Tropicales (OET) y el Instituto Clodomiro Picado de la UCR, así como de especialistas de las Universidades de Gainsville y de Texas”, concluyó.