Paula Medina, editora digital de CNN en español, subió al escenario del Parque La Libertad, en Desamparados, para hablar de una de sus formas de comunicación favoritas: el servicio de mensajería WhatsApp.
Al iniciar su charla habló de sus tías, a quienes describió como un patrimonio, no solo en su familia, pues también en Latinoamérica “son una institución”: “tienen las mejores recetas, cocinan delicioso, dan los mejores consejos, se saben las historias de la familia...”.
Las describió como “superpoderosas”, pero con un problema: que se creen, sin reparo, casi todo lo que les envían por WhatsApp. Cuando comenzó la pandemia, ella vio que los mensajes se hicieron más frecuentes, pero también más peligrosos.
“Hablaban de gárgaras de vinagre con sal para curarse, o de que la vacuna es un experimento nazi o de que las mascarillas nos iban a ahogar”, dijo en una actividad realizada esta semana por la red DCN Global, organización que busca estudiar la comunicación digital y combatir la desinformación.
Esta es una historia que se repite en muchas familias. Y no siempre son las tías las que comparten, con las mejores intenciones, esta desinformación. A veces son padres, madres, hermanos, sobrinos... “o periodistas, nadie está exento en caer en la desinformación y compartirla”, precisó la comunicadora colombiana.
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¿Por qué WhatsApp?
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¿Qué hay en este canal de comunicación que lo hace un vehículo para transportarnos a la desinformación y noticias falsas? ¿Cómo aprovechar su popularidad para cambiar la ruta y que nos lleve a compartir información fidedigna?
Comencemos con el porqué. Medina compartió un gráfico del Instituto Reuters donde se hablaba que el tercer medio por el cual las personas se informaban más, luego de Facebook y YouTube, era WhatsApp.
“No hay que debatir. WhatsApp es el rey. Es la app preferida para la comunicación de persona a persona. Interacción directa, notificación al celular. Sin algoritmos”, precisó Medina.
En Costa Rica, la penetración de WhatsApp es todavía mayor. Nuestro país es el que, a nivel relativo, más utiliza este servicio de mensajería, según el último informe del Latinobarómetro.
Además, en 2020, el Instituto de Investigaciones Psicológicas (IIP) de la Universidad de Costa Rica hizo una encuesta representativa y encontró que las personas utilizan WhatsApp con igual importancia que las redes sociales para consumir noticias digitales.
El IIP ha realizado dos estudios sobre noticias falsas en WhatsApp: uno sobre falsedades de la covid-19 y otro sobre falsedades en torno a la vacuna que combate esta enfermedad.
Medina y el coordinador de los estudios del IIP, Carlos Brenes, coinciden en algo: en WhatsApp tenemos a las personas más cercanas, a las que consideramos de confianza y sabemos que no nos enviarían falsedades porque confiamos en ellos.
A esto se suma el hecho, afirmó Medina, que cada vez más personas desconfían de los medios de comunicación tradicionales y buscan fuentes alternativas.
“La verdad no compite contra una buena historia bien contada, dicen varios investigadores”, subrayó Medina.
En su exposición, la comunicadora compartió datos de un estudio desarrollado en España sobre el tipo de mensajes que se enviaban. Allí quedó evidenciado que una noticia falsa puede viajar hasta seis veces más rápido que una información veraz.
¿Qué es lo que más se comparte por WhatsApp cuando a noticias falsas se refieren? Lo que más se comparte es texto, lo cual tiene sentido: es fácilmente editable, se le pueden cambiar palabras y el sentido en cuestión de segundos o pocos minutos, no depende de una conexión fuerte a Internet (como la necesaria para darle “play” a algunos videos) y por ello se disemina más rápido.
En segundo lugar estaban las imágenes, siempre acompañadas de un texto, usualmente falso o sacado de contexto.
A esto se le une que el lenguaje es clave. “Es difícil luchar contra la desinformación cuando está escrita en un lenguaje divertido, diseñado para generar emoción, alerta”, resumió la expositora.
¿Cómo cambiar la ruta del vehículo?
Cualquier persona puede ser víctima de la ruta que lleva a la desinformación, pero también está en nuestras manos tomar el volante para desviarnos y tomar el camino de la información.
Esto es especialmente importante si dicha información está muy bien diseñada o si combina datos que sí son correctos con datos falsos o sacados de contexto.
Brenes indicó que una forma de cambiar la ruta es detenerse antes de compartir un texto y saber cuán cierto es. Para ello hay formas de hacer las cosas, como buscar en Google, buscar quién compartió la información y cuán creíble es, y ver si dichos datos han tenido verificaciones de información.
También aconsejó buscar si esta información está en otros sitios de Internet y preguntar antes de afirmar. Asimismo, buscar la fecha en el que fue escrito el texto, porque las épocas y los contextos pueden cambiar.
Si no pasa estos filtros, no los comparta. Y busque compartir las que sí pasan los filtros, para cambiar la ruta y llevar este vehículo llamado WhatsApp camino a la información con calidad que sea de utilidad para las personas.
Y en ese sentido las tías de Medina y las de cualquier otra familia pueden ser las conductoras e influencers del cambio de vías.
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