En el mes de diciembre, los ticos consumen unos 196 millones de piñas de tamales. Esto, en promedio, serían tres tamales diarios por adulto.
Así se desprende de los resultados de la Encuesta Actualidades 2014, realizada por estudiantes de la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica (UCR).
Para ello se tomó una muestra de 852 personas en todo el territorio nacional. Los requisitos eran ser costarricense y mayor de 18 años. La encuesta se aplicó en octubre.
De esta manera, el estudio evidenció que el 91% de la población acostumbra comer tamales para celebrar la Navidad y recibir el Año Nuevo.
Si bien el 62% de los hogares conserva la tradición de la tamaleada, los ticos compran 19 millones de piñas de tamales, ya sea que las adquieran de empresas o de personas particulares.
De acuerdo con la tradición, se suele regalar tamales a familiares y amigos (en el 77% de los hogares se reciben de obsequio). Según el estudio, se regalan unas 28 millones de piñas en el mes.
En resumen, cada hogar costarricense cocina, en promedio, unas 96 piñas de tamales, compra otras 16 piñas y recibe unas 11 como regalo.
Eso sí, la tamaleada guarda sus diferencias entre la zona rural y la urbana. Por ejemplo, en la zona rural es más común cocinar los tamales en casa (71%) que comprarlos (22%). En la urbe, el 59% los hace en casa y en el 35% de los hogares se compran. En la zona rural, el 84% de las familias acostumbra regalarlos, mientras que el 76% de las familias urbanas sigue esta práctica.
Costumbre prehispánica. Los indígenas mesoamericanos hacían tamales a modo de ofrenda al dios del Sol durante sus fiestas.
Con la llegada de los españoles y la religión católica, y para opacar esa práctica considerada pagana, la costumbre se asoció a festividades como la Inmaculada Concepción de la Virgen María (8 de diciembre) y el Nacimiento de Jesús (24 diciembre).
"Se registra la elaboración de tamales en América desde la época precolombina y se conocen más de 500 formas de preparación, incluidas las técnicas de envoltura. De influencia mesoamericana, el nombre es un vocablo náhuatl tamalli, que significa 'alimento envuelto'", destacó Patricia Sedó, investigadora de la cocina tradicional costarricense y profesora de Nutrición en la UCR, en un comunicado.
En la elaboración prehispánica, los rellenos se hacían con tomate, chile y semillas molidas.
Con los españoles vinieron otros ingredientes: arroz, garbanzos y arvejas.
Hoy, aparte del tradicional tamal de cerdo, existen tamales de frijol, pejibaye y pollo.
También está el vegetariano, que sustituye la grasa de cerdo por aceite de oliva y se rellena con vainica, zanahoria y papa.