El mundo tardó 60 años en conseguir una vacuna contra el virus sincitial respiratorio y en cuestión de menos de un mes, la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) aprobó dos de cinco propuestas para ser utilizadas en mayores de 60 años: Arexvy, del laboratorio GSK y Abrysvo, de la farmacéutica Pfizer.
“La aprobación de las primeras vacunas es un logro importante en la salud pública para prevenir una enfermedad que puede ser potencialmente mortal”, destacó en un comunicado de prensa Peter Marks, director del Centro para la Evaluación e Investigación de Productos Biológicos de la FDA.
A este hecho, se le suman los ensayos clínicos de las empresas Moderna y Bavarian Nordic, que están por concluir. Además, está la propuesta de Pfizer, aún bajo estudio, para proteger a los bebés con una vacuna que se les aplicaría a sus madres durante el segundo trimestre de gestación.
“Es como esperar un autobús; a veces esperas mucho sin que aparezca uno y luego de repente vienen cuatro”, ejemplificó a la cadena CNN Paul Chaplin, CEO de Bavarian Nordic.
¿Cómo son estas vacunas? ¿Por qué son necesarias? ¿Por qué las primeras aprobadas son para adultos mayores y no para niños? ¿Por qué se tardó tanto tiempo en conseguir una vacuna? Para responder estas y otras preguntas, La Nación analizó los documentos de la FDA y la información de las compañías que trabajan con la vacuna.
También entrevistó a dos representantes de laboratorios farmacéuticos, uno con una vacuna ya aprobada y otro con una vacuna en desarrollo.
El enemigo en cuestión
El VSR fue descubierto en 1956 y es un virus que tiene su información genética en el ARN. Es de la familia Paramyxoviridae, que también incluye otras enfermedades como sarampión y parotiditis (paperas). Dentro de esta familia, es parte de una “subfamilia” llamada pneumovirus, que incluye otros microorganismos respiratorios. Hay dos tipos de virus: el A y el B, ambos circulan de forma activa.
Este patógeno es altamente contagioso y afecta las vías respiratorias y los pulmones.
Impacta principalmente los extremos de la edad. Para la mayoría de las personas (niños mayores de dos años, adolescentes y adultos jóvenes) este virus no pasa de ser un resfrío común, tal vez un poco fuerte y sin mayores consecuencias.
El efecto es muy distinto para niños de menos de dos años. En Costa Rica, el virus sincitial respiratorio es la primera causa de hospitalización en menores lactantes y la segunda causa de muerte de recién nacidos. Se le conoce popularmente como “virus asesino”. Durante los meses de agosto y setiembre, el Hospital Nacional de Niños reportó hasta más de 100 niños (casi todos menores de dos años) internados por día.
Con los adultos mayores hay otras salvedades; muchos de ellos tienen enfermedades crónicas de fondo que complican cualquier infección. Además, por una vulnerabilidad propia de su edad y de que su sistema inmunitario se va debilitando, se vuelven presa de complicaciones en caso de infectarse. Si quitamos de la lista la covid-19 e influenza, el VSR es la principal amenaza infecciosa para los adultos mayores.
Graciela Morales, líder de Asuntos Científicos y Médicos para mercados emergentes de la división de Vacunas y Antivirales de Pfizer, y Rolando Pajón, director científico y médico para América Latina de Moderna, coincidieron en que la enfermedad en el adulto mayor está menos caracterizada, se conoce menos y que muchas veces lo descrito como influenza puede ser realmente VSR.
¿Por qué no había vacuna antes?
Son varias las razones. La primera está relacionada con el virus en sí mismo. La variabilidad de los antígenos (proteínas virales) es muy amplia y esto dificultaba llegar a un punto que pudiera atacar a cada virus. La proteína F, esa llave con la que el virus entra a las células, variaba una vez que entraba a invadir el cuerpo y para el sistema inmunitario es difícil seguirle la pista.
La otra razón se remonta a una tragedia sucedida en la década de 1960. En 1965, en varios centros de Estados Unidos comenzó a probarse una vacuna de virus inactivado (es decir, se inyectan virus a los que se les inhabilita para producir la enfermedad) en bebés. Los niños toleraron bien la vacuna, con efectos adversos leves.
Pero cuando llegó el otoño de 1966 y el virus comenzó a circular con más fuerza, los bebés comenzaron a infectarse y la vacuna les provocó una reacción exacerbada que aumentó sus probabilidades de hospitalización. El 80% de los niños vacunados que contrajeron el VRS requirieron hospitalización, en comparación con el 5% de los niños que recibieron un placebo. Dos de los menores participantes en el ensayo murieron.
La investigación se paralizó durante décadas para que la ciencia pudiera desentrañar qué había salido mal y por qué. ¿Por qué la vacuna más bien había hecho peor la enfermedad en los bebés?
La respuesta vino varios años después, en 2013. Un equipo de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) estudió a fondo el virus con una técnica llamada cristalografía por rayos X, que no existía en el momento de aquel ensayo clínico. Ahí fue cuando vieron el poder de metamorfosis de la proteína F.
Esta proteína es como si fuera una tijera de punta roma antes de entrar a la célula, pero al invadirla, la tijera se convierte en afilada y puntiaguda para atacar y replicarse mejor. Cuando los bebés se vacunaron, el virus inactivado ingresó como punta roma y el cuerpo lo reconoció así, pero cuando se infectaron con el virus, este cambió a la punta afilada al entrar a la célula, por eso el sistema inmunitario no lo reconoció.
Con esta información, la ciencia supo que tenía que actuar sobre esta proteína en sus diversas formas para poder atacar al virus.
¿Cómo son las nuevas vacunas?
Ambas son vacunas de subunidades proteicas. Esta tecnología no contiene virus ni atenuado ni inactivado, tampoco tiene ARN-mensajero. Estos biológicos usan parte de una proteína del virus y con base en ella se entrena al sistema inmunitario para tomar una respuesta.
Arexvy. Utiliza una subunidad de la proteína F combinada con un adyuvante. Los adyuvantes son sustancias que se agregan a la vacuna para aumentar la respuesta inmunitaria. El ensayo tuvo en cuenta a 25.000 mayores de 60 años: 12.500 recibieron la vacuna y otros 12.500 un placebo. El riesgo de desarrollar complicaciones en las vías respiratorias bajó en un 82,6% en quienes tuvieron la vacuna en comparación con el placebo, y el riesgo de desarrollar complicaciones graves se redujo en 94,1%.
Abrysvo. También usa una subunidad de la vacuna F. Morales comentó que esta es una vacuna bivalente, que protege contra los tipos A y B del virus, porque ambos circulan a la vez. “El target de la vacuna es bloquear esa interacción, evitar que el virus penetre, se multiplique y cause la enfermedad”, resumió.
Ambas vacunas están concebidas para una sola dosis, aplicada en el brazo. Pero se va a monitorear su efectividad en el tiempo para ver si se necesitan refuerzos.
¿Llegarán a Costa Rica?
Todavía falta un largo camino por recorrer. Morales expresó que, en el caso de Pfizer, primero se concentran en presentar sus dossier con la información del producto y de los ensayos clínicos a las agencias regulatorias más grandes, como la FDA y la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Esto de por sí avanza hacia los países de América Latina, que se basan mucho en los criterios de estas agencias para tomar sus decisiones.
Luego cada país resuelve. Por ejemplo, en Estados Unidos no basta la aprobación de la FDA, el Centro de Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) debe aprobarla y hacer recomendaciones de uso.
En Costa Rica, el Ministerio de Salud también tiene sus requisitos además del dossier, ellos permanecen en comunicación con la farmacéutica en caso de dudas. Cuando todo está aclarado, la Comisión Nacional de Vacunación y Epidemiología (CNVE) da su aval. Esto no quiere decir que el fármaco se utilice en la seguridad social; para ello, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) debe hacer análisis de costo-efectividad.
Vacunas ‘en el horno’
¿Qué sucede con los productos que siguen en estudio? Pajón indicó que la vacuna de Moderna utiliza el mismo mecanismo de acción que utilizó contra covid-19 (ARN-mensajero), ya están por concluir la fase III de ensayos clínicos (donde se prueba la eficacia y seguridad en un gran número de personas) y esperan enviar la información a sometimiento de las agencias regulatorias en el segundo semestre de este año.
“Es más de un 82% eficaz contra enfermedad provocada por el virus, independientemente de la edad (dentro de los adultos mayores), de las características demográficas, de enfermedades concomitantes y de los síntomas”, manifestó.
La propuesta de Barvan Nordic, que está en fase III de estudios, espera tener los resultados a mediados de 2023. Este biológico incorpora cinco distintos antígenos (proteínas virales) de los dos tipos de virus.
En cuanto a la vacuna que se coloca en embarazadas para proteger a sus bebés, Morales indicó que están a la espera de que la FDA les dé luz verde para enviar la documentación en busca de recibir el aval.
El ensayo clínico mostró que, para enfermedad grave, la protección, al compararse con el grupo placebo, era de un 81,8% en los primeros 90 días de vida y de 69,4% en los primeros seis meses. Al comparar con el grupo de placebo, la eficacia para síntomas leves fue del 57,1% y 51,3% para 90 días y seis meses, respectivamente.