Científicos nacionales junto a los de 15 naciones iberoamericanas se han unido para impulsar una estrategia para acabar con el Mal de Chagas.
Su idea, que ya ha sido probada con éxito en el laboratorio que lidera Rodrigo Zeledón en la Universidad Nacional, consiste en utilizar un virus para impedir que se propaguen las chinches portadoras del parásito Trypanosoma cruzi que causa el mal.
El virus, llamado Tripanosoma (TrV), es letal para las pequeñas chinches, conocidas como triatomas.
Cada año 19 millones de personas se contagian con esa enfermedad tropical. Estas personas presentan severos problemas cardíacos y gástricos e, incluso, ceguera nocturna.
Al menos, unas 30.000 personas fallecen anualmente por este mal sin que aún haya medicina alguna para combatirlo.
La estrategia. Cuando la chinche entra en contacto con el virus sufre la paralización de sus extremidades y luego, se paraliza el resto del cuerpo. Además, el virus destruye los intestinos del insecto y le reduce su capacidad de poner huevos y reproducirse.
En el 2006, el equipo de Zeledón logró insertar el virus en variedades de chinches costarricenses y argentinas con resultados fabulosos: el 100% de los insectos infectados murieron al cabo de 48 horas.
Controlador biológico. Ante estos resultados prometedores, los científicos visibilizaron una oportunidad de lujo para disminuir las poblaciones de estos chinches sin necesidad de utilizar tóxicos. Según ellos, aplicar el virus tendría dos beneficios muy puntuales.
Por un lado, se podría sustituir el uso de los pesticidas artificiales –piretroides– para controlar las poblaciones de chinches y así evitar el daño a todos los animales –como las abejas polinizadoras– y plantas que comparten el hábitat con este chinche.
Además, el uso de una alternativa natural significaría el ahorro de hasta $500 millones por año, que es lo que valen actualmente las campañas de fumigación para exterminar la chinche en este continente.
Labores pendientes. Antes de llevar el virus al campo, los científicos deben resolver miles de interrogantes. Para lograrlo, expertos de todos los países perjudicados por esta enfermedad aceptaron trabajar en conjunto e intercambiar información.
“Considerar este virus como posible pesticida natural contra esa enfermedad tropical no es novedad, pero hablar de una alianza mundial para descifrarlo más rápido sí que lo es”, dijo Diego Guerin, biofísico argentino y director de la llamada Red Iberoamericana contra el Mal de Chagas.
Hasta ahora, la alianza integra científicos de 16 países y 29 centros de investigación del mundo, pero se espera que siga creciendo. Cada país hace su contribución, desde sus posibilidades.
En Costa Rica, por ejemplo, los científicos están tratando de identificar si en nuestro hábitat hay otras cepas del virus Tripanosoma (TrV) que puedan ser más efectivas para atacar la especie de chinche nacional llamada Trypanosoma cruzi , principal portadora del Mal de Chagas aquí.
Esta parte de la investigación debe ser replicada en cada país, puesto que cada uno tiene especies distintas de chinches. En el continente hay al menos 136 especies de estos insectos y se considera que al menos unas 60 de estas especies son portadoras del Mal de Chagas.
Además, el equipo de la UNA analiza en sus laboratorios cuál es la mejor forma para infectar a los insectos de modo que éstos se enfermen y mueran antes de contagiar a algún otro ser vivo.
Los costarricenses ya probaron lo que se llama la inoculación directa, que consiste en inyectar el virus al cuerpo del chinche, pero se cree que podría hacerse por vía oral (logrando que el insecto chupe el virus de alguna parte) o por canibalismo, donde un animal infectado infecte a otro al mantener contacto físico. Hay varios centros de investigación que analizan esto mismo en sus latitudes.
Pero además de la forma, también se está estudiando el contenido, es decir, cuál es la cantidad precisa de virus que debe introducirse al cuerpo del chinche para matarlo en menos tiempo. Eso se hace aquí y también en Argentina, México, Colombia y España. Especialistas de Portugal y Francia se han unido para hacer su aporte.
Por si fuera poco, los especialistas también evalúan los protocolos de seguridad necesarios para liberar ese virus en el ambiente natural donde hay parásitos portadores del Mal de Chagas sin dañar a otros animales.
“El aporte de Costa Rica ha sido valioso en el conocimiento del Chagas a través del laboratorio del doctor Rodrigo Zeledón y esperamos que lo siga siendo”, dijo Guerin, quien además es investigador en la Universidad del País Vasco y estudia aspectos moleculares del virus Tripanosoma asociados a su ciclo de infección.
“La mayor fortaleza de esta investigación es que no está financiada por empresas que buscan un producto para vender, sino que está en manos de científicos que buscan ayudar. Por eso, espero que en unos 10 años, sepamos si es viable usar el virus”, concluyó.