La hija de Ana Martínez Sedó tiene 13 años y para cuando cumplió 12 ya tenía sus dos dosis de la vacuna contra el papiloma humano. La madre nació en 1980 y cuando la primera vacuna estuvo disponible, en 2009, ella ya tenía 29 años. En ese entonces no tenía capacidad económica para pagarla, y cuando el fármaco llegó al sistema público, casi diez años después, lo hizo únicamente para niñas de 10 años, por lo que hombres y mujeres de otras edades deben comprar sus vacunas en el sistema privado.
Sin embargo, desde que su hija recibió las vacunas, Ana se ha preguntado si ella, mujer adulta y con una vida sexual activa, podría beneficiarse. La respuesta corta es “sí”, sin embargo, la magnitud del beneficio depende de varios factores.
Lo ideal es que la vacuna sea inyectada antes de iniciar la vida sexual, por eso los sistemas de salud pública lo aplican a los 10 años. No obstante, esto no quiere decir que del todo no haya beneficios si se hace después. La vacuna está indicada para personas (tanto hombres como mujeres) hasta los 45 años e incluso hay médicos que la indican en mujeres mayores.
Diferentes factores pueden pesar en la eficacia de una vacuna, especialmente la exposición que ha tenido la mujer a los tipos de VPH que cubre el fármaco.
“Saber la efectividad precisa es imposible porque varía de individuo a individuo, pero puede ser que la persona no haya estado expuesta a los siete virus de alto riesgo y a los dos de bajo riesgo que trae la vacuna nonavalente“, manifestó Alejandro Calderón Céspedes, médico que ha investigado el tema de las características de la infección en costarricenses.
Vacunación contra el papiloma a edades ‘no tradicionales’
La vacunación contra el papiloma en adultos fue precisamente el tema que se tocó en un foro de periodismo de Ciencia y Salud en Ciudad de México. La Nación participó de forma virtual.
En adultos, la vacuna consta de tres dosis. La segunda se pone dos meses después de la primera y la tercera, seis meses después de la primera. En este momento, en Costa Rica se desarrolla un estudio que permitirá saber si una dosis es suficiente para proteger a mujeres entre los 18 y los 30 años.
La ginecóloga y obstetra mexicana Elsa Díaz López comentó durante el foro que, aunque muchas de las infecciones se obtienen entre los 20 y los 24 años, puede haber un pequeño aumento en la perimenopausia (años y meses previos a la menopausia).
Esto se debe a que algunas mujeres tuvieron el virus latente, sin eliminarlo, durante muchos años y la infección se desarrolló después. También el sistema inmunitario se va debilitando con los años (inmunosenescencia, un proceso común en los adultos mayores, pero podría comenzar antes). Además, conforme los periodos se vuelven irregulares y cada vez más distantes hay menor preocupación de un embarazo, y esto lleva a algunas mujeres a un despertar sexual.
“Es normal que a los 40, 50 años o incluso después, se vean infecciones, incluso en personas que ya tuvieron un tratamiento para lesiones, porque uno no puede asegurar que ya se fue el virus”, destacó.
Calderón, quien no participó del foro, añadió que en algunas mujeres que sí fueron infectadas, puede ser que el sistema inmunitario no montara una protección tan eficiente, por lo que una vacuna podría evitar recaídas.
Hebe Vázquez, representante de la Sociedad Argentina de Enfermedades Infecciosas, destacó ese mismo punto durante el foro.
“La respuesta inmunitaria luego de la infección por VPH es deficiente, es insuficiente. Una infección previa no es suficiente para decir que ya no te hará más daño. Puede haber una nueva infección o una recaída”, destacó.
Para la infectóloga, cuando se piensa en vacunación contra el VPH en adultos no solo debe pensarse en las mujeres, porque los hombres también pueden ser infectados e infectar a sus parejas durante toda su vida, y ellos no están exentos de cáncer de pene o ano, y verrugas genitales.
Vacunación contra VPH no sustituye revisiones
Calderón fue enfático en que la vacunación puede ser una gran aliada en evitar nuevas infecciones, pero no exime a la mujer de sus chequeos ginecológicos.
Estos son necesarios porque la vacuna no protege contra todos los tipos de virus que pueden afectar al ser humano. Además, el biológico no actúa eficientemente en infecciones preexistentes, por lo que conviene seguir visitando al médico para dichas revisiones.