Quienes sufren episodios depresivos pueden encontrar en el yoga una solución para bajar sus síntomas. Así lo señalan varios estudios presentados este fin de semana en la Reunión Anual de la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés).
Uno de los estudios, del Hospital para Veteranos de California, reclutó a excombatientes de guerra con diagnóstico de depresión mayor y los puso a hacer hatha yoga –la rama del yoga que se enfoca en ejercicio físico combinado con ejercicios de respiración y meditación–. Ellos recibieron clases dos veces por semana durante ocho semenas. En una escala de 9 a 10, los participantes dieron una calificación de 9,4 a su sensación de bienestar y reducción de síntomas de depresión.
"El yoga se ha vuelto muy popular en el mundo occidental, y muchos de quienes los practican aseguran que les baja el estrés y ayuda a su salud mental. Decidimos entonces apllicarlo con personas que ya tenían un diagnóstico de depresión y todas ellas dijeron que sí les ayudaba a contrarrestar los síntomas", explicó al presentar el estudio Lindsey Hopkins, coordinadora de la investigación.
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Otro de los informes más bien analizó el bikram yoga, una práctica también llamada "yoga caliente", pues se hace en una habitación climatizada a 40 °C o 42 °C. En este estudio de la Universidad de Alliant en San Francisco, California se analizó a 52 mujeres entre los 25 y 45 años. La mitad fue sometida a clases de yoga de 90 minutos de duración dos veces por semana durante ocho semanas. La otra mitad fue usada como grupo de control. Luego de las ocho semanas, el grupo que realizó yoga mostró niveles mucho menores de síntomas depresivos.
Otra de las investigaciones presentadas es un estudio del Hospital General de Massachusetts que aún se encuentra en fase de piloto; 29 adultos con trastorno depresivo fueron sometidos también a un míniomo de dos clases semanales de bikram yoga. Luego de ocho semanas, los participantes dijeron no solo tener menos síntomas de depresión, también sintieron mejoría en su calidad de vida, optimismo, y funcionalidad física y cognitiva.
"A los participantes se les dio la libertad de asistir a cuantas clases quisieran, siempre y cuando cumplieran con ese mínimo de dos lecciones semanales. Vimos que entre más clases tomaban, menor eran los síntomas depresivos", señaló la investigadora Maren Nyer al presentar estas conclusiones preliminares.
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Más evidencia
Otro de los reportes presentados fue del Centro de Integración en Psiquiatría de los Países Bajos. Nina Vollbehr y sus colaboradores trabajaron con personas que sufrían depresión mayor desde hacía al menos 10 años. A ellos se les invitó a ir a nueve clases de yoga semanales con una duración promedio de 2,5 horas. Los investigadores midieron niveles de depresión, ansiedad, estrés, rumiación (el estar recordando constantemente eventos del pasando y analizándolos pensando en qué hubiera podido ser diferente) y preocupación.
Estas variables se midieron antes de comenzar las sesiones de yoga, después de las nueve semanas y luego cuatro meses después. La depresión y la ansiedad habían bajado considerablemente a las nueve semanas, la rumiación y la preocupación se mantenían. Sin embargo, a los cuatro meses ya se registraban manifestaciones mucho menores de estas dos últimas variables.
"Pudimos ver que esta actividad también ayuda a personas en las que la depresión es algo grave, crónico y recurrente", indicó Vollbehr.
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Con cautela
Pese a la esperanza que pueda tener esta disciplina en las personas con depresión, todos los investigadores son enfáticos en que se necesita estudiar aún más su impacto.
Otro aspecto que destacaron es que todas las personas que impartan las lecciones deben ser instructores calificados que no solo dominen las técnicas del yoga, si no que tengan conocimientos sobre la depresión y cómo esta se comporta, para así poder ayudar mejor a las personas.
Además, en ningún momento las clases de yoga pueden sustituir a la terapia con un psicólogo o psiquiatra. Además, si un médico decidió recetar algún tipo de tratamiento farmacológico este debe tomarse al pie de la letra y no interrumpirse sin antes hablarlo con el psiquiatra tratante.
"No estamos diciendo que el yoga sea una cura, verlo así podría ser muy peligroso, pero es un arma que pueda ayudar mucho en la recuperación de la persona", aclaró Vollbehr.