"Sabemos que tenemos que vacunar a nuestros niños. Las madres siempre andan detrás de los médicos preguntando por las vacunas para sus bebés. Pero ellos no son el único grupo que necesita vacunarse. Los adultos mayores también lo requieren, pero por desconocimiento no lo hacen y se exponen a complicaciones serias".
Así, el médico infectólogo argentino Gustavo Lopardo resumió la situación de la vacunación de quienes están en la tercera edad, durante el Congreso Panamericano de Infectología que se celebra esta semana en Panamá.
De acuerdo con el especialista, en esta etapa de la vida el sistema inmunitario se debilita como parte del proceso del envejecimiento, lo que se conoce como inmunosenescencia.
De esta forma, el adulto se hace más vulnerable a las infecciones respiratorias producidas por los virus de la gripe (por ejemplo el AH1N1) y bacterias como el neumococo (que causa neumonías y otros males respiratorios).
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A eso se le debe sumar que después de los 60 años son cada vez más comunes las enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes o niveles altos de colesterol y triglicéridos. Muchas de estas personas son sobrevivientes de infartos o derrames cerebrales y todo esto impacta en su sistema inmunitario y en la respuesta de su cuerpo ante virus y bacterias.
"Hicimos un estudio en tres países (Argentina, Uruguay y Paraguay) y vimos que el 71,7% de los pacientes con neumonía tenían una enfermedad crónica. Además, se registró una mortalidad del 12 % en los primeros 14 días y de 26% en un año. Esto, sin mencionar que las hospitalizaciones tuvieron un promedio de dos semanas", aseveró Lopardo.
"El peor fracaso que puede suceder es que las vacunas se venzan en una nevera. Por eso es que las personas deben acudir a la vacunación", añadió.
Su colega panameño Rafael Rodríguez es de la misma opinión: "Cuando se hacen las campañas de vacunación masivas se ven las filas de niños llegar, pero no así con los adultos. En esas edades la vacunación es igual de crítica, la neumonía y las enfermedades respiratorias pueden ser cuestión de vida o muerte o de pasar hospitalizados".
Impacto
Lo que sí debe quedar claro es que las vacunas no funcionan de igual forma en un niño pequeño que en un adulto mayor.
"Las vacunas lo que hacen es engañar al cuerpo para que este crea que tiene la enfermedad real. Así, cuando llega el padecimiento, el organismo lo reconoce y tendrá anticuerpos para defenderse. Eso no cambia, el asunto es que no es lo mismo la respuesta inmunitaria en el cuerpo del niño que en el del adulto mayor", advirtió a La Nación el infectólogo Julio Ramírez.
Según él, es más probable que el menor vacunado no se enferme del todo, mientras que una persona de la tercera edad sí llegue a presentar algunos síntomas de la enfermedad porque su respuesta inmunológica es menor. No obstante, al estar protegido, bajará el riesgo de complicaciones, hospitalizaciones y muerte.
Lopardo agregó: "es imposible decir 'neumonía cero', pero sí es posible minimizar las secuelas".
Los especialistas coinciden en que los males respiratorios pueden ser aún más graves si las personas tienen enfermedades crónicas, por lo que esta población también debe ver la vacunación como una prioridad.
¿Hay alguna otra forma de evitar los impactos de las enfermedades respiratorias en el adulto mayor?
Los expertos responden afirmativamente: no fumar, tener un consumo moderado de licor, llevar una alimentación saludable y no exponerse a niños que tienen enfermedades respiratorias son parte de los consejos.