Era un sábado de noviembre, una ambulancia del Área de Salud de Goicoechea 1 llegaba al precario Los Colochos, en Purral. El vehículo no había terminado de estacionarse cuando los primeros lugareños llegaron a su encuentro para preguntar si podían vacunarse contra covid-19
En solo unos minutos ya había fila. Había familias con niños de todas las edades y adultos buscando terceras y cuartas dosis.
“Yo tuve (covid-19) y sentía que me quería morir. Me encerré en mi cuarto y no contagié a nadie de mi familia, de los nueve que vivimos en mi casa solo yo. Por eso yo los vacuno a ellos, mis seis hijos, a mi esposo, para que no pasen por lo mismo que yo”, relató Alejandra Lobo, vecina del lugar.
Esta aceptación resulta extraña en uno de los lugares donde, antes del hackeo a sus sistemas informáticos, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) reportaba como zona de lenta vacunación.
Aquí, es cierto que el ritmo ha sido menor, pero no por rechazo a la vacuna, como en otras comunidades. La barrera son las limitaciones económicas, pues en los hogares no alcanza el dinero para pagar los pasajes de todos los miembros para ir al Ebáis a vacunarse.
“En toda mi familia están las vacunas de covid al día. No nos ha dado, siempre hemos salido negativos. Es una maravilla que puedan venir hasta nuestras casas”, manifestó Maylin Mena, que vive en otro sector de Los Cuadros.
Las visitas a comunidades los fines de semana no son nuevas. Desde el inicio de la campaña se hicieron necesarias, pero no se realizan tan frecuentemente como se quisiera.
“A la gente le cuesta salir de sus casas. A veces no hay cómo pagar pasajes. Hay familias que tienen tres, cuatro niños y les es difícil sacarlos para llevarlos a los Ebáis”, comentó Luis Ángel Morales, enfermero del Área de Salud.
La complicación en Purral es que el centro de salud no está cerca. El Ebáis de esa comunidad fue trasladado en 2006 debido a la inseguridad, pues se sumaron hechos: asaltos a los pacientes mientras hacían fila y al guarda de seguridad le robaron el arma en tres ocasiones. El traslado se hizo definitivo cuando miembros del personal recibieron amenazas de muerte.
Por eso es que los vecinos tienen que tomar un bus para ir a la clínica para una cita o para vacunarse.
“Imagínese que un pase de bus puede costar 300, 400 colones... ida y vuelta, multiplique eso por cuatro o cinco personas. Muchas familias no pueden hacerlo”, resaltó Juanita Oviedo, jefa de Enfermería del Área de Salud.
“En terceras y cuartas dosis la población está un poco aislada de la vacuna”, destacó Morales.
Sin embargo, Oviedo también manifestó que hay otro asunto con los datos. Esta es una población flotante, que cambia constantemente de domicilio, muchos de ellos no están asegurados y esto dificulta saber con seguridad el tamaño de la población y las coberturas.
Ese aspecto lo había señalado un año atrás Fabián Carballo, director del Área de Salud.
“El reto es Los Cuadros y la razón principal es la falta de arraigo. Tenemos población que se pasó a vivir esta semana, que venía, por ejemplo, de Pavas. Hay población migrante que viene, habita una casa de un conocido o familiar, y cuando consiguen trabajo se van a otro lugar. Es una población flotante a la que cuesta vacunar”, explicó.
En otras zonas
Lo vivido en Goicoechea 1 no es una situación única, también ocurre en Pavas o Alajuelita, donde las limitaciones económicas de las personas complican un ritmo más ágil, pero las visitas domiciliarias tienen más éxito.
Otro factor que han notado los equipos vacunadores es que, desde mediados de octubre, migrantes nicaragüenses y costarricenses con familia en Nicaragua que no se habían vacunado llegan para comenzar su esquema.
Dentro de las razones que escuchan es que las autoridades del país vecino están solicitando a los adultos una prueba diagnóstica de covid-19 negativa o dos dosis de la vacuna para ingresar al país, por lo que buscan ir ya vacunados para las fiestas de fin de año y así evitan pagar por una prueba.
En diciembre de 2022, casi dos años después de las primeras vacunas aplicadas, la CCSS sigue buscando brazos para iniciar o completar esquemas. De ahí que tener vacunatorios sábados y domingos, ir a empresas, locales comerciales y casa por casa siguen siendo parte de la estrategia.