El 26 de noviembre pasado la noticia causó revuelo en la comunidad científica mundial. La agitación no era positiva, ni obedeció a un trabajo que respetó la metodología acostumbrada y publicó los resultados en una revista especializada después de haber sido revisada concienzudamente.
No, esta vez el impacto fue provocado por un video en la plataforma YouTube.
En poco menos de cinco minutos, He Jiankui, un científico chino hasta entonces desconocido a nivel internacional, comunicaba que había logrado el nacimiento de “Lulu” y “Nana”, las primeras niñas que habían llegado al mundo con un gen editado a través de la tecnología CRISPR y que las hacía inmunes a infectarse con VIH, virus que portaba el padre de las menores.
El video no mencionaba la evidencia científica, el método empleado, los puntos éticos ni posibles efectos adversos, pero sí hablaba de la emoción de sus progenitores y hasta dejaba una dirección de correo electrónico para escribirle a las niñas o para contactar al laboratorio.
Las reacciones no se hicieron esperar, pues aún falta mucho por investigar y el consenso científico es no utilizar el método CRISPR con fines reproductivos, ya que aún se desconocen posibles implicaciones para la salud y vida del bebé. Como consecuencia, Jiankui perdió su credencial en la Universidad de Shenzhen y enfrenta una acusación formal.
No obstante, el asunto no concluyó ahí. Esta semana, las autoridades chinas anunciaron los resultados de una investigación que confirmaba no solo que estas niñas sí habían nacido con su ADN editado, si no que había un embarazo en proceso con estas mismas características.
Las pesquisas concluyeron que Jiankui “produjo falsos documentos de evaluación ética, montó de manera privada un equipo de investigación que incluía científicos extranjeros y utilizó tecnología cuya seguridad y eficacia es dudosa”.
Además, trascendió que hubo otras cinco parejas que estuvieron embarazadas pero perdieron al bebé y una más que se retiró de la investigación. Todas ellas tenían la misma característica: el hombre era portador de VIH.
Para los especialistas, todo este caso es una oportunidad para hablar de las técnicas de edición genética y sus posibilidades, pero también de cuáles alcances pueden tenerse con la evidencia científica hasta ahora recabada.
Primera controversia: ya puede evitarse transmisión de VIH al bebé
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Desde hace décadas, la comunidad médica ha conseguido que bebés con uno o dos de sus progenitores seropositivos nazcan sin el VIH.
Gloria Elena Terwes, coordinadora del programa de normalización del VIH y las Infecciones de Transmisión Sexual de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), explicó que no todos los bebés de padres o madres con VIH están destinados a nacer con el virus. La misma naturaleza se encarga de que más del 60% de ellos no se infecte.
Si solo el padre es portador y no la madre (como en los casos trabajados por Jiankui) frenar la transmisión es aún más fácil, dado que no hay riesgo de transmisión durante el parto ni durante la lactancia. Para estos casos al menor se le da terapia antirretroviral.
También hay una técnica conocida como “lavado de esperma” en la cual se “procesan” los espermatozoides y luego se implantan en el útero de la mujer aquellos libres de carga viral.
Estos métodos hacen innecesario el editar los genes para colocar una mutación que haga a los menores ser inmunes ante el VIH.
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Segunda controversia: no hay aval científico ni ético
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China es un país que se caracteriza por tener muchas flexibilidades a la hora de realizar experimentaciones científicas, incluso si estas exponen la integridad o salud de las personas. No obstante, el consenso científico mundial era no intervenir embriones con fines reproductivos, dado que no se sabe cuáles son los riesgos para las personas.
La tecnología CRISPR ya se utiliza con éxito para hacer cultivos más resistentes a las plagas, o con mayor duración o con mejoramiento de la calidad del alimento, pero llevarlo a la edición de embriones es un mundo diferente.
La genetista costarricense Gabriela Chavarría explicó que esto cambia cuando se trata de embriones humanos que se utilizarán con fines reproductivos.
“Hay efectos llamados off target –colaterales a los buscados– que no se pueden evitar del todo con los conocimientos actuales. La ‘tijera’ puede cortar de más. Aquí pueden pasar dos cosas: o no pasa nada porque esos genes que se tocaron no codifican (es decir, no participan de procesos importantes del cuerpo), como la mayoría de nuestro genoma, o ¿qué pasa si se ‘toca’ un gen clave? De momento las niñas que nacieron están bien, pero no podemos saber más adelante, ¿tendrán más riesgo, por ejemplo, de una enfermedad autoinmune?”, reflexionó Chavarría.
Según la investigación de las autoridades chinas, es difícil medir todos los alcances, pues se desconoce la metodología exacta que se utilizó. Además Jiankui se “brincó” la parte ética, falsificó documentos e hizo muchas cosas a escondidas.
Chavarría piensa que él no actuó solo, pues es posible que tuviera la colaboración de otros científicos, o de ginecólogos especialistas en fecundación in vitro (FIV), quienes ayudaron a implantar los embriones en las madres.
“En China sí se ha hecho CRISPR en embriones, pero en embriones inviables que no iban a utilizarse en una FIV, es decir, en embriones que se veía que tenían algún defecto o que no iban a resistir un embarazo y morirían en gestación. Entonces esos embriones no se implantan y en China los utilizan con CRISPR para decir solamente ‘sí podemos editar genes’, pero nunca se había visto con fines reproductivos, no está permitido”, apuntó la genetista tica.
Otros países, como Inglaterra, también realizan investigaciones con CRISPR en embriones, pero dichas pesquisas no son con fines reproductivos. La regulación prohíbe implantar embriones cuyos genes hayan sido editados.
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Tercera controversia: los mitos
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Cuando una técnica científica es nueva surgen muchas especulaciones acerca de sus alcances. De acuerdo con Chavarría, saltan preguntas alimentadas, en ocasiones por algunos mitos.
“En un foro donde estuve preguntaron si esto supondría la cura para enfermedades crónicas como la diabetes. Sin embargo, son muchos los genes implicados en la diabetes, no uno solo y una enfermedad no solo depende de la genética de la persona”, apuntó la especialista.
Y añadió: “también preguntan que si esto podría utilizarse para, eventualmente crear ‘superpersonas’ o ‘diseñar’ seres humanos con mayores fuerzas y habilidades para formar un ejército. La verdad es que la fuerza, la estatura, la inteligencia son cosas que dependen de muchísimos genes y no hemos llegado a esos niveles. Tampoco comprendemos, en su totalidad, cuáles están implicados en cada cosa y como editar múltiples genes a la vez. Basta con ver a dos hermanos de los mismos progenitores para notar que pueden tener características físicas muy diferentes. Son muchísimos los genes involucrados, aún cuando papá y mamá sean los mismos”.
La especialista concluyó que pese a todo lo que ha avanzado la comprensión de la técnica CRISPR desde que salió a la luz pública en el 2015, aún falta mucho para intervenir embriones con fines reproductivos.
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