Salud

Un rato de ‘no hacer nada’ es necesario por salud mental, pero ‘cerebro acelerado’ lo impide

Dedicar unos minutos a hacer un alto y recostarnos, debería ser de todos los días, pero ritmo de vida hace que incomode detenerse unos momentos

¿Cuándo fue la última vez que usted se dedicó unos minutos, aunque fueran cuatro o cinco, a recostarse y simplemente “no hacer nada”? ¿Sin pensar en pendientes ni tareas, ni en lo que va a cocinar más tarde? ¿Ha hecho la prueba de cuánto dura simplemente viendo por la ventana o, como decimos popularmente, para el techo?

Es una advertencia que desde hace rato vienen hablando profesionales en Psicología y manejo del tiempo: tenemos tan llena nuestra agenda, tenemos tantos estímulos en las pantallas de nuestras computadoras y teléfonos inteligentes, y estamos en esta cultura de “aprovechar al máximo el tiempo para ser más productivos” que sometemos a nuestro cerebro a una saturación de información y actividades, y esto genera estrés. A esto se le suma que los imprevistos existen y que no tenemos tiempo para atenderlos.

“Cuesta entender que somos seres humanos y no máquinas. No solo es necesario el descanso cuando vamos a dormir”, resumió el psicólogo Esteban Carvajal.

Por eso en este Siéntase Pura Vida vamos a dedicar unos minutos a la importancia de “hacer nada” como parte de nuestra salud mental y emocional.

El problema es que estamos tan saturados en el actual ritmo de vida que nos resulta incómodo y hasta sentimos culpa. Ese es nuestro “cerebro acelerado” que nos pide actuar.

La psicóloga Paola Vargas propone un ejercicio para detectar cómo estamos en este campo. Un día que usted no tenga que ir a trabajar, deje por un momento de pensar en lo que dejó sin hacer o lo que hará mañana; en los “mandados”, tareas de la casa o trámites pendientes. Tómese un rato para recostarse en su cama. Aleje dispositivos como tabletas y celulares, deje el televisor apagado, quédese solo con usted mismo y trate de no pensar en pendientes. Tómese 15 minutos, si quiere, ponga una alarma para medirlos. Otra forma es no ponerse un tiempo y ver cuánto aguanta.

¿Cómo se sintió? ¿Vio el cronómetro para ver cuánto le faltaba? ¿Tuvo que levantarse? ¿Tomó su teléfono para revisar redes sociales? ¿ Vio una tela de araña y tuvo que levantarse a quitarla? ¿Necesitó aunque fuera ponerse de pie para sentirse menos incómodo?

“Se nos ha hecho socialmente la idea de que descansar durante el día es pérdida de tiempo y que son minutos que podríamos aprovechar en muchas otras cosas. Entonces nos sentimos incómodos y hasta con un nivel de culpabilidad por dedicarnos un rato a nosotros mismos y recargar baterías”, subrayó Vargas.

“Esos momentos ‘de nada’ recargan, oxigenan y, en nuestro organismo físico, ayudan a la reparación de las células. El no darnos esos momentos aumenta nuestra ansiedad”, complementó Carvajal.

¿Por qué 'no hacer nada' beneficia a la salud?
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¿Por qué 'no hacer nada' beneficia a la salud?

Uno de los problemas, según Carvajal, es que hemos perdido nuestra conexión con nosotros mismos. Esos minutos nos reconectan con nosotros mismos, con nuestras emociones, nuestras necesidades y nos va a hacer identificar cuando estemos mal y poder encontrar ayuda. También nos permite recordar qué (y quién) nos hace feliz y buscar dedicar tiempo a eso.

“La gente te dice ‘¿no ve que 15 minutos de meditación o de ver por la ventana son un montón de correos que no leo o como tres llamadas que no atendí?’ Pero esos minutos son una bomba de oxígeno que te da energía para el resto del día”, precisó el especialista.

El especialista hace una analogía de cuando tenemos una computadora con varios programas corriendo y ventanas abiertas y la dejamos durante días encendida y no la apagamos. Al cabo de un tiempo esta computadora va a volverse lenta hasta para las tareas más simples y que requieren menos memoria. Eso nos pasa a nosotros.

“El ocio o no hacer nada no son productivos según los estándares de ahora, pero son sumamente productivos para refrescar y descansar la mente y ser más eficientes y ágiles”, aseguró.

Vargas añadió: “hay gente que te dice ‘eso es estar de vago’. Y eso genera estrés y hace que nunca haya un momento para mí. Entonces hay un nivel de estrés hasta los días libres en donde pensamos ‘debería estar haciendo o produciendo algo’. Hasta el silencio nos incomoda”.

Esta es una pregunta que, según los entrevistados, tiene múltiples respuestas, porque sí puede ser estar recostado o bien puede ser salir a caminar de forma lenta, o hacer una meditación u oración o ejercicios de respiración, pero sin presiones.

Por ejemplo, no es lo mismo sentarnos y leer un libro solo por el hecho del placer de leer a sentarnos con ese mismo libro porque tenemos una tarea que realizar con él. Solo el hecho de tener que estudiar el texto o leerlo con más detenimiento ya nos pone una carga que lo “descalifica” de ese “hacer nada”.

No necesitamos estar acostados o sentados, pero tampoco exigirnos físicamente.

“Salir a correr o a trotar es buenísimo para despejar la mente y pensar en otras cosas, la actividad física es trascendental para una buena salud mental, pero también necesitamos espacios de descanso físico”, destacó Vargas.

A esto se le añade que los momentos de ocio, destinados al entretenimiento, los llenamos de actividades cronometradas con horario y no tenemos momentos previstos para dedicarnos a descansar.

Vargas señaló que esto no quiere decir que debamos dedicar gran cantidad de tiempo a ese “hacer nada”. Los días que no tenemos que trabajar (fines de semana, o libres, según su horario) sí debemos buscar espacios más grandes de “nada”, pero los días laborales también debemos buscar esos ratitos. Tomar nuestro tiempo para comer con calma, y estar solos con nuestros pensamientos, dos tres minutos en un momento del día; dos, tres minutos en otro momento.

También es saber cómo identificar ese “nada” para cada uno de nosotros. Vargas daba el ejemplo de una mujer a la que le gusta mucho tejer porque le da placer y además, es un momento en el que se dedica a pensar y a estar consigo misma. Una amiga le dice que su talento es muy grande y debería hacer más para vender y tener un ingreso extra. Le hace caso y sí le genera un ingreso, pero también estrés. Ya no es un pasatiempo, ya es responsabilidad, ya no hay espacio para equivocarse y que nada pasa si una bufanda no queda tan bien, ahora debe cumplir con plazos de entrega y calidad.

No es malo generar ingresos extra, pero sí debemos poner límites y no esclavizarnos y buscar actividades solo por placer.

Dedicar unos minutos a simplemente "no hacer nada" ayuda a recuperar energías y pensar mejor.

Vargas afirmó que ese “chip” de sobreproducción que tenemos activado constantemente, eleva los niveles de cortisol (popularmente llamada “hormona del estrés”) y hace que no descansemos del todo.

Esto puede traducirse, según la persona, en síntomas físicos como dolores de cabeza, gastritis, colitis, pérdida de cabello o uñas quebradizas. A esto se le unen otros hábitos que también dañan la salud, como saltarse comidas, consumir más “comida chatarra”, no hacer ejercicio y dormir menos.

Esto también nos lleva a problemas emocionales: nos sentimos cansados, frustrados, vacíos y con menos espacio para nosotros mismos y las personas con las que queremos estar.

El cuerpo pide ese descanso constantemente y si no los damos, esas sensaciones serán mayor.

Ahí es donde poco a poco debemos darnos dosis de “nada”, más grandes los días libres y “minidosis” entre semana, aunque sea tomar dos o tres minutos más cuando vamos al baño. Al principio va a sentirse incómodo, con ganas de levantarse. Manténgase hasta que esos minutos se hagan hábito.

No es dedicar horas a “hacer nada”, al final tal vez no suma un total de más de 15 minutos divididos en varias fases del tiempo que estamos despiertos, pero marcan la diferencia.

Dedíquese a usted mismo esos minutos a hacer nada todos los días y siéntase pura vida.

Irene Rodríguez

Irene Rodríguez

Periodista de Ciencia y Salud. Trabaja en La Nación desde 2009 y en periodismo desde 2004. Graduada de Comunicación Colectiva en la Universidad de Costa Rica, donde egresó de la maestría en Salud Pública. Premio Nacional de Periodismo Científico 2013-2014. Premio Health Systems Global 2018. Becada del Fondo Global de Periodismo en Salud 2021.

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