El 17 de mayo del 2015, Costa Rica volvió sus ojos al Hospital México en un nacimiento que hizo historia: los primeros sextillizos en el país.
Este martes, Valentina González Villegas, la única representante de ese hito, cumple su primer año de vida en medio de risas, gateo, balbuceos y el amor de sus padres, abuelos y tíos.
En este tiempo no ha tenido ni un solo resfrío y ya se asoman sus primeros dientes.
En aras de que tenga un adecuado desarrollo, recibe estrictos cuidados de salud de parte de sus padres. Estos procuran reforzar sus defensas, las cuales son débiles debido a su nacimiento prematuro.
En este momento, pesa 5.800 gramos y mide 67 centrímetros. Según la Organización Mundial de la Salud, una niña de 12 meses debe pesar unos 9.000 gramos y medir cerca de 74 cm. Sin embargo, lo bueno es que su crecimiento es constante.
La Nación conversó con Silvia Villegas, la madre de la pequeña. La entrevista fue telefónica ya que, por disposición médica, las únicas personas que pueden visitar la casa de la menor son sus familiares más cercanos y solo si no están resfriados. Al menos hasta que no cumpla los dos años y tenga el peso deseado, prefieren no exponerla a más gente.
Una valiente. “Dios me dio una oportunidad y fue para poder estar con Valentina. Ella no habla, pero nos ha enseñado mucho. A mí, a mi esposo, a toda mi familia. Todos los días le damos gracias a Dios por dejarnos a Valentina. Yo no sabría qué hubiera sido de nosotros sin ella”, manifestó Villegas.
“Me siento feliz como madre. Valentina es la que nos hace estar aquí de pie. Ella representa a sus cinco hermanos que están ahí junto a Dios. Él nos tiene cosas maravillosas con Valentina”, añadió.
Madre e hija salen poco de casa, solo cuando van a citas médicas. Valentina es monitoreada en el Hospital de la Mujer y Villegas todavía acude a controles de cardiología por la falla en el corazón que presentó el año pasado.
Asegura que la fuerza de la pequeña es cada vez mayor. “A pesar de su edad, ella recibe estimulación, ya gatea, está comiendo sólidos y tiene un montón de dientes. Ya dice ‘mamá’, ‘papá’, da gritos para hablarnos cuando quiere que la alcemos, sabe cómo manipularnos”, contó Villegas.
Ella enfatiza que Valentina ha sido una gran maestra: “No me consideraba una mamá fuerte, y he vencido muchos obstáculos que la vida me ha dado y eso es lo que hoy le transmito a mi hija: que sea luchadora”.
Si bien aún le cuesta imaginar cómo será su pequeña en unos años, esta mamá está segura de que será enérgica y feliz.
“Ella tiene una energía que lo cansa a uno. A veces, hay padres que se quejan de que un niño los cansa. Pero yo, con todo lo que viví y lo que veo de otros niños en hospitales, solo pienso: ‘Prefiero mil veces un chiquito que brinque, corra y grite’. Y así veo a Valentina. Se enfermará, como todos los niños lo hacen, pero como lo dice su nombre, ella es nuestra valiente, fuerte y luchadora”, concluyó.