Quizá usted sufra de frecuentes dolores de cabeza u oído y aunque toma analgésicos o ha visitado un médico, no logra determinar qué le está ocasionado este problema.
Si bien, el malestar no es de una intensidad elevada, sí es constante e incluso podría venir acompañado de ruidos en la mandíbula o hasta de “zumbidos”.
La respuesta, aunque le parezca extraña, podría encontrarla si le comenta su situación al odontólogo durante una visita de rutina. Este profesional relacionaría su caso con lo que se conoce como dolor orofacial y sabría cómo tratarlo, o bien, le recomendaría a otro especialista en el campo.
¿Cómo se produce este tipo de dolencia y por qué tiende a generar confusión? Cada vez que masticamos, bostezamos o hablamos, en nuestra cara se mueve un engranaje de articulaciones y músculos, de los más complejos de todo el cuerpo humano.
Como se trata de actividades que usualmente hacemos “en automático”, casi nunca nos percatamos que estamos forzando estas partes de la cara más de la cuenta (como sí lo hacemos cuando “sobreentrenamos” un músculo en el gimnasio y nos causa malestar muscular).
El resultado, tras cierto tiempo: dolor en los músculos y articulaciones relacionados con la masticación, que tienden a confundirse con cefaleas y punzones de oído.
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"Es algo que vemos con frecuencia en la consulta. Muchas son personas referidas por neurólogos u otorrinolaringólogos. Son pacientes que tienen dolores constantes. Algunos llevan mucho tiempo con ese problema, cuando en realidad la culpa la tienen las articulaciones o músculos relacionados con la masticación, que están muy cerca de la cabeza y de los oídos", explicó Andrés Cervantes, odontólogo especialista en dolor orofacial.
"La ventaja es que podemos resolverlo con prácticas muy sencillas que la persona puede hacer desde su casa. Es aprender a estar consciente de que tenemos estos músculos y articulaciones y saber cómo relajarlos, a no tensarlos y a no forzarlos innecesariamente. A veces es triste saber que los pacientes se pudieron ahorrar mucho tiempo de dolor si hubieran tenido el diagnóstico correcto", agregó.
Aunque no hay cifras oficiales, datos de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) estiman que unos 10 millones de estadounidenses sufrirían esta situación en mayor o menor grado.
En Costa Rica, tampoco hay información sobre el tema, pero Cervantes asegura que es algo que se ve todas las semanas en consulta.
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¿Cómo surgen estos dolores?
Para entender bien cómo se dan estos dolores orofaciales, primero es vital saber cómo trabajan los músculos y las articulaciones de nuestra boca, porque su funcionamiento es muy diferente del que tienen, por ejemplo, la rodilla o el codo.
Un documento de los NIH indica que la flexibilidad de las articulaciones en esta zona de la cara permite a la mandíbula moverse suavemente de arriba a abajo y de lado a lado, movimientos que no suceden en otras partes del cuerpo. Esto nos facilita el poder hablar, reírnos a carcajadas, masticar y bostezar.
Si colocamos nuestras manos al lado de la oreja en nuestra mejilla y abrimos y cerramos la boca, sentiremos todo ese engranaje moverse. Lo mismo ocurre si las colocamos debajo de la oreja.
Para mantener este movimiento suave, tenemos un disco blando entre el extremo de la mandíbula inferior y el hueso temporal (arriba de la mandíbula). Este disco se encarga de mitigar los golpes a la articulación que son ocasionados por la masticación y otros movimientos.
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De acuerdo con Cervantes, el problema se da cuando, por diferentes motivos, llevamos a un uso extremo estas partes, lo que, con el tiempo, podría inflamar tejidos y causar dolor.
El especialista divide en tres las principales causas de estos males: la postura, los malos hábitos y las tensiones emocionales o estrés.
"Una mala postura puede causarnos dolor en diferentes músculos. Todos hemos sentido dolor en la espalda, pero como estamos poco conscientes de los músculos envueltos en la masticación, no se nos ocurre que esto también puede pasar, pero sí", destacó el especialista.
Los malos hábitos son el grupo más grande y dentro de estos está el mascar chicle (lo que pone a trabajar intensamente estos músculos entre las comidas, momentos en donde usualmente están relajados) y morder objetos duros como hielo, uñas, lapiceros, controles remotos, llaves y comidas que ya de por sí son difíciles de partir con un cuchillo.
Finalmente están las emociones. Es cierto que tal vez son lo más difícil de controlar, pero mal manejadas nos puede llevar (inconscientemente) no solo a "apretar o rechinar dientes", sino también a mover la mandíbula de manera constante, de un lado hacia el otro, o a tener una mala postura.
"Todos hemos tenido alguna vez un dolor de cabeza por motivos de tensión. Sucede lo mismo con estas partes del cuerpo, solo que no somos tan conscientes de ellas", afirmó el especialista.
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¿Qué hacer?
La buena noticia, aún si usted lleva años con este tipo de malestares, es que cambios de hábitos muy sencillos le serán de gran ayuda.
No mascar chicle (o hacerlo esporádicamente), no morder hielo, no comerse las uñas ni morder cosas muy duras pueden marcar la diferencia.
Los ejercicios de relajación también pueden ser clave para que esta zona del cuerpo no pase tan contraída o en actividad más constante de lo que debería.
En algunos casos, sí será necesario el uso de medicamentos, pero solo un especialista sabrá cuáles.
"Es algo que se debe conversar para irle dando acompañamiento. La mayoría de las personas que yo veo en el San Juan de Dios (hospital donde trabaja) se recuperan con solo ser conscientes de lo que estaban haciendo mal y modificar los hábitos. En quienes están más tensos o con problemas, muchas veces la terapia psicológica también ayuda", manifestó Cervantes.
En todo caso, si usted es víctima de estos dolores y un médico ya le dijo que no existe una causa aparente, no se resigne, hable con un odontólogo y salga de dudas.
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