La dinámica de la covid-19 en los hospitales, cambió. Luego de meses de atender a adultos mayores en situación crítica, los profesionales de la salud reciben a personas más jóvenes y con cuadros más complejos.
En este momento, uno de cada tres hospitalizados tiene entre 45 y 57 años. La cantidad (34,57%) es casi el doble de lo que representaba esa población al inicio de la pandemia.
Esas personas, con edades aún no cubiertas en su mayoría por la vacunación (pues la inmunización para ellas comenzó hace apenas pocas semanas), son las que desde abril preocupan más a las autoridades y especialistas.
Al viernes 4 de junio, el promedio de edad de los enfermos de covid-19 que ocupaban camas en centros médicos era de 52 años, según datos del Ministerio de Salud.
Esta es ocho años menos que la registrada en diciembre (60 años) y siete años menos que la vista en enero y febrero (59 años).
Una de las razones es que la vacunación está protegiendo a los adultos mayores de llegar al hospital.
“Si no se hubiera vacunado con la tasa que se ha vacunado, y con las vacunas de tan alta calidad, creo que la situación sería mucho más caótica de lo que es. Eso nos permite tener cierto respiro”, señaló Pablo Álvarez, médico intensivista del Hospital México.
Esta gran cantidad de gente menor a 60 años que requiere internamiento no se había visto en el primer año de la pandemia.
“Tenemos pacientes de 30 años, de 40 años, o un poco más. Internados muy graves, muy muy graves”, manifestó días atrás Mario Ruiz Cubillo, gerente médico de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
Álvarez ha sido testigo de ese cambio de edad.
“Al inicio, veía gente que podía ser mi abuelo, luego mis papás, ahora hay gente no solo de mi edad, también gente que podría ser mi hermano menor”, recalcó el profesional, de 37 años.
“En los últimos tres, cuatro meses, hemos visto una caída de edad de por lo menos 15 años”, añadió.
En salón, la edad no ha bajado tan dramáticamente, pero cada vez se vuelven más comunes los casos de personas que no llegan a los 50 años.
Una de esas personas es Julio Retana, de 47, y quien estuvo 12 días en el Calderón Guardia, a inicios de mayo. Él no tenía hipertensión, ni diabetes, ni ninguna otra enfermedad crónica; tampoco ha fumado, su peso es el normal para su estatura, come de forma saludable y hace ejercicio tres veces por semana.
No obstante, la enfermedad sí lo llevó al hospital. No estuvo al borde de la muerte ni requirió cuidados intensivos, pero la covid-19 fue mucho más que una gripe que podía tratar en casa.
“Esto me revolcó como nada en la vida, no me imaginé terminando en un hospital. Yo decía: ‘estoy fuerte, estoy bien’, pero ya después la falta de aire comenzó a ser fuerte”, comentó este ingeniero en sistemas, que reconoce que sí retrasó su llegada al centro médico al creer que iba a mejorar pronto.
“Tal vez si hubiera ido antes al ‘hospi’ no habría pasado tantos días ahí”, reflexionó.
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Al analizar la situación de los internados en los hospitales de la CCSS con edades de entre 40 y 60 años se verá que la gran mayoría de quienes requieren una unidad de cuidado intensivo (UCI) es por covid-19.
A este miércoles había 128 personas en UCI entre 40 y 49 años; solo 15 (el 11,72%) de ellos estaban en una UCI por una causa ajena a covid-19.
En quienes tienen entre 50 y 59 años la cifra es la misma, para un 7,35%.
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Para Álvarez, una de las razones por las cuales la covid-19 es preponderante en estas edades es porque, aunque sí hay otras razones de necesidad de cuidados intensivos, no son tan determinantes.
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Perfil de estas personas
Aunque a estas alturas no se registra gran diferencia por sexo entre los infectados de covid-19, cuando se analizan las hospitalizaciones y muertes, sí.
Seis de cada diez de las personas que requieren de internamiento son hombres. Dos de cada tres de quienes fallecen, también.
¿Por qué? Álvaro Avilés, jefe de Infectología del Hospital México, lo resumió en una entrevista anterior: “a un mismo estímulo hay respuestas diferentes”.
“En un hombre, las defensas ‘tiran’ respuestas muy intensas de poca duración, en una mujer la respuesta es más baja, pero con mayor persistencia”, manifestó el especialista.
Por esta razón, ellos son más proclives a hospitalizarse y morir, pero ellas a tener síntomas durante más tiempo.
“Ya se han identificado mecanismos en donde la respuesta intensa del macho le puede provocar paradójicamente, mayor gravedad, porque en esa intensidad de respuesta el daño colateral a otras estructuras tiende a ser mayor”.
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Las enfermedades crónicas también son parte del perfil de la mayoría de personas que requieren hospitalización, tanto en salón como en cuidados intensivos. Aunque unas dos de cada 10, como Retana, no tienen ni un solo factor de riesgo aparente.
Hay personas que solo tienen una enfermedad concomitante más, pero hay quienes presentan hasta cinco.
La más común es la hipertensión (o problemas de presión arterial alta), que es compartida por casi la mitad de los hospitalizados.
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Pero las cosas cambian cuando se ingresa a una UCI, confirma Álvarez. Allí, la obesidad se transforma en el principal factor de riesgo y el que lleva a más complicaciones.
“La mayoría aquí son pacientes con factores de riesgo. Lo más común es obesidad. Estamos teniendo pacientes muy, muy obesos y eso es lo que más repercute”, expresó el especialista.
“Estará en un 80% de pacientes en obesidad, y de esos, el 60% tiene niveles altos de obesidad. Por ejemplo, hay personas de 1,6 metros que pesan 120 kilos, con todas las dificultades que eso representa. Los intubamos, los ponemos bocabajo, pero muchas veces esto es muy difícil para quienes trabajan en la Unidad”, añadió.
Para el especialista, el principal motivo para intubar a los pacientes es la fatiga respiratoria, y el llevar a alguien menor de 60 años a fatiga quiere decir que el sistema respiratorio llegó a un nivel sin precedentes.
“Estamos diseñados para respirar sin fatigarnos. Al menos en reposo. La obesidad lleva a las personas más rápido a la fatiga”, explicó.
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No hay solo un motivo
¿Qué lleva a personas más jóvenes a presentar complicaciones tales que los lleven a un hospital, algo que no se veía en momentos anteriores de la pandemia?
No solo hay una razón, apuntan los especialistas. Inciden factores como el comportamiento de las personas, el agotamiento por la situación y una búsqueda tardía de atención. Esto último sucedió con Retana.
“Yo me esperé ya hasta lo último, cuando casi no podía respirar. Ahora le digo a la gente que no se espere, que si sienten cosas que no son de una gripe normal mejor vayan a la clínica”, recomendó.
También hay posibles factores relacionados con el virus y su capacidad de infección. Algunas variantes del virus podrían tener mayor capacidad de infección y de complicaciones.
“Hay personas con una carga viral muy alta (cantidad de virus en su cuerpo), esto también afecta. También se han visto personas que estaban muy bien un momento y horas después hay que llevarlas en carrera al hospital porque todo puede cambiar en poco tiempo”, añadió.