Si Costa Rica no hubiera tomado ni una sola medida para frenar la transmisión de la covid-19, la enfermedad se habría propagado de forma muy rápida, pero no lo suficiente como para generar la llamada inmunidad rebaño. Es más, el precio sería muy alto en hospitalizados y muertos.
Esta es una de las conclusiones de un análisis realizado para La Nación por el Centro de Investigación en Matemática Pura y Aplicada (CIMPA) y la Escuela de Matemáticas, ambas de la Universidad de Costa Rica (UCR), el equipo de investigación EpiMEC (Epidemias, Modelación Matemática, Estadística y Computación), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y el Ministerio de Salud.
¿Qué es la inmunidad rebaño? En pocas palabras, gran cantidad de personas (el rebaño) están inmnunizadas contra un virus y estas protegen a quienes no están inmunizadas. Hay dos formas de adquirirla: vacunas y la llamada inmunidad natural. Como aún estamos lejos de una vacuna, hay quienes se centran en la inmunidad natural.
Funciona así: cuando un virus completamente nuevo llega a una población, ninguna persona tendrá defensas contra dicho patógeno. Conforme las personas comienzan a enfermar y entrar en contacto con este, van generando anticuerpos contra el virus, de manera que, si vuelven a entrar en contacto con él, el sistema inmunitario lo reconoce y no enferma (o lo hace de forma mucho más leve). Estas personas tampoco podrían enfermar a alguien.
En determinado momento, tantas personas estarán con anticuerpos contra el virus que la circulación de este sería menos activa, por lo que esto protegería a la población que no ha estado expuesta.
Pero esto no es tan fácil. Para lograrlo se requiere que al menos un 70% de gente haya estado expuesta al virus.
Según las proyecciones hechas para La Nación, al 7 de julio (o sea, dentro de un mes) se sumarían 306.980 casos, cerca de un 6,1% de la población costarricense, una cifra muy lejana de ese anhelado 70%.
Es más, en ese escenario el precio por pagar habría sido muy alto y el sistema hospitalario habría colapsado: 13.423 personas requerirían de una hospitalización (y solo un porcentaje tendría una cama). De ellos, 2.685 serían candidatos a cuidados intensivos, pero pocos podrían conseguirlo.
Si las muertes se mantuvieran cercanas al 1%, entonces 3.070 personas habrían perdido la vida, aunque, con un sistema de salud colapsado es muy posible que las muertes serían más.
“La inmunidad de rebaño natural no se logra a corto plazo, ni con fiestas de contagio (fiestas que se hacen con casos positivos para que las personas se contagien). Incluso hay enfermedades que requieren más del 70%, con sarampión y rubéola vimos que ni con un 80% se lograba, se necesita más del 90% o 95%”, señaló la epidemióloga y exviceministra de salud Ana Cecilia Morice.
Suecia apostó por inmunidad rebaño ¿le funcionó?
Suecia tomó medidas para cuidar a las personas de más riesgo y eliminó la aglomeraciones y eventos masivos, pero apostó a que la mayor parte de personas que no tenían riesgo enfermaran para así generar inmunidad rebaño de forma natural. Las escuelas nunca cerraron, los centros de trabajo, tampoco.
No obstante, la receta no parece funcionarles. Para que la inmunidad rebaño funcione, es necesario que las personas desarrollen anticuerpos llamados neutralizantes que son los que, como su nombre lo dice, reconocerían al patógeno si volvieran a exponerse con él y neutralizarían una nueva infección.
Un estudio de las autoridades suecas analizó los anticuerpos neutralizantes en la población. El reporte, publicado el 20 de mayo anterior, encontró que el 7,3% de las personas en Estocolmo tenían anticuerpos, en otros estados, como Skåne era del 4,2% y en Västra Götaland del 3,7%.
En cuanto a edades, el 6,7% de las personas de 20 a 64 años tenían anticuerpos, en comparación con el 4,7% de los menores de 19 años y el 2,7% de los mayores de 65 años.
Estos datos corresponden a inicios de abril, porque los anticuerpos toman días en aparecer en las pruebas de laboratorio.
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