Entre música de mariachi, caballos, bailes, comida y más de 150 familiares, Aníbal Carranza festejó un siglo de vida el pasado 1.° de octubre en Bajo Caliente de Montes de Oro, en Puntarenas.
La fluidez con que habla y su capacidad para expresar ideas lo hacen lucir 30 años menor, pero, además, ponen en entredicho algunas creencias de la ciencia genética sobre el alzhéimer.
¿A qué se debe la buena condición de don Aníbal? La respuesta la da una reciente investigación del Centro de Biología Celular y Molecular de la Universidad de Costa Rica (UCR), del Hospital Nacional de Geriatría y del Hospital Mount Sinai de Nueva York .
El estudio, realizado con 210 costarricenses, reveló que hay personas mayores de 90 años que mantienen su lucidez a pesar de tener un gen que la ciencia ha ligado por años con el alzhéimer.
Dicho gen es el ApoE, que transporta grasa. La versión ApoE4 de este gen está ligada con demencia.
Tras analizar a 98 personas mayores de 65 años y a 112 mayores de 90 años sin diagnóstico de demencia, los investigadores concluyeron que este gen sí tiene relación con el deterioro mental de los primeros, pero no con los segundos.
De siete mayores de 90 años con el gen ApoE4, solo uno mostró algún tipo de deterioro; los seis restantes tenían intactas sus condiciones mentales.
Los resultados se publicaron en la revista American Journal of Geriatric Psyachiatry.
La genetista Henrriette Raventós, investigadora del análisis, sugiere que los nonagenarios serían “sobrevivientes” de personas con esta genética que sí desarrollaron demencia y murieron. Ellos hallaron otras variables (genéticas o ambientales) que los protegieron.
“Un gen no es necesario ni suficiente para desarrollar demencia. Tal vez ese gen no es tan importante como hemos creído; el que haya asociación no implica una causa. Si una persona tiene este gen no debe creer que eso es garantía de alzhéimer”, explicó Raventós.
“Desde la gestación. los genes están en contacto con ambientes, no trabajan solos: un virus de mamá en el embarazo, la alimentación en la lactancia, el agua, el aire: todo puede influir ”, añadió.
El estudio. Según explicó Daniel Valerio, geriatra e investigador, este reporte es parte de un trabajó que se inició hace ocho años.
Para llegar a estas conclusiones, se tomaron muestras de sangre, colesterol, triglicéridos, peso y talla de los participantes. También se les hicieron pruebas para verificar su nivel cognitivo. Posteriormente, el análisis genético de ApoE4 se efectuó en Nueva York.
“La literatura nos decía que el gen era determinante y nosotros vimos otra cosa. Puede ser porque la demencia normalmente se estudia con mayores de 60 años, y no con mayores de 90. Es un área necesaria de estudio; la herencia también juega”, manifestó Valerio.
Un reporte anterior de este equipo demostró que hijos de personas con demencia mostraban más rápido deterioro cognitivo que los hijos de quienes no tenían demencia.
Se escogió a mayores de 60 años cuyos padres tuvieran más de 90 años y se les sometió a pruebas de memoria retardada, funciones viso-espaciales, atención, cálculo y fluidez verbal, entre otras.
Se vio que los hijos de personas con demencia ya tenían calificaciones más bajas en las pruebas de memoria retardada.
“Sí hay algo hereditario, pero si la persona lleva un estilo de vida sano el riesgo de demencia baja”, aseguró Valerio.
El equipo de investigación trabaja ahora en analizar algún rol específico del colesterol y triglicéridos en la lucidez mental de estos nonagenarios.