La variante ómicron del virus SARS-CoV-2, causante de la covid-19, ha tenido dos características: la primera es que es menos agresiva, y por ende, menos letal que las variantes anteriores; la segunda, que preocupa más a las autoridades y a especialistas, es que tiene una alta transmisibilidad, lo que podría contrarrestar las bondades en sus manifestaciones.
“Ómicron parece ser menos grave que delta, especialmente para los ya vacunados, pero eso no quiere decir que podamos catalogarla como leve. Ómicron sigue matando gente y conduciendo a hospitalizaciones. El maremoto de casos es tan abrumador que ha llevado a saturación de hospitales en muchas regiones del mundo”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la mañana de este jueves en conferencia de prensa.
Se suma la situación que enfrentan centros de salud con personal contagiado que debe darse de baja, lo que redunda en menor capacidad de atención. De esta forma, la atención de otras enfermedades y padecimientos está también en juego cuando, ante una explosión de casos, los hospitales vuelven a tener un número cada vez más creciente de enfermos de covid-19.
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Esta realidad aún no vive en Costa Rica, donde la variante se confirmó el pasado 19 de diciembre. Sin embargo, en cuestión de dos semanas ya se convirtió en la variante más común en el país y la cantidad de casos sí ha registrado aumentos sin precedentes en los últimos días. Para este jueves se contabilizaron 2.981 contagios nuevos (a esto se le debe sumar un número no determinado de personas que no se realizan la prueba).
La capacidad hospitalaria nacional todavía se mantiene estable, con 165 internados, 55 de ellos en cuidados intensivos. No obstante, se trata de 25 personas más de las que había este miércoles, y en las últimas 24 horas 36 individuos fueron internados.
El matemático Tomás de Camino indicó que la velocidad de hospitalización (relación de personas que entran al hospital versus las que salen), se revirtió. Luego de semanas de tener más personas saliendo de hospitales que entrando, en los últimos días esto ha variado y poco a poco comienzan a entrar más personas de las que salen. De momento, el ritmo es lento y hay capacidad para atenderlo, pero si la explosión de casos fuera intempestiva no se le podría hacer frente de la misma forma.
Para especialistas en Virología, Epidemiología, Infectología e Informática consultados por La Nación, el hecho de que los síntomas sean más leves no quiere decir que el impacto no complique la salud y las condiciones de vida en el país, como ya ha ocurrido en otras naciones.
“Hay quienes describen esto no como una ola, si no como una marejada de impacto rápido. Subirá a gran velocidad y bajará con la misma velocidad, y con un porcentaje menor de gravedad, pero eso no quiere decir que no haya gente que no se complique, que no muera y que no haya complicaciones en otros niveles”, expresó la viróloga Eugenia Corrales Aguilar.
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Efectos en hospitales, en incapacidades, en secuelas
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Para los especialistas, lo primero que debe tomarse en cuenta es un asunto de simple matemática. Una enfermedad que le complique la salud a un porcentaje muy bajo de quienes contagie puede ser una muy buena noticia si el número de contagiados es bajo, pero si esta cifra es alta y aumenta de forma explosiva sí puede pasarse una factura incluso mayor a la de una enfermedad que complique a un porcentaje alto de pocos contagiados.
Por poner un ejemplo, si hay 400 casos activos de un padecimiento y el 5% de ellos requiere de un hospital, este 5% serían 20 personas. Pero en una enfermedad con 30.000 casos activos y un 2% de hospitalizados serían 600 los individuos que requieran de una cama de hospital.
Santiago Núñez Corrales, costarricense investigador en sistemas complejos de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, en Estados Unidos, indica que la explosión de casos y la positividad de estos podría dispararse en los próximos días. Esto, aclara, es una estimación aproximada, que no significa que será así real, porque una pandemia viral depende del virus, de la movilidad y acción de la gente y de las medidas de salud pública que se apliquen.
“A la velocidad que ómicron contagia viene una ola rápida e intensa. Con los datos para esta semana, que crecieron muy rápido, hay una posibilidad de que entre 7 y 14 días veamos decenas de miles de casos de covid-19 detectados por PCR. Esto nos va a llevar a una positividad muy alta, porque nuestro país puede tener una capacidad de unas 12.000 pruebas diarias, con 10.000 casos positivos podríamos ver que un 70% u 80% de las pruebas que se hagan salga positivas. Esto se ha visto en otros lugares y Costa Rica no tiene por qué ser diferente”, destacó.
Además, habría impactos en otros niveles. Uno de ellos es la cantidad de incapacidades que podrían darse en un mismo momento y el impacto que esto podría tener no solo para las finanzas de la seguridad social y de los asegurados, también para el funcionamiento de establecimientos donde se den brotes.
“Es una trampa decir que la enfermedad que produce ómicron es leve porque siempre habrá gente que se complique. También debemos entender qué suponemos por leve. Habrá quienes no necesiten un hospital, pero la pasen en cama varios días, sintiéndose muy mal y sin poder trabajar porque están incapacitados”, expuso la viróloga.
Recordó que muchos de los vuelos suspendidos en las últimas semanas no fue para evitar transmisión, sino porque había tripulaciones enteras contagiadas que no permitían a las aerolíneas funcionar al mismo ritmo.
“En otros países también se han contagiado muchas personas que manejan el transporte público y, aunque pasan bien la enfermedad en sus casas esto lleva a que los servicios públicos no tengan la misma capacidad”, añadió.
Corrales agregó que también podría haber colapso en servicios diagnósticos, se perdería la trazabilidad de los contagios y el identificar contactos. Y esto llevaría a más gente positiva de la que realmente se reporta.
El médico infectólogo Saúl Quirós Cárdenas indicó también que, por más leve que sea el caso, aún se desconocen los impactos que ómicron podrá tener a largo plazo, como la covid prolongada, personas que puedan tener síntomas durante semanas o meses.
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Otras preocupaciones: los no vacunados
Los especialistas consultados temen una mayor afectación en la población no vacunada, especialmente en los menores de 12 años, que comenzarían la vacunación hasta la próxima semana y de momento no están protegidos.
“Sabemos que en los menores de edad la afectación por lo general es mucho menor, pero también hay menores más vulnerables que tienen factores de riesgo, o también no sabemos cómo será ómicron y su relación con el MIS-C (síndrome multisistémico infantil de covid, una afección crónica presente en algunos menores que se infectan y que puede ser mortal)”, destacó la viróloga.
Costa Rica ha tenido 57 menores con MIS-C, de ellos solo ha fallecido una menor de siete años.
También preocupan las personas que por condiciones de salud no pueden recibir la vacuna o la de quienes, por un sistema inmunitario debilitado, aunque ya recibieron la vacuna en ellos no funciona de la misma forma.
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Las buenas noticias: la prevención
Los entrevistados coinciden en que no todo es malo con ómicron, porque su baja agresividad nos da espacio para poder concentrarnos más en la prevención.
La forma de transmisión del virus no ha cambiado, por lo tanto, la forma de cuidarnos sigue siendo la misma. No existe una mascarilla especial que la contenga (aunque hay quienes recomiendan las KN95 por encima de las de tela), tampoco hay un jabón especial para lavarse las manos.
Vacúnese y complete su esquema. Si es candidato a refuerzo, aplíqueselo cuando tenga la oportunidad. Sin embargo, solo la vacuna no es suficiente. Esta es una muy buena herramienta, y ha sido decisiva en la baja del impacto de la enfermedad en el país, pero no es la única.
“Las vacunas que tenemos son increíblemente efectivas para prevenir las hospitalizaciones, la necesidad de cuidados intensivos y las muertes, pero las vacunas por sí solas son insuficientes para acabar con la pandemia. Tenemos las otras herramientas, y debemos usarlas”, expresó Maria Van Kerkhove, jefe técnica de covid-19 de la OMS.
Prefiera sitios abiertos y bien ventilados. Abra puertas y ventanas. Evite en la medida de lo posible espacios pequeños, cerrados y con poca ventilación, si no puede evitarlos y debe estar con más personas, permanezca el menor tiempo posible ahí.
Use la mascarilla, especialmente en sitios cerrados y donde no sea posible guardar la distancia. Asegúrese de que está bien colocada, que cubra nariz, boca y mentón. Que no deje espacios ni se mueva libremente.
Lávese las manos rigurosamente y séquese bien. El alcohol en gel es un plan B para cuando no hay agua y jabón disponibles.
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