Esta semana se dieron dos noticias acerca de los esfuerzos para obtener una vacuna contra el virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
Una noticia buena y una mala que ponen en evidencia las dificultades en las últimas cuatro décadas para conseguir una inmunización contra este patógeno.
La noticia mala provino de los esfuerzos de la farmacéutica Johnson & Johnson, que buscaba proteger a mujeres jóvenes africanas que estaban en mayor riesgo de contraer la infección. Luego de casi cuatro años de ensayos clínicos, la compañía anunció que no se habían obtenido los resultados esperados.
La buena noticia se había dado horas antes: la compañía Moderna, a partir de este domingo 19 de setiembre, hará ensayos clínicos para obtener una vacuna contra este mismo virus. Se espera tener los primeros resultados en mayo del 2023.
LEA MÁS: Pastilla para prevenir VIH se podrá conseguir en sector privado y con plan piloto de CCSS
El revés en las mujeres africanas
¿Qué sucedió con el ensayo de Johnson & Johnson en África? Para ello es necesario repasar este estudio, que empezó en el 2017 y reclutó participantes hasta el 2019.
El ensayo clínico, llamado Imbokodo, tomó en cuenta a 2.637 mujeres entre los 18 y 35 años cuyo riesgo de infección era mayor. Se hizo en África subsahariana porque esta región concentra aproximadamente el 63% de casos en el mundo.
Hubo 23 sitios de vacunación en Malawi, Mozambique, Sudáfrica, Zambia y Zimbabue.
Las mujeres fueron divididas en dos grupos: uno recibió la vacuna experimental y otro el placebo. Al final, 2.188 mujeres, 1.079 en el grupo experimental y 1.109 en el de placebo finalizaron el estudio.
La vacuna experimental consistía en cuatro inmunogenos (sustancias que ayudan en la creación de anticuerpos). Para que estos imunogenos ingresaran al cuerpo humano se usó como “vehículo” el mismo adenovirus que utiliza la vacuna contra la covid-19.
A las mujeres les colocaron cuatro inyecciones en el transcurso de un año. Esta aplicación concluyó el 30 de junio del 2020. La idea era darles seguimiento durante 24 meses.
No obstante, a los 15 meses se hizo una revisión y ante los resultados se paralizó el estudio. Las conclusiones mostraron que 63 mujeres del grupo placebo y 51 del grupo experimental adquirieron la infección.
Aunque no hubo efectos adversos graves, la eficacia fue solo del 25,2% y esto no es considerado lo suficiente como para proteger a la población.
La farmacéutica continúa otro estudio con otra combinación de imunogenos en población transexual y de hombres que tienen sexo con hombres.
LEA MÁS: VIH: el virus que 40 años después sigue intrigando a la ciencia
La esperanza de la mano del ARN mensajero
Moderna le apuesta nuevamente al ARN mensajero (o ARNm), que ya le dio éxito contra covid-19, para dar con una respuesta para proteger de esta infección de transmisión sexual.
Los estudios de fase 1 comenzarían a reclutar personas el 19 de setiembre. En esta fase se prueba la seguridad (si los efectos secundarios son mayores o menores a los beneficios) en un grupo pequeño.
También se medirá de manera muy incipiente si se comienza a generar protección contra el virus.
En este caso se incluirá a 56 personas entre los 18 y los 50 años.
Si esta fase da con buenos resultados, se continuarían con las fases 2 y 3, que buscan medir la eficacia (si la vacuna sirve) en poblaciones más grandes.
LEA MÁS: Contradicciones en la nueva ley sobre el VIH
¿Por qué se encontró vacuna contra covid-19 tan pronto y contra VIH aún no hay?
Una de las preguntas más comunes cuando se habla de la velocidad con la que se obtuvo la vacuna contra la covid-19 es cómo esto se alcanzó tan rápido si casi cuatro décadas después no se tiene una contra el VIH.
El cuestionamiento se vuelve mayor si se toma en cuenta que tanto Johnson & Johnson como Moderna utilizan, para atacar al VIH, las mismas plataformas con la misma tecnología con la que atacaron al SARS-CoV-2, virus causante de la covid-19.
La respuesta está en que ambos virus son muy distintos y en esto el VIH es mucho más “escurridizo” y le ha ganado la carrera a todos los intentos anteriores de inmunización. La forma en que el organismo humano y el sistema inmunitario reaccionan ante esos virus es muy diferente.
Anthony Fauci, médico inmunólogo director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos (NIAID, por sus siglas en inglés), discutió ese tema con la prensa. Él trabaja en la investigación de VIH desde 1984 y en las políticas de salud de covid-19 desde el inicio de la pandemia.
Para el especialista, las complejidades del VIH hacen que sea un dolor de cabeza para quienes buscan vacunas, curas y tratamientos.
Por un lado, el cuerpo no lo elimina del todo. Hay un reservorio que se mantiene en las personas aun cuando estén bajo control.
A esto se le añade otra variable: el VIH afecta directamente el sistema inmunitario, por lo que rutas convencionales hacia una vacuna, como buscar potenciar el sistema inmunitario para combatir una posible infección, no funcionan de la misma forma.
También está la capacidad del VIH de replicarse (es decir, crear copias de sí mismo) y mutar.
Como cualquier otro virus, este necesita de células humanas para colonizarlas, replicarse y así, subsistir.
Pero, en su lucha por mantenerse en el organismo, cambia constantemente.
Al principio, el sistema inmunitario logra combatir el virus, pero conforme el VIH avanza y se replica, ya el organismo no logra defenderse, porque está luchando contra otro virus muy diferente al inicial.
Esto también hace muy difícil el obtener una vacuna, pues el virus cambia tanto que una vacuna creada hoy podría no funcionar en poco tiempo.
Pese a todas esas dificultades la ciencia no desiste y continúa buscando la inoculación contra este virus de transmisión sexual.
LEA MÁS: Anillo vaginal promete reducir exposición de VIH en mujeres en alto riesgo de infección