Luz Marina Ávila Sáenz estaba dando clases de manualidades en la Asociación Gerontológica Costarricense (Ageco) cuando La Nación le preguntó si podía atender la entrevista.
“Que sigan trabajando, si duro mucho, ponelos a jugar bingo”, le dijo con simpatía pero firmeza a una de las compañeras.
A sus 91 años, Luz Marina vive “solo con Dios”, pero nunca se siente sola. Procura llenar sus días con actividades: es voluntaria y da cursos en Ageco, es catequista en la parroquia de San Cayetano (en el centro de San José), recibe cursos virtuales y también le dedica tiempo a sus tres hijas, ocho nietos y sus bisnietos.
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“Tengo como 40 años de venir aquí. En Ageco primero venía a hacer ejercicios, pero como la directora sabía que yo hacía manualidades, me mandaba a grupos comunales a ayudar. Luego empecé a dar aquí clases de bordado, alta costura, sastrería, material de desecho. Ahorita estoy en manualidades, ahí hacen de todo. También estoy en un grupo de cuentacuentos“, narró ilusionada.
Ella está convencida de que la única forma de vencer la soledad es mantenerse activo. “Si uno se queda solo se deprime y le empieza a doler hasta lo que nunca le ha dolido. No puede uno estar solo”, enfatizó.
‘Espantar’ la soledad
En diciembre de 1990, cuando Luz Marina quedó viuda luego de casi 35 años de matrimonio, sabía que debía tomar la vida “por los cuernos” y mantenerse activa, rodearse de gente y con ellos ganarle a la depresión y a cualquier enfermedad.
Ahí pensó en poner al servicio de los demás no solo su tiempo, sino también los talentos que había adquirido desde niña en corte y confección y alta costura, así como bellas artes. Eso le permitiría no sentirse sola y al mismo tiempo ayudar. Con eso estaría más ocupada y con menos tiempo para “pensar en achaques”.
“Si uno está solo, uno oye que a la fulana le duele la cabeza y ya a usted le dolió la cabeza. Mejor no estar solo, buscar qué hacer. En el grupo donde yo estoy compartimos, aprendemos, tomamos cafecito, vamos de paseo. Hay muchas opciones, nadie debería quedarse solo en la casa”, recalcó.
Luz Marina insiste en que este consejo no es solo para las personas que, como ella, quedaron viudas o que viven sin más familia. Este consejo va para todas las edades, porque la soledad puede sentirse a cualquier edad.
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“Cuando yo era jovencilla había gente que uno pensaba ‘tan joven y con esa amargura’. Era gente a la que no le gustaba salir, uno las veía siempre solas. Eso no está bien. Hay momentos para estar solo, ¿pero por qué todo el tiempo si hay tanto que hacer?”, reflexionó.
Para ella, el secreto está en hacer algo que uno disfrute, porque en cualquier actividad siempre encontrará gente a la que le gusta hacerlo, y, cuando menos se percata, no solo tiene compañeros de un curso o actividad, sino amigos con los que va a compartir mucho más allá.